Advertencia: Puede que este capítulo contenga algún que otro modismo chileno.
Desperté en medio de la noche con fuertes dolores intermitentes en la parte interna de mi vientre, unos dolores que conocía bien y que se habían tardado este mes en molestar. Era la maldita y esperada regla. Solía tener dolores pero nunca me vino tan fuerte como este mes.
Puse mi mochila en mi espalda con la intención de salir a cubrir mi ropa interior.
Removí un poco a Viviann con la intención de despertarla, sabía que era inútil, pero debía intentarlo.
-Viviann, Viviann —susurré lo más bajo que pude.
-¿Qué? ¿Qué quieres, Aylén? —respondió de malas— es muy tarde, vuelve a dormir.
Ella se giró, la removí de nuevo.
-Viviann, por favor ¿Puedes acompañarme afuera? —le pedí con urgencia.
-¿Para qué? Está oscuro afuera —preguntó de malas ella.
-Necesito ir al baño, por favor Viv ¿acompáñame? —le pedí de nuevo, a un volumen bajo.
Ella quitó mi mano de su brazo en un movimiento brusco.
-No, pídeselo a alguien más. Déjame dormir —se quejó balbuceando medio dormida.
-¿A quién más se lo puedo pedir? No se lo pediría a Ely ni a los chicos, por eso te lo pido a ti —le pregunté nerviosa y con la urgencia de estar con la regla atormentándome.
Tenía que cubrir mi ropa interior antes de que fuera tarde o tendría una mancha difícil de sacar al no tener jabón o detergente conmigo.
-Pues pídeselo a Traian —sugirió Viviann con flojera y ganas de seguir durmiendo.
-Acabo de decir que no se lo puedo pedir a los chicos, no lo entenderían —protesté susurrando y avergonzada con la idea de pedírselo especialmente a Traian.
Sabía que no debería ser un tema que me avergonzara y era un proceso totalmente natural, pero no podía evitarlo.
-Seguro si se lo pides, él accederá —aseguró Viviann— como sea, si no accede no te alejes mucho y ve sin hacer mucho ruido.
Se volvió a dormir dejándome con la decisión.
Dudaba en despertar a Traian, me daba vergüenza que él supiera que andaba en mis días, aunque de todos modos debía decírselo, porque no podríamos continuar con las clases de natación. Sentía una extraña vanidad mezclada con fragilidad, no lo entendía.
Por otro lado, me aterraba la idea de atraer a algún animal salvaje con el olor a sangre fresca y estando sola en medio de la oscuridad. Me hacía sentir vulnerable.
Así que, no muy convencida, me dispuse a despertar a Traian, sintiendo las mejillas rojas ardiendo por la vergüenza. Él estaba durmiendo de lado hacia una pared de la carpa, soltaba ronquidos no muy fuertes, pero constantes y con un tono grave. Removí suavemente a Traian del hombro. Él se volteó y luego abrió los ojos de forma perezosa hasta conectar su mirada con la mía, que por la oscuridad de la noche solo lograba ver la blancura de las córneas.
-¿Qué pasa? —preguntó él con la voz pesada y en un suave susurro.
Evité desviar la mirada, pese a la vergüenza.
-Yo necesito ir al baño —susurré en un hilo de voz más agudo del que me hubiera gustado, me sentía más tímida de lo normal— ¿puedes acompañarme afuera? Se lo pedí a Viviann, pero ella se negó. Creo que seguía medio dormida ¿puedes?
"Listo, ya se lo pedí. No sé porqué me cuesta tanto pedirle, tal vez porque es un chico y estoy demasiado consciente de ese detalle. Sí debe ser eso" pensé nerviosa y acomplejada.
Él no se había movido, soltó un bostezo reflejo de su cansancio.
-¿No puedes ir sola al lado de la carpa? —preguntó sin mucho entusiasmo y claramente queriendo volverse a dormir.
Negué con la cabeza.
-No, no puedo. Me da un poco de miedo con los animales salvajes, por favor ¿me acompañas? —le pedí con insistencia casi suplicándole.
Soltó un suspiro y se sentó antes de incorporarse.
-Está bien, vamos rápido ¿sí? —accedió bostezando y con intenciones de volver pronto al campamento.
Salí yo primero y encendí la linterna para poder ver nuestros pasos, una de las lunas de Bijoutier estaba en su fase medio creciente y la otra no se había molestado en aparecer en su fase de luna nueva, lo que ayudó a no estar en completa oscuridad por el bosque. No nos alejamos mucho del campamento, estábamos prácticamente al lado y había unos matorrales de alto follaje entre unos árboles de tronco grueso. Me detuve con Traian siguiéndome por detrás, giré a medias quedando de lado y miré a Traian de reojo.
-¿Puedes no mirar? Por favor —le pedí aún avergonzada, sintiendo un poco de remordimiento por obligarlo a venir y que deba voltear él más encima.