Bilogía Magia y Luz: Desnuda

CAPITULO QUINCE

CAPITULO QUINCE

 

—Jenice, soy Thomas. Abre la puerta. 

Me quede dormida en el mueble. 

Me levanto y voy a la puerta. Arreglo mi ropa y me entro los flequillos detrás de las orejas. Luego de comprobar que no estaba tan desagregada en el mini espejo que coloque estratégicamente al lado de la puerta justo a mi altura, procedo a abrir.

—¿Qué cuentas compañero? —le dije recostando mi espalda a la pared.

—Sólo quiero saber cómo esta. Alguien me llamó diciendo que eres una perra — Que novedad, pienso.

—¿Será la misma estúpida, Rizos de oro canilluda que estaba aquí hace un rato? — ¿que se Cree? ¿Qué porque sea su novia no diré nada?

—No seas injusta. Ella quiere que todo salga bien. PARA AMBAS. —Dijo las última palabra son cara de bobo.

—¿Quieres dejar de hablar de tu novia y que salgamos a leer un rato? No quiero volver a ver ese libreto en lo que me resta de vida Y MUCHO MENOS pretendo pasar un minuto más hablando de Daniela.

—Salgamos Jen. — Me alentó. Thomas era esa clase de hombre que sabe cuándo callar y no refutar nada. A sus dieciséis parecía un caballerito. Hacía poco su padre había muerto, sentía tanta lastima por mi amigo. Sufriendo en silencio para no lastimas más a su madre. Por eso no me esforzaba más en que terminara con su novia. Le servía de distracción. – ¿Alguien más vino hoy? – Preguntó Thomas.

—Solo un hombre buscando a mi padre. ¿Por qué? ¿Esperabas a alguien en mi casa? – Le respondo.

—No especialmente. ¿sabes que puedes decirme lo que sea, verdad?

—Si. ¿Pasa algo? – Comenzaba a despertar mi curiosidad.

—No Jen. Demos una vuelta. – Me dijo colocando sus manos en los bolsillos de sus pantalones jeans.

Cierro la puerta una tercera vez.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.