Bijoutier

Capítulo 2

Palabras o frases con asterisco y un número serán explicadas al final del capítulo.

Disfruten de la segunda parte de esta novela, aquí les va.

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Mi madre aun esperaba una respuesta.

-En Ignita solo me explicaron que dentro de esa cueva se encuentra el portal Huiyug —le explicó con calma a mi madre.

- Nosotros no sabíamos que era un portal, sino lo habríamos usado hace tiempo. Allí encontré a Aylén, cuando hacia una ronda cotidiana al sitio para proteger los pehuenes*1 de industrias forestales fraudulentas y de turistas.

Elektra sonrió emocionada y dio unos pequeños aplausos.

-¿En serio? Es un alivio saber eso —le dijo a mi madre.

-¿Allí me encontraron mamá? —estaba entre acongojada y sorprendida, sé que no debería sorprenderme o esperar algo.

Ella se volteó a mirarme encogiéndose de hombros.

Mamá salió a paso rápido hacia las habitaciones principales, se oyó el ruido de una puerta abriéndose y revolviendo cosas. Luego de unos minutos regresó a la sala, estaba junto a mí y de sus manos sostenía un medallón.

-Esto lo tenías en tu cuello, no sabemos por qué, pero siempre lo llevo en los viajes en caso de encontrar a tus padres biológicos.

Depositó el medallón delante de mí sobre la mesa, la miré a los ojos sorprendida, sus ojos amenazaban con ponerse a llorar en cualquier momento. Nunca la había visto así.

Bajé la mirada al medallón, lo tomé y estudié sintiéndolo familiar, como si ya lo conociera, como si me perteneciera. Este medallón era un círculo de oro más grueso que una moneda, una de sus caras era liso con un escudo: una serpiente estaba sujeta a una caída de agua; en la otra cara tenía unas piedritas semi transparentes con colores fríos: azul, celeste, verde y morada; era sujetado por una cadenilla de un metal parecido a la plata y al oro desde una argolla de oro, y debajo tenía un chinche*2 con una punta que se veía afilada.

En menos de un segundo, Elektra ya estaba parada cerca de mí, a mi izquierda, dándome nuevamente un susto de muerte.

La oí soltar una exclamación.

-Ese medallón ya lo había visto antes en la ciudad de Amáfiro, en Aricuos. Ese escudo es de los Fedlimid, la Familia Real. Sin duda, eres de Aricuos si traías esto contigo —mencionó ella sorprendida.

-¿Fa… Familia Real? —fruncí el ceño confundida.

-Los gobernantes de Aricuos—aclaró Elektra.

-Lo sé —murmuré absorta en el medallón en mis manos.

Este medallón no recordaba haberlo tenido, pero lo sentía como mío y escondía las respuestas a las preguntas que me he hecho a lo largo de mi corta vida.

Terminé aceptando absolutamente que yo era una orferina como Elektra, sentía que el medallón me incitaba a descubrir y a aceptar mi origen.

Si… si voy con Elektra, tal vez pueda conocer a mis padres biológicos e interrogarles a estos mis dudas”.

Miré a mis padres, ambos estaban tensos.

-¿Sabes quiénes suelen usar este medallón? —le pregunté ansiosa a Elektra.

Ella no respondió de inmediato.

-No, lo siento. No suelo ir a la capital de Aricuos, esta es mi primera vez —contestó la rubia.

Eso quería decir que debía averiguarlo por mí misma.

-Está bien. Iré contigo a ese lugar, Elektra —afirmé decidida.

Ella sonrió.

-¿En verdad? Qué bueno, así estaré más tranquila —dijo con calma.

-Un momento, Aylén, ¡¿A dónde piensas ir?! —exclamó mi madre enfurecida.

Quedé un tanto choqueada con su actitud.

-Pues a Bijoutier, a dónde más —contesté encogiéndome de hombros, moví el medallón oyéndose un ruido metálico—necesito saber qué es esta cosa, de dónde viene.

Ella apretó los puños con fuerza.

-No, no puedes ir. No tienes permiso, eres mi hija, no puedes irte. Tienes un futuro aquí, mañana volvemos a Santiago y debes empezar a ver una carrera en la universidad —reclamó mi madre.

Me arrebató el medallón de las manos.

-¿Por qué no puedo? ¿Universidad? Cómo quieres que piense en la universidad después de esto —me quejé molesta.

-Esta vez estoy de acuerdo con tu madre, no puedes irte así sin más con una persona que acabamos de conocer. Debes pensarlo bien Aylén —dijo mi padre inexpresivo.

-Pero…

-No hay peros, fin de la discusión—ordenó mi madre inflexible— Dile a Elektra que puede quedarse aquí por hoy, yo le puedo marcar el camino en el mapa y marcharse mañana por la mañana.

-Lo siento señora, me preocupa las consecuencias que pueda ocasionar que su hija haya estado tanto tiempo lejos de la Prisma. Y mi conciencia no me dejará tranquila hasta que la vea en nuestro mundo —fue lo que le contestó a través de mí.




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