Capítulo 40: Mi rival Raúl.

Raúl se planta frente a mí con la seguridad de un gallo en un corral lleno de pollitos, y así aparece mi último oponente del Nivel 1, ese grupo selecto de los cinco mejores. Ya saben, el club VIP de los machos alfa del torneo.

—¡Pero mira nada más a quién tenemos aquí de nuevo! —dice con un tono tan falso que debería considerar una carrera como vendedor de aspiradoras—. ¡Al gran Alberto, el presumido del que todos hablan! ¿Qué, esta vez piensas que te van a salvar tus fans?

¡Y ahí está! Raúl con su encanto habitual de cactus y su misma actitud de "mírenme, soy el rey del mundo", como si fuera el protagonista de un reality show barato.

—Ahórrate el teatro, Raúl —le respondo, tratando de no rodar los ojos tan fuertes que se me caigan—. Tú no me caes bien, y yo no te caigo bien. Si abrimos la boca, vamos a acabar lanzándonos insultos hasta que alguien se quede sin batería. Así que mejor luchemos de una vez y sigamos con nuestras vidas: tú a tu lado oscuro de la fuerza, y yo a lo mío.

Se aparece mágicamente delante de mí, sin ni siquiera detenerse a contestarme, pero que grosero es, ni siquiera fue detrás para agarrarme de sorpresa, fue de frente como si fuera el gran mago que no le tiene miedo a nadie.

Rápidamente me lanza una patada la cual, hecho mi rostro hacia atrás, ahora que lo recuerdo mi esqueleto está en la burbuja de esa chica me había olvidado de él.

Ahora me lanza golpes con sus dos puños y retrocediendo hacia atrás trato de esquivarlo, pero que agresivo vino este muchacho y tanto me odia.

No lo puedo creer cometo una imprecisión y calculé unos de sus golpes mal y no lo pude esquivar, golpeándome en la cara, mandándome a volar, mientras tanto lo veo correr a toda marcha a donde está el punto que voy a caer porque todavía estoy por el aire a causa de su golpe.

Qué suerte tiene Raúl yo equivocarme así, no me puede pasar eso en otro momento será por lo confiando que me encuentro con los del Nivel 1.

Utilizo mi hechizo fantasma el cual mi cuerpo se pone blanco, casi de forma transparente, donde ningún golpe es decir no puedo recibir daño físico mientras este en este estado ni yo puedo hacer daño físico porque no puedo tocar a nadie, ni nadie tocarme a mí.

Al caer al piso su golpe de Raúl, pasa a través de mi cuerpo y estoy a salvo de pie frente a él.

Se me quita la técnica porque solo dura ochos segundos y tengo que esperar un tiempo para volverla a utilizar.

—¡Caray, Raúl, ¿tú entrenas con martillos o qué?! —protesto mientras me limpio la sangre de la boca. Creo que ya estoy desarrollando un talento especial para el escupitajo dramático con sabor a sangre.

—No pienso darte tiempo para que saques una de tus idioteces mágicas. —Raúl se pone en posición de ataque, y por su cara, juraría que está posando para la portada de un cómic de superhéroes de bajo presupuesto.

—¡Ah, claro! Muy astuto de tu parte, Raúl. —Intento sonar irónico, pero con la sangre y el labio partido, probablemente parezco más un payaso que un estratega.

Corre hacia mí no mucho porque estábamos cerca los dos, sin tiempo a nada sigue con su jornada de ataques seguidos, creo que debería dejar de jugar y terminar con la pelea ya cometí un error y unos de sus golpes impacto mi rostro, pero si esta vez cometo el mismo error me pegará más fuerte porque veo aire comprimido en sus manos, parece que esta vez va en serio.

Lo mejor sería utilizar mi técnica de fantasma para alejarme de él y utilizar alguna invocación o quizás un hechizo para atacarlo y no solo sea yo, que se defienda.

Espera un momento una espada atraviesa su estómago, pero ¿Quién sería?

Al salir la espada del estómago de Raúl se voltea y con todas sus fuerzas lanza su puño hacia delante saliendo de este una ráfaga de viento, que afecta no solo al esqueleto que sus huesos se rompen en pedazos sino también al piso, que queda con una parte arrancada, arrastrando las piedras despegadas del piso por la ráfaga de viento creada por su puño.

Se me había olvidado el esqueleto mientras peleaba con Raúl parece que la magia de la chica se desvaneció y al salir atacó a Raúl por la espalda, la verdad se me había olvidado desaparecer esa invocación.

Veo a Raúl voltearse sin perder el tiempo para hacer esa misma técnica conmigo, pero el dolor en el estómago hace que pierda el equilibrio cayéndose delante de mí con su puño intentando realizar su ráfaga de viento, pero este no puede, al caer al piso tiene su mano en la herida de su estómago es muy profunda y está sangrando mucho, miro que realmente lo hayo desprevenido mi esqueleto.

—¡Eres un tramposo! ¡Solo me distrajiste para que ese saco de huesos me diera un ataque mortal por la espalda! ¡Claro, qué más iba a esperar de un mago invocador de hechizos! Son como esos jugadores que solo ganan en el videojuego apretando todos los botones a la vez. No tienen ni idea de lo que es pelear como guerreros de verdad, con valor y sin truquitos baratos.

—Oye, si supieras… no tuve nada que ver con eso. ¡Fue pura coincidencia! Ni lo planeé… aunque me gustaría poder decir que sí, porque suena a una jugada maestra.

—¡Ni se te ocurre ofrecerme tu magia para curarme! —gruñó, con una cara que parecía un meme de enojo nivel extremo—. Sería una humillación aceptar ayuda de alguien como tú. Prefiero caer dignamente que admitir que alguien de tu tipo me ayudó. Mejor mátame y acaba con esto de una vez.

Lo miré, tratando de no reírme de lo dramático que estaba siendo. Está bien, lo entendía. Orgullo de guerrero y todo eso.

—Está bien, haré lo que me pides —dije con un suspiro, porque ¿quién soy yo para discutir con un hombre que prefiere la muerte a un poco de ayuda? —. Pero antes de que te conviertas en historia épica, déjame decirte algo. Ese ataque que hiciste fue impresionante, de verdad. Si sigues entrenando así, en unos años podrías llegar al Nivel 6. Serías un mago temible. Un verdadero terror de los campos de batalla.