Black Ghost

Capítulo 61: Recordando.

El número uno de la liga Oro está frente a mí, riéndose como si hubiera contado el mejor chiste del mundo. Solo que yo no me estoy riendo. Yo estoy aquí para pelear, no para una noche de stand-up.

—Es bastante gracioso ver cómo derrotaste a Tristán de esa manera tan… ¿cómo decirlo? ¿vergonzosa? No todos tienen el lujo de humillarlo tan épicamente. Debo felicitarte, eres fuerte y digno de admirar —me suelta, con una sonrisa que parece pegada con pegamento mágico.

Por lo menos este tipo parece simpático, nada que ver con el amargado del combate anterior.

—Muchas gracias —respondo, intentando sonar cordial—. Tú también debes de serlo, para ser el número uno del NIVEL 3.

Aunque, claro, en mi cabeza no bajo la guardia. No tengo idea de qué trucos de magia baratos tiene bajo la manga.

—Bueno, creo que no debemos hablar mucho —dice, todavía con esa sonrisa que empieza a ser un poco espeluznante—. Terminemos con tu última pelea del día de hoy.

Antes de que pueda contestar algo ingenioso, levanta la mano derecha, y ¡bam! Aparece una nube negra justo encima de su cabeza. Me resulta curioso, porque él está completamente vestido de negro, igual que yo. Al parecer tenemos el mismo asesor de moda.

En Herel no hay uniformes para los magos. Lo único que llevan es un broche pegado al hombro con su rango. Aunque, siendo honesto, su ropa negra es genial. El negro es mi color favorito. ¿Será raro preguntarle dónde compró su ropa después de esta pelea?

Mientras tanto, la nube negra empieza a moverse lentamente hacia mí. Pero no me preocupa demasiado: mi espada es como una aspiradora de ataques mágicos. Esa nube no tiene nada que hacer contra mí. Podría llamarla el mejor antimosquitos mágico.

Sin embargo, algo empieza a ser más raro. No sé si es la nube o la situación, pero cuando la nube finalmente llega a mí, todo se pone oscuro. Y no me refiero a “apaga la luz y ya”. Esto es un nivel de oscuridad final de película de terror. Levanto mi espada para absorber la magia, pero… ¡esperen un segundo! ¿¡Dónde rayos está mi espada!? ¡Se ha desvanecido!

Ahora estoy frente al edificio D, la sede de la empresa de mi familia. Veo a mis padres saliendo del edificio. Están sonriendo, tomados de la mano, y mi corazón se llena de alegría. ¡Por fin algo bonito en este desastre! Corro hacia ellos, pero algo no está bien. Les grito que no se suban al vehículo. ¡Grito tan fuerte que probablemente se me va a salir un pulmón! Pero… no me oyen.

Y entonces, lo inevitable ocurre. El vehículo explota en llamas verdes. Mis padres... se van. Otra vez. Los pierdo frente a mis ojos, como si estuviera atrapado en una pesadilla repetida.

Un instante después, vuelvo en mí, gritando en el suelo del Coliseo. Mis manos están en mi cabeza y siento como si hubiera corrido un maratón, pero ahí estoy, con mi espada, exactamente donde la dejé. Todo a mi alrededor vuelve a ser blanco. Nada de nubes, nada de fuego verde.

¿Magia de ilusión? ¿Un sueño particularmente realista? ¿O tal vez un hechizo llamado “trauma express”? No tengo idea, pero si ese fue su ataque, definitivamente necesito terapia mágica después de esto.

Me tiemblan las manos como si acabara de tocar una olla caliente, pero no, lo que vi era aún peor. Al levantar la cabeza, ¡zas!, el mago número uno de la Liga Oro me suelta una patada digna de un torneo de artes marciales youtubero. Mi espada sale volando como si tuviera alas, y yo… bueno, yo ruedo por el piso como una croqueta mal frita.

Para colmo, estoy sangrando tanto por la cara que parece que me hubiera maquillado con salsa de tomate. Esa nube negra sigue persiguiéndome como si fuera un paparazzi enojado, y, por si fuera poco, el mundo se pone oscuro otra vez. Literalmente, ¡no veo nada! Pero entonces aparece ella.

La reconozco por la ropa (y no por su carita de angelito vengativo). Es Yalet. Ah, Yalet, la viva imagen de Haru, pero con personalidades distintas. Lo único que las diferencia es la ropa… y que me odia.
—Me fallaste —me suelta con más dramatismo que una telenovela de las tres de la tarde.
—No, espera, Yalet…
Pero no espera. ¡Oh, claro que no! Ella se marcha como si estuviera en un comercial de perfume: envuelta en oscuridad y dejando una frase de odio.
—Te odio.
Y, pum, desaparece en el abismo de mis malas decisiones. Ah, Yalet… mi ex, la chica de la que estaba tan enamorado que probablemente le escribía poemas malos en su momento. Recordarla es como morderme la lengua: doloroso, pero ahí estoy.

De repente, zas, estoy despierto otra vez. Y para no variar, el mago de la Liga Oro, que ya está haciendo méritos para ser el abusador del año, me suelta un golpe en el estómago. Después en la cara. Y otra vez. Ya le agarró el gusto, al parecer. Me da tantos puñetazos que pierdo la cuenta y él solo se detiene cuando parece que le empieza a doler la mano.

Yo, en el piso, mareado y magullado, me pregunto si esto es parte de alguna suscripción al “Paquete de Golpes Premium”. Mientras tanto, el mago se ríe como villano de caricatura. Y yo… bueno, sigo ahí, cuestionándome todas las decisiones malas de mi vida.

—¿Y tú eres el hermano de Evelyn? ¡No me hagas reír! Si fueras ella, ya estaría en el piso como una tortilla mal volteada. De hecho, me hubiera rendido de inmediato; nadie tiene oportunidad contra esa fiera. —Intento levantarme tambaleándome como un borracho en su primera fiesta, todo golpeado y con menos dignidad que un gato mojado.

—Usas los temores de los demás como si fueran fichas de póker para manipularlos. ¡Eres despreciable! Eso no es magia, eso es... yo qué sé, pero magia de verdad seguro que no. Desde mi punto de vista, ganar así es como hacer trampa en piedra, papel o tijera: pura cobardía.

—¡Otra vez me haces reír con tus discursos baratos! —dice él, carcajeándose como si le hubieran contado el mejor chiste del mundo—. Lo que pasa es que estás celoso porque jamás serás un mago tan increíble como yo. Pero tranquilo, pronto vas a descansar… en un sueño eterno, claro, mientras yo te convierto en un saco de boxeo humano hasta que te mueras.



#1868 en Fantasía
#332 en Magia
#272 en Ciencia ficción

En el texto hay: fatasia, cienciaficion, amordehermanos

Editado: 18.07.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.