Capítulo 60: Espada de oro.

Inmediatamente esas dos marionetas corren donde estoy yo parado.

Por mala suerte para mí la magia Mundo al revés no funcionarán con esas marionetas porque no tienen ojos humanos, mi Mundo al revés afecta solo a los seres humanos, empieza desde su cerebro hasta sus ojos atrapándolos en mi dimensión que no es una ilusión reflejando todos sus ataques contrarios donde lo lancen.

Pero estas marionetas controladas con su hilo mágico, casi invisible son mi perdición por varias razones:

La primera es que mi Mundo al revés no funciona en ellas, al no ser seres humanos.

Segundo mi espada con mi segunda transformación no tiene ninguna otra habilidad mágica solo esa del Mundo al revés.

Tercero y último, es que aún es que desconozco las habilidades mágicas de esas dos marionetas.

Por eso me desaparezco mágicamente cerca de Federico, porque mi Mundo al revés si lo afecta a él, aunque sus marionetas no.

Pero no lo puedo creer lo cual acabo de ver se intercambió el maldito ese con unas de sus marionetas en su lugar, considero que ahora para derrotarlo primero debo acabar con sus dos marionetas, porque siempre que quiera aparecérmele mágicamente se intercambiara con una de sus dos marionetas.

Se intercambió con la marioneta de ropa roja y me lanza fuego por su boca, lo cual yo me alejo huyendo de ella como un cobarde sin enfrentarla y que puedo hacer no tengo nada para hacerle frente, que no sea buscar distancia para realizar mi tercera transformación de mi espada la cual es mi segunda Joya.

Al tener la suficiente distancia, paso la mano por mi espada así surgiendo mi tercera y última trasformación de mi espada.

Ahora mi espada toma su forma real la cual es un color dorado completo ya no solo la empuñadora es dorada sino también el filo de mi espada.

Mi espada me da una velocidad increíble a mí y una fuerza imparable.

También esta última trasformación tiene una habilidad mágica única y es que mi espada absorbe los ataques mágicos no los físicos, sino la magia de mis oponentes por eso los magos tipo invocador y hechizo la ven muy mal con mi tercera transformación.

La marioneta de ropa de color rojo llega a mí y por boca me lanza fuego pongo mi espada dorada delante y absorbe todo el fuego como si nada, para el siguiente segundo aparecer detrás de la marioneta, pero el ojo de un humano normal no hubiera visto que ya la corte a la marioneta por todos lados, mientras detrás de mí se cae en pedazos al suelo la marioneta.

No tarda mucho en llegar la última marioneta para lanzarme un puño electrificado y lo detengo con mi mano, para sin casi mover la mano que sostengo mi espada cae la cabeza rodando al suelo, de la última marioneta y en un pestañeo de segundo estoy de frente de Federico.

—¿Por qué no te rindes de una vez? —le digo al oponente mientras agito mi espada —. No tienes nada mejor que esas marionetas de juguete. ¡Frente a mi espada, eres menos peligroso que un cuchillo de mantequilla!

Curioso. Cada vez que abro la boca, mis enemigos se enfurecen. ¿Será mi encanto natural?

Él suspiró como si acabara de descubrir que su helado favorito se había derretido.
—Sí, tienes razón... Ahora veo que nunca tuve la oportunidad de ganarte. Qué decepción. Y pensar que vine aquí tan motivado para llevarme la victoria... —Se veía más triste que un payaso sin maquillaje.

Decidí darle un empujoncito emocional, aunque fuera con una pizca de hipocresía.
—¡Ánimo! Tus compañeros de la Liga Oro aún tienen oportunidad de derrotarme. Así que, técnicamente, tu equipo todavía no ha perdido del todo.

Lo dije con mi mejor cara de “te estoy apoyando”, pero por dentro sabía perfectamente que no quiero perder contra nadie. Ni contra él, ni contra sus amigos, ni contra el tipo que vende pociones mágicas en el mercado.

Él levantó una ceja, escéptico, pero optó por darme la razón.
—No dudes que lo harán —dijo con un aire de drama digno de telenovela—. En fin, me rindo. No pienso seguir perdiendo el tiempo contigo.

Y, para no perder estilo, se desintegró frente a mis ojos. Así, ¡puf! Como si hubiera explotado un paquete de purpurina.

Si logro superar esta Liga Oro sería fantástico, pero, siendo sinceros, los tres últimos niveles deben ser una locura.

Cuando llegó mi cuarto oponente, me concentré como si estuviera en un examen de matemáticas, alejando cualquier pensamiento que no tuviera que ver con esta pelea. Nada de qué comeré después o si me dejé el gas abierto.

—¡Oye, pedazo de basura con patas! Deberías estar orgulloso de enfrentarte al gran Tristán. ¡No dejaré que un saco de desperdicios como tú llegues a ver al número uno de la Liga Oro! —Me lanza esa joyita de saludo, y yo ni siquiera le había dirigido la palabra.

—Orgulloso dices, no sé si eres presumido, arrogante o solo alguien que no le da miedo hacer el ridículo. Digamos que vas a necesitar un poco más que insultos para impresionarme. —En serio, este tipo no tiene nada que me inspire a llevarnos bien.

—¡Arrogante, yo! Mira esto.

De repente, su cuerpo empieza a inflarse como un globo de gimnasio. Más músculos, más grande, más ruidoso. Cada segundo se pone más fuerte, como si hubiera decidido pasarse el día entero levantando pesas.

—¡Y aún puedo hacerme más fuerte! No soy solo músculo indestructible, también soy más rápido que cualquier mago de la Liga Oro.

Empieza a teletransportarse por todo el coliseo, apareciendo aquí y allá como si fuera un truco barato de fiesta.

—¿Sorprendido? ¿Por qué no intentas detenerme? Mejor aún, intenta cortarme con ese palillo de dientes que llevas. Deberías venderlo, seguro por ser de oro sacas algo en la casa de empeño. — ¿Este tipo puede ser más irritante? La respuesta es sí.

—Pues tú lo pediste. Voy a detenerte y cortarte al mismo tiempo. Prepárate para bailar.

En un parpadeo, estoy detrás de él. Y ¡zas!, su pierna derecha sale volando como si fuera un cohete en dirección al público.