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Abadía Valkov
En una oscura habitación de gótico acabado soviético, un hombre de cabellera púrpura yacía sentado sobre un mullido sofá de cuero negro, conversando vía pantalla con alguien de porte estoico y larga cabellera plateada. Al parecer se trataba del dueño de Biovolt.
— Quién es la muchacha? — preguntó aquel hombre
— Aria Tornatore.
El magnate no pudo evitar esbozar una sonrisa malévola, de alguna forma las cosas parecían ponerse a su favor. Ciertamente había escuchado hablar del apellido Tornatore. Se trataba de una familia con linaje real, propio de la realeza Europea.
— Qué haremos con ella, Voltaire?
— Retenla en la abadía
La reprobatoria mirada de Valkov no se hizo esperar, temía represarías, después de todo aquella muchacha venía de una importante familia.
— Puede ser arriesgado, Voltaire... — advierte
— Capturada sirve más para nuestros planes.
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Hotel Leprange
En la habitación de los europeos, estos se encontraban preocupados, tenían un marcado semblante de cansancio, eran eternas las horas que permanecieron en espera de alguna noticia de su compañera. Sin embargo, había amanecido y no tenían señal de ella.
— Ella no desaparecería así... — medita preocupado Oliver
— Saben de quién era el mensaje? — cuestiona el jefe al ver entrar al escocés quien niegan con la cabeza
— Peterswood no sabe nada de ella — comenta el italiano quién se había comunicado a la mansión de su familia en espera que supieran algo de la ojiazul
— No a salido de Rusia — aclara Robert quien se había comunicado con los centros de transporte.
— Esto es obra de Boris! — exclama un alterado Tyson
— No puede tratarse de los Demolition Boys. — objetó el escocés — Aria no iría con ellos.
Un largo silencio se formó entre los presentes, sin duda el europeo tenía razón, la ojiazul no iría con Valkov, no por su voluntad al menos. No cometería esa negligencia, debía haber otra explicación.
— No debí dejarla — se lamenta el italiano quién fue el ultimo en verla en su habitación, en aquel momento no se percató de nada sospechoso. La ojiazul tenía su equipaje preparado, su boleto, incluso la despedirían en la estación. No ocurrió nada que lo hiciera ponerse alerta.
El fuerte sonido de la puerta logra sacarlo de sus pensamientos. Se trataba del bicolor quien entre sus manos llevaba un extraño sobre grisáceo. Al parecer alguien lo había dejado en la recepción para los Bladebreakers.
— Qué ocurre, Kai? — pregunta Kenny
— Tienen que ver esto.
El bicolor extiende el sobre al de lentes quien procede a abrirlo con premura, ignoraba de que se trataba pero por la expresión de su compañero no podía tratarse de nada bueno.
— Una nota — dijo leyendo el contenido.
«Quieren respuestas? Saben donde encontrarlas, Bladebreakers»
— Qué significa esto? — pregunta el de lentes sin entender del todo aquel extraño mensaje.
— Boris — dijo con amargura el bicolor
— Hay algo dentro, jefe! — señala Tyson
Rápidamente el castaño saca un objeto del interior, se trataba de una pulsera bañada en fina plata, esta tenía grabado un escudo familiar.
— Es de... — susurra con sorpresa escocés
— Aria. — Finaliza el italiano quien no pudo evitar palidecer. Aquella pulsera era una reliquia familiar, era imposible que la ojiazul lo perdiera, sin duda algo malo le había pasado.
— Debemos ir por ella — sentencia un preocupado Oliver
— Es una trampa — advierte Kai
El italiano no pudo evitar maldecir la situación. Quizás la violencia no arreglaba nada. Sin embargo, en ese momento tenía un inmenso deseo de tener a los Demolition Boys en un auténtico coliseo Romano.
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Abadía Valkov
El escaso fuego de la antorcha lograban iluminar tenuemente aquella inhóspita celda donde yacía cautiva, había pasado la noche en aquella lúgubre abadía. Sin embargo, pese a sus heridas, no mostraría debilidad, en especial ante aquel lúgubre hombre de hebras púrpura que la observaba expectante.
— Espero disfrute su estancia, señorita Tornatore.
Frente a ella se encontraba Valkov con la peliblanca, quién tras una orden procede a ingresar a la celda para extenderle una destartalada bandeja con alimento, la cual ojiazul rechaza bruscamente. No quería recibir nada de esas personas.
— En tu lugar no haría eso, princesita.
Lo último fue dicho con mofa, provocando que la ojiazul la observe iracunda. Sin embargo, fuera de seguirle el juego, procede a centrar su atención en Valkov quién se encontraba por retirarse a los laboratorios.