Bilogía Magia y Luz: Desnuda

CAPITULO DIEZ


Capítulo DIEZ

Opuestos

Kade

Estoy en su casa. Hoy Thomas y yo hemos dado inicio a un cambio radical en la vida de mi protegida.

No he podido dejarla, sabiendo que la amenaza está ahí. Esperando un descuido.

He recorrido toda la casa antes de que Jenice regrese del trabajo. Su aroma está en la habitación, he sacado toda mi fuerza de voluntad para no tocar una blusa que desfallecida en la cama me observaba.

—Control Kade. Han pasado cientos de años y sigues como un adolescente en calor. – me dije a mi mismo.

Si mis superiores me vieran, me golpearían con un mazo en la cabeza por pendejo. Ya me imagino a mi padre, con su cicatriz en el ojo derecho diciendo: "no seas mujercita Kade. A lo que viniste"

Mi padre es el segundo al mando después de Gabriel. Soy hijo de Uriel. Es el Arcángel con más sabiduría en el reino terrenal y celestial. Quien posee la llave del infierno. Encargado de hacer entrar en razón a los humanos. El todo poderoso le otorgó sabiduría y poder a la vez. Mi padre es el guía de los que buscan eliminar la ignorancia. Protege a sacerdotes, Espiritistas, Vínculos, Videntes, más que a todos estos, protege a nuestros protegidos,  a la esperanza en la guerra que se avecina.  Las cosas se pusieron un poco tensas, cuando se enteró que Gabriel había traicionado a todos con la Zorra de Lilit. Ese demonio deleznable. Era lo peor. Y el Arcángel lo sabía. Más que eso, la ira de mi padre fue por haber procreado a una hija, Jenice. Todos nos sorprendimos al saber la verdad. La cara pálida de Gabriel al admitir que había caído en las redes de esa víbora, de la usurpadora e imitadora Lilit. La primera mujer del paraíso. El Ángel nos contó cómo esta lo engaño, tomando el cuerpo de una mujer humana de pelo rojo, luego de tener sexo con él, cuatro meses  después recibió una carta en el capo de su carro, pisada con un par de alas doradas, donde solo decía…’’Gracias por regalarme el arma más poderosa, papa. Por cierto, será niña’’.  No dejó más información que esa. Cazó y asesino demonios con más vehemencia que en toda su vida en la tierra. Pero hasta el momento, no había podido dar con ella. Lo evitaba. Ella no dejó que él viera a su hija y solo le mencionó haber dado a luz a su descendiente para joderle la vida y mutilar su corazón. Yo estaba ahí con mi padre cuando él se arrodillo y con lágrimas en los ojos dijo que debía dejarnos y enfocarse por cuenta propia en recuperar a su hija. Pues lo extraño de todo esto es que según tenemos sobre entendido, Lilit fue maldita y cada día cien de sus hijos mueren al día. No sabemos cómo es que esta hija entre dos contrarios naturales aún está con vida, más que eso, que sea la esperanza de todos.

Han pasado más de ciento veinte años y aquí estamos. Al fin la conseguimos.

Solo que Gabriel aun no lo sabe. Su fuerza y valentía ha sosegado. El dolor y la pena lo han convertido en alguien inestable. Mi padre, como jefe, lo mantiene encerrado en una casa custodiada por fuertes guerreros. Lilit se ha metido en su cabeza varias veces. Poco a poco va logrando su cometido. Está haciendo caer, destruyendo al arcángel más fuerte.

Me detengo ante el ventanal que da a la calle, es en verdad una vista increíble. Lo dije en serio cuando estuve aquí el otro día.

Jenice se ha cerrado por completo a los hombres, a las personas en general. Lo cual hace más difícil demostrarle que no es una simple humana. Hacerle creer y lograr que nos salve de la invasión demoníaca que se avecina. Lilit está preparando su ejército, con todas las intenciones de subir al cielo y reclamar su lugar.

Yo en verdad la entiendo, entiendo el dolor de Jenice al pensar siquiera en amar a alguien. No amo a Graham, por lo poco que he podido escuchar, fue más un enamoramiento precoz que terminó mal, he sufrido su dolor. Las situaciones se precipitaron, se aceleraron y la venganza fue más fácil de lo que pensé. Hice que Graham sufriera.

Lo hice.

Nadie tiene derecho a robar sueños y esperanza, a mancillar el alma de alguien. Ningún humano debe tener esa potestad. Algunos no merecen siquiera ser salvados. El no era como el Arcángel Gabriel, confiado en la humanidad, en que merecían ser cuidados y ayudados. Por eso habían creado la tribu, por eso eran hijos del cielo, por eso eran guerreros que se esforzaron en proteger al humano común. Muchos asesinados ya, otros continúan en la guerra diaria contra seres deleznables y malnacidos.  Graham era uno de esos humanos que no debía vivir tranquilo. Si. Debía vivir, pero bajo la tortura de saber que había dañado a alguien.

En verdad lo había  disfrutado todo. Lo ubique en la ciudad de Cumbagia. Un alto ejecutivo y demás mierda superficial. Lo invite a tomar unos tragos alegando que era algo de negocios. Es avaro y no pudo dejar pasar una oportunidad de trece cifras. Así que accedió a verme. No tenía la menor idea de quién era. Mejor así. No quise involucrar a más nadie, ni a Jenice ni a Thomas. Él me matará si se entera de esto. El juicio en sus ojos, en su mente, no necesito eso. Puse Rohypnol en su trago cuando se levantó para saludar a alguien. La llevaba en polvo para que se disolviera más rápido. Pregunte a un drogatas cual era la más fuerte si querías mezclarla con alcohol. Con esta droga no recordabas nada al otro día. Pero sabías que algo había pasado contigo. Puede ocasionar adicción aun sin saber que consumiste la misma, y más que nada desinhibe pero te mantiene consciente.  El efecto fue automático. Perdió la noción del tiempo por completo. Los ojos se le desenfocaron y parpadeaban mucho. Lo conduje hacia afuera y lo monté en mi Hummer H2. Color negra y con vidrios tintados.  Tenía poco tiempo para todo lo que quería hacerle. Los efectos del Rahypnol sólo duraban dos horas.

  • ¿Qué me hiciste desgraciado?  — Su voz estaba adormecida. Como si su lengua le pesara. Al parecer un efecto secundario.
  • Que te haré es una mejor pregunta. – le dije son total ironía.
  • No sabes con quién estás tratando. Voy a matarte.




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