Black Ghost

Capítulo 42: Madre o Hermana.

Entro al karaoke como quien entra a un reality show, esperando aplausos que nunca llegan. Es un cuartito pequeño, pero acogedor, con tres muebles alineados como si fueran soldados de sofá y una cuarta pared dominada por un monitor gigante, el verdadero protagonista de la noche. En el centro, una mesa que parece estar ahí solo para sostener el control de la tele y un micrófono que promete convertir a cualquiera en estrella... o en meme.

La chica de burbuja, siempre el alma de la fiesta, decide que es momento de más drama y me presenta a dos amigas que acaban de llegar, como si estuviéramos en un capítulo de su propia telenovela. Mientras tanto, nos organizamos para rifar quién será la primera víctima... digo, cantante. Cada quien quiere escapar, pero alguien tendrá que sacrificarse por el bien del entretenimiento.

De repente, el ambiente empieza a fluir. Estoy hablando, cantando y, honestamente, pasándola mejor de lo que esperaba. Resulta que venir no fue una idea tan mala. Entre risas y gallos (de los cantados, no los de corral), consigo despejar mi mente de la plática intensa con ese hombre de mis padres. Por un rato, todo lo demás queda en pausa, y me entrego al caos melodioso del karaoke.

—Alberto, ¿tienes novia? —me soltó de repente la chica de la burbuja, así como quien lanza una granada para romper el hielo.

—No realmente... —intenté responder con la dignidad de un político que se da cuenta de que está metido en un escándalo—. Pero sí hay una chica en la escuela que me gusta. Espero que algún día podamos salir juntos y ser novios oficialmente, ya sabes, de esos que presumen en Instagram. —Claro, lo que no debía decir era: "Por cierto, estoy saliendo a escondidas con Yolanda".

—Bueno, como aún no tienes novia oficial, las chicas y yo estábamos pensando en organizar una orgía después del Karaoke. Creo que le gustas a Noelia, mi amiga, y será la primera que se te eche encima. —Ahí fue cuando mi cerebro explotó como una palomita en el microondas.

—¡Ah, claro! Después del Karaoke sería... ¡perfecto! —respondí con una sonrisa nerviosa, porque obviamente había que seguirles el juego. Son mis primeros amigos aquí en Herel y, por lo visto, su humor es... ¿cómo decirlo? Bastante único.

—Pero no te emociones tanto con Noelia, que yo también quiero disfrutar un poco de ti —me soltó la chica como quien pide un café doble en Starbucks.

—Vaya, ¡qué honor! —contesté, intentando no parecer un ciervo deslumbrado por las luces de un camión.

—Sabía que Alberto no era un aburrido como mi hermano Dery. Por un momento pensé que nos iba a rechazar y ya estaba planeando cómo convencerte.

Y ahí estábamos, hablando tan casualmente de una supuesta orgía como si estuviéramos discutiendo el menú de una pizzería. Yo asentía a todo, diciendo que sí como un empleado nuevo en su primer día de trabajo, sin entender bien qué estaba firmando.

Según ellas, la idea era alquilar una habitación gigante en un hotel, montar un espectáculo digno de una película para adultos y disfrutar "delante de todos nosotros mismos" (lo cual no tiene ni gramática ni lógica, pero lo acepté igual). Estas chicas sí que sabían cómo improvisar guiones de comedia.

Justo cuando estaba imaginándome cómo explicarle esto al terapeuta en el futuro, mi celular vibró en el bolsillo. Era una llamada. Miré la pantalla y ahí estaba la foto de mi hermana, sonriendo como si quisiera recordarme que todavía tengo un poco de decencia.

—Disculpen, es mi hermana. Ahora vuelvo. —Salí del bullicio del Karaoke, donde el ruido era tal que hasta un submarino en guerra parecería tranquilo en comparación.

— ¿Dónde estás? —La pregunta me llega como un grito desesperado que casi hace que me atragante con la bebida. Su tono es tan intenso que por un momento pienso que estoy en medio de una telenovela.

—En el karaoke con unos amigos —respondo rápidamente, no porque tenga prisa, sino porque quiero saber si algo explotó o si simplemente mi hermana está en uno de sus dramas.

—Quiero que regreses a casa ahora mismo —me dice con un aire de emperatriz autoritaria. Me imagino a Evelyn con una corona y un cetro, exigiendo obediencia absoluta. En serio, ¿quién le dijo que era mi dueña?

—Mira, hermana, ni eres mi novia para darme órdenes ni lo serás en un futuro, así que relájate. Estoy con unas chicas cantando, bebiendo y haciendo el ridículo como corresponde. Cuando terminemos, voy al dormitorio —le contesto con la dulzura de alguien que sabe que esto va a escalar, porque la noto al borde del colapso.

—Ya me contaron con quién saliste después de la pelea mágica. Esas chicas no son de fiar, tienen mala reputación. Seguro termina en un hotel con alguna de ellas, ¡sinvergüenza! —empieza su monólogo de detective frustrada. Me río tan fuerte que casi se me cae el teléfono.

—¿Un hotel? ¡Por supuesto que no! Aunque, ahora que lo mencionas, hicieron un chiste sobre irnos a uno después del karaoke para una orgía. ¿No es hilarante? Esos chicos tienen una imaginación desbordada. Aunque no voy a mentir, las amigas de David no se ven nada mal —añado con un tono teatralmente sensual, porque si algo me divierte es echarle leña al fuego.

—¡Dime dónde estás para ir a buscarte! —Su voz suena tan desesperada que podría ser la protagonista de una comedia romántica a punto de confesar su amor. Me cuesta aguantar la risa.

—Ni loco te digo dónde estoy. Lo último que necesito es que llegues aquí a hacer un escándalo que dejes a todos con traumas. —Es que, honestamente, a veces Evelyn parece sacada de un reality show de drama familiar.

—Eres muy inocente. Esas chicas hablaban en serio —insiste, como si tuviera pruebas irrefutables de que estoy a punto de unirme a un culto extraño.

—Claro, claro, mamá celosa. Bueno, si ya terminaste tu show de "Salvando a mi hermano de la perdición", me voy. La máquina de karaoke me está esperando, y no puedo dejar a mis fans (mis amigos borrachos) sin mi gloriosa interpretación —le digo, mientras trato de no partirme de risa.



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En el texto hay: fatasia, cienciaficion, amordehermanos

Editado: 18.07.2025

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