Un sabio dijo una vez: “Si te niegas a olvidar, tus cicatrices serán eternas”. Oh eso pensó José, mientras caminaba desorientado por las calles de la ciudad, sin un objetivo claro y con las ideas revueltas.
José: Estúpida empresa de atención al público, no contenta con despedirme, no me pagaron por las semanas de capacitación.
José: Y dicen que yo no soy el in-di-ca-do para su puesto, maldición, tacaños. Ahora no solo no tengo trabajo de nuevo, sino que, mi novia volvió a dejarme por un ricachón de quinta de una uni privada. Y que decir de mis estudios, a este paso volveré a reprobar, mi viejo me va a matar, aún me rodean sus palabras.
Padre de José: “José, toda persona tiene derecho a ser estúpida, pero tu abusas de este privilegio”. Hasta cuando no vas a cambiar, tus notas son pésimas y no trabajas solo haces añicos la reputación de esta familia.
Si ella estuviera viva, ten la certeza que estaría avergonzada ahora solo vete y déjame tranquilo de una vez.
José: Y que decir de mi novia Elizabeth, con todo el amor del mundo. “ERES UNA ZORRRRAAAA”.
De pronto, la lluvia comenzó a caer, y como era de esperarse José no llevaba un paraguas.
José: Solo esto me faltaba, una llovizna olvide que esta temporada suele ser torrencial si no llego rápido a casa me enfermare, pero, por otro lado, si logro llegar ¡me asesinarán! De cualquier otro modo, no tengo opción, será mejor que corte por este callejón.
José: ¿Qué diablos es eso de arriba, parece un …?
De un momento a otro un animal cayo de lo alto de un tejado sobre unas bolsas de basura.
José: Y esto, ¿Qué es? (se dijo así mismo, mientras caminaba hacia eso).
José: Mira que el mundo puede ser cruel a veces, dejar a un gato en la calle hasta que este muera, no hay que ser científico para notarlo esas heridas en su vientre no dejan de sangrar… y que hay de esa pata derecha; no parece algo que se haya visto antes. Tiene una mal formación, al parecer los músculos de tu pata giran desde tu hombro hasta tu rodilla como los ejes de un tornillo desgarrando tus tendones y las falanges de tus dedos. Por lo visto, cojeaste de por vida, lo lamento mucho.
Gato: mí… (abrió su boca llena de sangre y mucosidad, mientras mantenía una mirada perdida).
En un chispeo, el escenario se tomó silencioso, los focos explotaron, el frio se avivo más y de la parte trasera del callejón un hombre con una túnica negra, y una masca extraña de ojos grandes y postizos dijo.
Extraño: Yo no tocaría eso si fuera tú.
José: ¿A qué te refieres?
Extraño: hum, deberías saber que ayudar a un prófugo es condenado con la muerte. Déjalo ¡!¡AHORA!!!
José: (Que aspecto es ese, y que tipo de persona dice eso, será mejor que mienta y me valla). ¡NO!, no entiendo de lo que hablas, pero yo solo sé que tengo un gato apunto de morir si no lo atiendo, y si te preocupa descuida cuido de animales soy veterinario.
Extraño: Es que acaso no me reconoces mortal ignorante.
En ese momento, de aquel pequeño animal una risa emergió mientras el cuerpo de aquel gato parecía crecer de forma descomunal, sus ojos se tornaron de un negro intenso, su pie derecho se puso blanco y de su cráneo emergieron con un movimiento lento, dos cuernos que parecían de una especie de alce.
Gato: !!!!Jajajaja ¡!!!Jodete, Supay!!!!!, no necesito de terceros que me ayuden, conmigo basta y sobra. ¡¡¡¡¡Y es que acaso no te das cuenta solo eres un títere más de esta revolución!!!!!
Extraño: Maldición, maldito gato. Ni siquiera en tu inmundicia puedes dejar de joderme. Si es así ¡Muere!
De pronto, 4 cuerpos con grilletes salieron del suelo, y se abalanzaron a gran velocidad sobre él.
Gato: ¡!!!SUUUUPAAAAYY!!!!, grito con ira la bestia, mientras que sus dedos se extendían de manera infinita atravesando los cráneos de sus oponentes, yendo directo a aquel llamado Supay.
Extraño: Extendió su brazo derecho y este desvío la trayectoria de los ataques hacia las paredes con una especie de fuerza invisible, inmovilizando a la bestia. Para luego sacar una lanza del suelo con el brazo izquierdo y lanzarla directamente a su posición.
José: Esto no es posible.
José, se quedó inmóvil. No podía creerlo que estaba viendo, era inhumano, era incomprensible, era una pelea de dos seres míticos. Sin embargo, en tan solo un descuido, la lanza fue esquivada por el gato y atravesó el pecho de José desgarrando su pulmón izquierdo internamente hasta salir por su espalda.
José: (Recostado en el suelo y a sabiendas de su inminente muerte, con una visión poco clara de su alrededor y con una respiración acortándose minuto a minuto pensó: “Este es mi fin, este es mi destino. Madre, Padre, hermana y … Olivia. Lo siento, por no cumplir mi promesa. Por cierto, Elizabeth … te espero en el infierno”).
En ese mismo momento las heridas de la bestia se abrieron obligándolo a arrodillarse y nublando su mirando que contenía un odio desmedido contra su verdugo, quien volvió a sacar una lanza y se acercaba lentamente rayando una pared. Fue allí que entendió, que su momento había llegado.