Billete de ida (narciso)

Capítulo 18: Dulce o borracha.

Capítulo 18: Dulce o borracha.

2 de diciembre, 2019.

Jhon y yo salimos de la consulta de la psicóloga y nos dirigimos hacia la consulta de fisioterapia de Erik Baltßun.

Habíamos hablado de su confesión sobre Manuel Schrödez y, Odetta Dabrowska se interesó bastante en saber cómo le afectaba a él y cómo se sentía después de habérmelo dicho. Lo que más me gustó es oírle hablar con orgullo de su hermano, no paró de llamarle luchador en todo momento y juraría haberle visto el amor que sentía (y aún mantenía) en sus ojos.

También he de decir que se cerró un poco en banda y dijo sin miramientos que él no venía a ser analizado.

Jhon Schrödez tenía una coraza bastante grande y en mi opinión impenetrable.

Al menos fue un respiro para mí, ya que me sentía un poco agobiada en general.

—Tengo una llamada muy importante para un juicio internacional en un rato —Conduce fijándose en todos los detalles de la carretera y sin perder el control en ningún instante. Una cosa que admiro de Jhon Schrödez es su versatilidad al volante, es un gran conductor, otra cosa no, pero jamás me sentiría asustada si es él quien lleva el control del auto—. ¿Te importa si te dejo en la consulta de Erik y luego viene Thomas a recogerte?

—¿Tengo otra opción? —Intento una vez más lo de alzar una ceja y no lo consigo, ambas son las que suben—. ¿Y eso que tienes un juicio internacional?

—Gian McMahon es un importante empresario estadounidense con empresas repartidas también por Europa.

—¿A qué se dedica?

—En Europa tiene una importante cadena publicitaria y sus anuncios están al alcance de muchos países.

—¿Y en Estados Unidos?

—Se dedica más al sector publicitario de editoriales. ¿Quieres que una novela, un cuento o un libro escolar salga publicitado en pancartas, anuncios de televisión o incluso por la radio? Entonces debes acudir a él.

—¿Y por qué él recurre a ti si estás en Alemania?

—Porque Schrödez & Co se encarga de la legalidad y el buen funcionamiento de sus empresas en todos los países germanoparlantes y eso implica que mi equipo está además de Berlín, Múnich, Düsseldorf y Stuttgart, en Austria, Suiza, Liechtenstein, Bélgica y Luxemburgo.

—¿Y cómo es que estás en todas partes si no te mueves de Berlín?

—Bueno, me considero muy eficiente en mi trabajo y en contratar a gente más que válida.

—Jhon, no siempre pueden salirte las cosas bien.

Sonríe, está en desacuerdo con mis palabras. Qué engreído.

—Si me veo más capacitado que otra persona para tomar el caso, entonces me lo apropio y lo llevo yo mismo. Ventajas de ser el jefe.

—No creo que sepas todos los casos que pasan por la empresa…

—Desde luego que sí, paso gran parte del día desechando y aceptando citaciones y juicios. Sé quiénes son los indicados para juicios penales, mercantiles, administrativos, civiles… Si veo que mis trabajadores o que yo mismo no puedo hacerme cargo de algo, no lo llevaremos, no representaremos a esa persona o a esa entidad. No voy a explotar a los míos. Sería contraproducente querer abarcar más de lo que podemos.

Habla en modo trabajador, modo abogado, y honestamente no comprendo de que está hablando.

—No entiendo a qué te refieres, Jhon.

—Si un abogado está especializado en derecho mercantil, no le voy a asignar un juicio penal.

—¿Y cuál es la diferencia?

En verdad no sé por qué me intereso tanto, pero el modo en el que lo explica me parece bastante fácil de entender y consigue captar mi atención.

—El derecho civil se especializa en temas como divorcios o la obtención de una nacionalidad, por ejemplo. El derecho penal es el que se encarga de los hurtos, robos, violaciones…, el administrativo ya te lo dice el nombre y…, luego está mi favorito, el derecho mercantil: de empresas a empresas. Si por ejemplo una empresa estafa a otra, si una empresa se inscribe de una manera y luego resulta que se encarga de otro tipo de funciones…

—Pero tú has atendido todo tipo de juicios.

Las palabras de Daniella Jawer-Pereira aún resuenan en mi cabeza. Él fue el abogado de Hugo Müller en el juicio y estaba bastante segura de que él se encargaría de defender a Friedrich Vögel.

—Sí, tengo varias especialidades. ¿Algo más?

—¿Qué se supone que ha ocurrido para que tengas el juicio internacional?

No es que Jhon y yo tengamos mejor relación a raíz de nuestra conversación, de hecho, para mí, no cambiaba nada. Su forma de ser no estaba justificada, su crueldad seguía sin tener sentido y el que hablara mal continuamente de las cosas que para mí eran mínimamente importantes me hacía daño.

Pero también se me hacía más fácil empatizar con él. El amor que alguna vez había sentido por su hermano Manuel, las promesas que le hizo y que decidió mantener, el sufrimiento que llevaba en silencio, para mí, le hacían una persona más digna.




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