Bijoutier

Capítulo 2

Nos retiramos a una pequeña parcela que mi abuelo le dejó a mi papá como herencia. Tardamos bastante, por el taco que se genera al salir de Puerto Varas.

 

Esta consistía en una pequeña cabaña de madera color barniz, techo marrón oscuro, ventanas aislantes de la temperatura en especial del frío invernal sureño. Al volver a Santiago la parcela queda al cuidado de unos lugareños que reciben un gran porcentaje de las ventas de las cosechas.

 

Nos quedamos alrededor del comedor.

 

El silencio rondaba entre nosotros, creando tensión en el ambiente. Miré a mis papás, ninguno de los tres quería comenzar a hablar.

 

-Entonces ¿Dices que vienes de dónde? ¿Cómo terminaste encontrándote con mi hija? —preguntó mi mamá tensa, estaba muy tensa. 

 

Hice de traductora, como en la plaza central de Puerto Varas.

 

Elektra sonrió con entusiasmo.

 

-Vengo de un mundo llamado Bijoutier, en una dimensión paralela a esta; me entregaron un mapa de los portales interdimensionales; uno por hemisferio. El Portal Avayug y el Portal Huiyug —relató la rubia de piel morena— de casualidad detecté la gema de otro orferino, pero nunca creí que ella haya estado tanto tiempo lejos de Bijoutier.

 

Creo que esa noche no dejaría mi papel de interprete.

 

-¿Qué es un orferino? ¿Cómo te llamas, jovencita? —preguntó mi papá frunciendo el entrecejo y rascándose el bigote intrigado.

 

-Soy Elektra Jupthor, señor, del reino de Ignita. En Bijoutier llamamos a los humanos que nacen con una gema en su cuerpo "orferinos". La gema al desarrollarse, muta a otra gema que nos otorga un poder natural, gracias a nuestra creadora, la Prisma —explicaba serenamente apasionada Elektra, de verdad parecía devota a la supuesta Prisma.

 

Soy muy escéptica a todo lo relacionado con lo espiritual o religioso, eso de la Prisma me sigue sonando a religión; mientras que no haya alguien que me lo explique de forma más científica no me iba a creer nada.

 

-¿Por eso tienen piedras o gemas? ¿Para darles una especie de magia? Nosotros, no somos muy creyentes de lo esotérico, preferimos la explicación empírica de las cosas ¿Podrías darnos un ejemplo, por favor? —pidió mi mamá amablemente.

 

Elektra puso sus manos sobre la mesa, las juntó y las separó ligeramente, su gema brillaba de forma limpia sin intermitencia, se veía y escuchaba como unos rayos eléctricos pasaban entre sus manos con absoluto control, las volvió a juntar, la luz de su gema en la mano izquierda dejó de emitir su dorada energía, y al separarlas nuevamente no había nada.

 

-Soy una orferina de agatha, domino la electricidad y sus características —dijo ella orgullosa del poder que poseía— como soy la más rápida, mis superiores me mandaron por este atajo hacia el reino de Aricuos.

 

Mis papás estaban tan sorprendidos como yo.

"Si es cierto lo que ella dice ¿Por qué yo no puedo? ¿Por qué mi pied... gema no ha mutado como la suya? ¿Cómo es que terminé llegando a este mundo?” me cuestionaba confundida, preguntas que mis papás nunca me han sabido responder resurgían de mi interior.

 

Mamá se levantó nerviosa.

 

-¿Puedes mostrarnos el mapa? Tal vez, Marianna pueda reconocer el lugar mejor que yo o mi hija; ya que la familia de mi esposa ha estado presente desde siempre —preguntó mi papá serio— además, ella ha trabajado como guardaparque en varias reservas nacionales, puede ser más útil. 

 

Elektra extendió el mismo pergamino que había visto en la plaza por el largo de la mesa. 

 

-El portal al que llegué fue este de aquí —Elektra señaló lo que actualmente era el límite entre Alaska de los Estados Unidos y el territorio canadiense.

 

-Debo llegar a esta cueva, fue fácil venir hasta la plaza donde estuvimos, pero este mundo es diferente al que me habían planteado en el mapa —nos indicó la rubia— necesito encontrar este portal lo más pronto posible, ando con prisas y también soy algo impaciente.

 

Mi mamá miró un buen rato el mapa, fruncía el ceño y luego arqueó las cejas sorprendida. 

 

Se acercó y puso su mano donde estaba la cueva.

 

-Reconozco esta cueva ¿Por qué sale esa zona en tu mapa? Se supone que nadie que no sea de la comunidad puede acceder a esa zona —le preguntó en forma acusatoria a la rubia orferina.

 

Esto no me gustaba.




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