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“Papa, papa, mírame ¡papa! puedo hacerlo yo solo ¡Wuu huu!”
Le dijo un pequeño niño a su padre mientras conducía su bicicleta sin ruedillas por primera vez.
Su padre correspondió con una sonrisa mientras lo seguía con la mirada, nunca antes estuvo tan orgulloso. Abrazo a su esposa tomándola del hombro derecho. Ella encantada por él logró de su hijo no dejaba de alentarlo hasta que este llegar lo más lejos posible. Era un momento mágico de los que nunca se olvidan.
Sintiendo la cálida mirada de su esposo, la mujer entrelazo la mano de su marido con las suyas y dijo con nostalgia:
Madre de José: Abraham.
Padre de José: ¿Si? – respondió él con tono calmado y grave.
Madre de José: Debes olvidarlo.
Padre de José: ¿Olvidar? ¿Qué cosa? – pregunto, intrigado viendo la tristeza en su mirada.
Madre de José: Mi muerte.
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“Otra vez ese sueño”, dijo el padre de José.
Eran las 2 de la madrugada, cuando Abraham, padre de José, despertó de golpe ubicándose sentado en una silla plástica dentro de una habitación rodeado de gente de expresión lamentable.
Por un pequeño momento se sintió extraño de su situación hasta que vio al paciente de la cama de enfrente. y recordo que José había sufrido un accidente durante la noche, y el estaba en este hospital a la espera de que las manos de un doctor salvasen la vida de su hijo.
Habían pasado horas desde que uno de los recepcionista le diese la noticia.
Según lo que había escuchado, su cuerpo fue llevado a urgencias por un desconocido. Un extraño hombre de lentes negros, que pasaba por allí se había tomado el trabajo de dejarlo en el hospital.
Los doctores describieron al hombre que lo trajo, como un sujeto extremadamente serio como el de un Liam Neeson. Chaqueta negra, tono amenzante y una postura seria de ex militar, añadio el más joven de ellos. "Probablemente vio búsqueda implacable un millon de veces".
Cuando los doctores pidieron su declaración sobre lo que habría sucedido, respondio que: “José habría sufrido un accidente automovilístico mientras cruzaba la calle”, por lo que decidió traerlo en el acto, a lo que ellos habían procedido a llevarlo al quirofano de emergencias; pero cuando le preguntaron porque llevaba un agujero en el pecho, él hombre prendió un cigarrillo frente al doctor y dijo: “Tú tienes uno en el culo y nadie te dice nada, porque discriminar a otros”. Luego de eso … solo se fue.
Volviendo con la historia.
La desgarradora escena de pensar en su hijo siendo operado, atormento al padre de José, como nada en el mundo lo había hecho. Era acaso todo culpa suya. Y, si no hubiera discutido con él la noche anterior. Qué tal si fueron esos pensamientos los que distrajeron a su hijo. Qué tal si fue el quien provoco todo esto.
Abraham, quién ya era un hombre de edad avanzada entrelazo sus dedos, pidiendo a Dios que le perdone y salvase la vida de su hijo, mientras no dejaba de decir entrecortado con su propio llanto:
Padre de José: perdón, perdón, perdón, …
Abraham no pudo más y rompió en llanto.