Aceptar aquella oferta fue una de las decisiones más difíciles que tomé en mi vida, no porque no fuera conveniente o porque no supiera que representaba una oportunidad increíble para crecer, sino porque aceptar significaba compartir mi sueño con Dante Sullivan, y sí, no podía negarlo, la simple idea de tener que trabajar con él cada día se sentía como un castigo del universo por alguna vida pasada.
La noche previa a firmar el contrato no pude dormir, pasé horas dando vueltas en la cama, imaginando mil escenarios diferentes, desde los más catastróficos hasta los más optimistas, al final, acepté la única conclusión lógica que pude encontrar, no tenía alternativa, si realmente quería que mi editorial creciera, debía dejar a un lado mis emociones personales y concentrarme en lo profesional o al menos intentarlo.
A la mañana siguiente, Angeline y mi abuela Sophie estuvieron conmigo desde temprano, Angeline preparó el café más cargado que había tomado en mi vida, probablemente porque intuía que lo necesitaría para sobrevivir ese día. Mi abuela, por su parte, me regaló uno de sus abrazos cálidos y tranquilizadores que decían más que mil palabras.
—Lo vas a hacer bien, cariño —me aseguró Sophie con una sonrisa tierna —Él es solo una prueba más y tú ya has pasado cosas mucho peores que Dante Sullivan. —Asentí con una leve sonrisa, aunque en el fondo me seguía preguntando cómo iba a sobrevivir trabajando día a día con alguien que parecía decidido a ponerme las cosas de cabeza.
Cuando Dante llegó, puntual como siempre y luciendo tan impecable como de costumbre, el ambiente en la editorial se tensó al instante. Él me saludó con una sonrisa falsa, como si ambos fuéramos dos actores obligados a representar una escena incómoda frente a un público imaginario.
—Louisa —saludó con una leve inclinación de cabeza.
—Dante —respondí indiferente, manteniendo una calma que realmente no sentía. Por alguna razón, verlo me hacía hervir la sangre y querer romperle la perfecta nariz.
Nos sentamos frente a frente, con el contrato sobre la mesa. Yo había pasado toda la noche revisándolo con Angeline, asegurándome de incluir la cláusula más importante para mí, yo mantendría el control creativo absoluto sobre todas las publicaciones y las decisiones editoriales. No pensaba ceder en eso bajo ningún concepto.
Dante comenzó a repasar lentamente el contrato que había escrito, con una expresión que de inmediato me molesto, no podía leerlo, no podía saber que pensaba viendo su cara, yo trataba de estudiar sus gestos, buscando cualquier indicio de incomodidad o desacuerdo, pero él era experto en ocultar sus emociones, finalmente, levantó la vista y me miró fijamente con una sonrisa que hizo que se me acelerara el corazón por puro instinto de alerta.
—Así que insistes en mantener todo el control creativo —comentó con calma, apoyándose en el respaldo de la silla —Eso es muy arriesgado, Louisa.
—No veo cómo podría serlo —respondí fingiendo tranquilidad —Después de todo, si tu empresa está tan interesada en fusionarse con nosotros es precisamente por nuestra visión editorial, ¿no? —Dante hizo una pequeña pausa, y durante un breve instante sentí que había logrado descolocarlo, pero rápidamente recuperó su postura habitual, sun confianza exagerada.
—Tienes razón —aceptó finalmente —Tu visión, aunque peculiar, parece interesarles mucho a mis jefes. —Aquella respuesta no me convenció del todo. Algo en su tono me decía que había más detrás de sus palabras, algo que él prefería no revelar, pero decidí no profundizar más en ese momento, lo último que necesitaba era otro motivo para no confiar en él.
—Entonces, ¿aceptas la cláusula? —insistí golpeando la mesa con mis dedos mientras uno de ellos señalaba el contrato.
Me observó durante un largo segundo, analizando cada detalle de mi expresión, como si estuviera decidiendo hasta qué punto quería complicarme la vida. Finalmente, tomó una pluma y firmó el contrato con un movimiento rápido y decidido.
—Acepto tus términos, Louisa —anunció ojeando una vez mas el contrato sin leerlo realmente —El control creativo es completamente tuyo. —Deje escapar el aire de forma exagerada, aliviada y extrañamente satisfecha. Pero justo cuando estaba a punto de bajar la guardia, Dante levantó la mirada hacia mí con una sonrisa tan fingida que me hizo entender inmediatamente que aquella aceptación suya no era del todo sincera. —Espero que sepas lo que estás haciendo —añadió con cizaña —El control viene con mucha responsabilidad y si algo sale mal, no podrás culparme a mí. —Tragué saliva con dificultad, mordiendome la lengua para no soltar unas cuantas palabras filosas. Sabía perfectamente lo que intentaba hacer, desequilibrarme, hacerme dudar de mi propia capacidad para dirigir la editorial y lo peor es que, en cierto modo, estaba funcionando.
—Sé perfectamente lo que estoy haciendo, Dante —respondí sosteniendole la mirada, —No necesito tus advertencias ni tus consejos, solo necesito que hagas tu parte del trabajo y yo haré la mía. —Dante se encogió de hombros despreocupado con esa irritante tranquilidad que parecía no abandonarlo nunca.
—Entonces no tenemos ningún problema, trabajaremos juntos y todo saldrá perfectamente —replicó él, acomodándose nuevamente en su asiento —Claro, mientras tú cumplas con tu parte. —Esa última frase sonó casi como una advertencia, una promesa silenciosa de que no haría las cosas fáciles, de que en cualquier momento podría volver a atacar.
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Editado: 31.07.2025