Bilogía Magia y Luz: Desnuda

CAPITULO UNO: EL INICIO

Capítulo Uno

Monotonía finalizada

Jenice

Parece que los finales felices no son para todas las personas – pensé, mientras Patricia me contaba otro desastroso final  para otra de sus tantas relaciones. Me estoy agotando de tanta mierda, pero debo seguir escuchando la perorata.

A pesar de que tengo conociendo a Patricia desde hace  años, no he sabido de una sola pareja con la que pasará más de 5 meses, y aunque para muchos es bastante tiempo, cuando se tiene 28 años ya es justo que se quiera sentar cabeza y formar una familia, al menos eso es lo que nuestros padres siempre nos dicen. Tener hijos no es la definición de madurez ni felicidad completa. Muchas personas se sienten mejor sin tenerlos. No creo que deba juzgarla. Aunque últimamente pareciera que todo lo que hago quiere saberlo. Me llama cada cinco minutos, solo para saber que de nuevo con mi vida. No salgo con ningún hombre desde el padre de Luna. No me atrevo. Siento que cuando esté lista y encuentre al indicado lo sabré. Quizás me engañe a mí misma con esto, quizás muy en mi interior sé qué hace años que pude haber encontrado a ese ser que según expertos me complemente.

—En verdad no sé qué decirte Patricia. -  Le dije, intentando no decirle lo que pensaba en realidad. 

—Oh! Por favor, tu siempre sabes que decir Jenice – dijo desesperada y con lágrimas en los ojos. – Ayúdame por favor, dime cómo hacer para que vuelva. Estoy segura que John es el hombre de mi vida. 

—No puedo estar ayudándote cada vez que tengas una discusión con cada uno de tus novios. Tienes que aprender a ver las cosas por ti misma, si te ayudo siempre que lo solicitas al final serás un parásito. – Le dije, ya cansada de tanto hablar y escuchar. 

—Sabes que cuento contigo, siempre estás ahí para mí, no me dejes ahora. Te prometo que cambiare. ¡! Por favor! 

—No puedo negarme, aunque lo diga. Siempre terminas convenciéndome.-  le dije sonriendo forzadamente. 

Apenas estaba comenzando el día y ya la cabeza parecía que me iba a estallar. Ella tenía ese poder de convencimiento, ojos grandes y llorosos y ya me tenía comprada. Eso será hasta un día. El día que decida ser oruga y volar del nido.

Las orugas no tienen nido y mucho menos vuelan.

 

 

 

 

***

Hoy, Como todos los días me levanté a las 6:00 am, para preparar todo lo necesario para empezar la jornada. Cualquiera que me conociera de joven diría que nunca hubiese podido seguir adelante, cuando a los 18 años descubrí que estaba embarazada. Mis  padres no fueron como los tantos que hay que les tienden la mano a las hijas ingenuas, sino que, me lanzaron a la calle   sin importar donde iba a vivir. No me dejaron argumentar.  Para mis padres lo principal son  las apariencias y yo me convertí en una  vergüenza para la familia.

Habían pasado cerca de siete  años sin hablar con ninguno de mis familiares, incluida mi  hermana Trina. Ya mi hija tenía seis años, y la consideraba el mejor regalo del mundo aunque alcanzado de una forma para nada  fascinante ni placentera.  De no haber sido por mi amigo de la infancia, Thomas, no hubiese podido subsistir. Fue él quien me dio cobijo en su casa cuando mis estirados padres me repudiaron por estar embarazada.  


Thomas siempre estuvo conmigo, hasta que le ofrecieron la oportunidad de estudiar en Montreal. Una oportunidad que no se presenta todos los días. Desde ese momento ella se fue a Prudencia, pues si Thomas no estaba en su casa yo no podía quedarme. Nunca fui causa de alegría para la señora Pacherth y menos al enterarse de que ella estaba embarazada. Ya me di cuenta de lo que siempre dice, cuando algo malo te pasa…todo lo que sigue es peor. Solo mi hija fue  algo bueno.

Thomas se negó a no ayudarla. Ellos siempre habían estado juntos en las buenas y en las malas. Cuando uno de ellos se buscaba problemas el otro estaba para resolverlos. Si Thomas quería darle celos a alguna de sus conquistas, Jenice se encargaba de hacerse pasar por su querida y amada novia. A veces cuando el padre de Thomas llegaba borracho, el niño siempre se iba donde Jenice y pasaba la noche con ella en la casa del árbol. Cuando el padre borrachín murió, Thomas apenas tenía 14 años y fue bastante difícil la pérdida. A veces pensamos que odiamos a alguien pero cuando esa persona ya no está, sentimos un vacío  indescriptible. La pérdida de un padre un niño jamás la supera. En general, cualquier pérdida cercana, es un escalón a la perdición y resentimiento emocional.


A pesar de que yo tenía mejores cosas por el lado material, siempre mi relación con él fue estrecha. Mis padres nunca toleraron a Thomas, él es...era más bien, un chico simple. Gustos simples, Educado, en ocasiones alejado de la realidad, Un día me harté y les dije que si volvían a tratarlo mal, estando yo o no, y me enteraba, les achicharraría la casa. Haciendo bastante énfasis en la frase: Arderán como pollos al carbón. Tenía ya unos diecisiete años. Yo  sabía que nunca lo haría pero fue muy divertido ver las caras de mis padres al decirles eso. Cualquier disparatada por más simple y graciosa que parezca, saliendo de la boca de un adolescente en pleno desarrollo de hormonas hay que tener precaución y prestar atención. Yo lo sabía, por eso me aprovechaba de su debilidad.

Tenía mucho tiempo sin saber nada de Thomas, ya no hablábamos por teléfono, porque yo no podía pagar una línea, y tampoco me comunicaba con él por internet. Era una situación terrible, por que en verdad que me hacía falta alguien que razonara por mí, y con quien divertirme. Estaba Patricia, pero con ella no se podía contar, si no era que estaba en una de sus citas era que estaba trabajando o viajando donde sus padres enfermos.  Ambos habían sufrido un accidente automovilístico y estaban en sillas de ruedas. Un destino fatal para una pareja tan joven. Cuando estaba en casa, tenía Jenice que darle consejos y escucharla llorar. No es que no me gustaba ayudar, solo que a veces necesitamos que nos escuchen a nosotros, que se intercambien los papeles, no es posible solo escucha y más escucha de un lado. Limpiar la basura del corazón de alguien que ama a cada hombre que le sonríe. Aunque ella sea feliz con su estilo y forma de ver la vida, sus desilusiones y llantos trasnochados, no quiere decir que yo estaré de acuerdo con esto. Tengo la entera confianza de que en algún momento llegue la reacción del cerebro y que tome control de ese cuerpo.




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