Black Ghost

Capítulo 63: Mi Pasado.

Veo que ahora me lleva a una de las habitaciones.
—¿Te gusta esto? —me dice, señalando el cuarto como si fuera una suite de lujo. Spoiler: no lo es. Está decorado como si aquí se hubiera escondido Drácula durante su adolescencia rebelde. Nada de electrónica. Ni un mísero cargador USB.

—Sí… —respondo, mientras pienso que esto parece un escape room pero sin el "escape”. ¿Cuánto tiempo estaré aquí antes de encontrar a mis padres?

Entonces, suelta la bomba:
—¿Te gustaría besarme?

Casi me atraganto con mi propia respiración. ¿Besarla? Yo, que mi único récord de besos incluye un accidente con mi hermana y mucho trauma posterior.

—¿Por qué me preguntas eso? —le digo, tratando de no sonar como un gallo espantado.

—Es que mis hermanos siempre me molestan. Así que pensé… en experimentar qué se siente.

Ah, claro, normalísimo. Lo típico: conoces a un chico nuevo y decide que lo mejor es pedirle un beso como quien prueba un nuevo helado.

—Pues solo las personas que se aman se besan —digo, sonando más puritano de lo que jamás pensé ser. Y claro, ahora mi cerebro me traiciona y me aparece la imagen de mi hermana. Por favor, mente, colabora.

—Puedes prometerme que, cuando te enamores de mí, me besarás.

¿Enamorarme de ella? Lo dudo mucho, aunque viendo cómo insiste, quizás deba añadirlo a mi lista de tareas pendientes.

—Pero no es tan fácil. Las personas no se enamoran, así como así. Es algo que nace sin darse cuenta, ¿sabes? —digo, tirándome un discurso digno de telenovela de las cinco.

—Pues cuando te enamores de mí, me lo dices y luego me besas.

Esta chica tiene la perseverancia de un vendedor de seguros.

—Está bien, prometo que así será —cedo, porque a estas alturas es más fácil decirle que sí que seguir discutiendo. Además, spoiler: no creo que pase.

—Mientras tanto, yo te protegeré.

La miro con una ceja levantada. ¿Protegerme? Por favor, es que parezco tan peligroso como una mariposa.

—Yo soy el hombre, el que debe protegerte soy yo —replico, tratando de rescatar algo de dignidad. Pero ella me ignora como si acabara de decirle que la Tierra es plana.

—Y lo harás. Cuando seas fuerte, protegerás a la chica que amas. Mientras tanto, te enseñaré a usar tu magia.

Ah, claro, magia. Porque esto no podía ser solo raro; Tenía que ser raro con efectos especiales.

En ese momento, un nuevo personaje irrumpe en escena:
—Yalet, pero asegúrate de que el chico llegue bien antes de entregarle tu virginidad en una de las habitaciones del castillo.

Un segundo. ¿QUÉ?

Ella se gira hacia el intruso, con una mirada que podría derretir acero.
—¿Qué quieres, Alquiles, ahora? —dice con una voz tan terrorífica que hasta los muebles parecen querer salir corriendo.

—Nuestro padre manda a llamar al nuevo, para conocerlo —responde el tal Alquiles, encogiéndose de hombros como si no hubiera lanzado una bomba nuclear verbal.

Sin más remedio, bajamos. Allí está el padre, sentado en la biblioteca junto a su esposa y sus tres hijos, como si fuera un retrato familiar perfecto… salvo por la vibra de "esto es una secta".

—¿Cómo te llamas, chico? —preguntó el hombre, con una mirada seria que no ayudaba en nada a calmar mis nervios. Estas personas son mi única esperanza para encontrar a mis padres… aunque a este paso, capaz de terminar secuestrándome ellos también.

—Alberto —respondí, tragando saliva. Su respuesta fue una sonrisa de satisfacción… bastante inquietante. Acto seguido, miró a su hija con una intensidad que podría derretir una roca.

—Espero que puedas embarazar a mi hija lo antes posible —soltó, como quien pide que pases la sal en la mesa. Mi cerebro hizo un cortocircuito. ¿Qué clase de familia es esta? ¡¿Y POR QUÉ ESTO ES UNA CONVERSACIÓN NORMAL PARA ELLOS?!

—¡PAPÁ! Deja de decir tonterías —gritó la chica, roja como un tomate. Yo, mientras tanto, me debatía entre desmayarme o salir corriendo. ¿Acaso van a obligarnos a hacer bebés aquí mismo? ¿Hay algún manual para esto? ¡Yo sólo vine a buscar a mis padres!

—No te preocupes, Alberto —intervino un chico, al que supuse era el hermano de la chica—. Sé que tienes que casarte con la fea de mi hermana, que además de no saber cocinar es más regañona que una abuela en misa.

Ah, bueno, esto mejora cada vez más. ¿Alguien me puede explicar cómo terminé aquí? ¿Y por qué ahora estamos hablando de sus habilidades culinarias?

—¡¿A quién le dice regañona, Alquiles?! —exclamó Yalet, a punto de lanzar rayos y centellas con la mirada.

—Solo digo que no quiero que nuestro nuevo hermano termine sufriendo toda su vida a tu lado. ¡Hay que ser honestos! —respondió Alquiles, con una sonrisa de suficiencia que no le costó mucho.

—¡Ya basta, chicos! —interrumpió a otro miembro de esta encantadora y disfuncional familia—. Dejen a Yalet tranquila.

De pronto, una voz me sacó de este episodio digno de una telenovela y me devolvió al presente. O eso creo. Parpadeé y me encontré en un gran espacio vacío. Frente a mí estaba un hombre que parecía sacado de un comercial de trajes caros.

Y yo... yo solo quería despertar de este extraño sueño.

—¡Alberto, despierta de una vez! Ese tipo allá afuera no está jugando; te va a convertir en puré de patatas a golpes.

— ¿Eh? ¿Qué rayos está pasando? ¿Dónde estoy? ¡Y tú quién demonios eres!

Frente a mí estaba un tipo que parecía sacado de una feria medieval. Pero, por cómo me miraba, parecía saber hasta la talla de mis calcetines.

— ¿Cómo que quién soy? ¡Soy tu Poder Legendario, campeón! En el Mundo Antiguo no podía salir del todo porque, bueno, las normas mágicas son complicadas. Pero aquí, en el mundo donde naciste, ya puedo manifestarme como un señor respetable y darte la charla motivacional que necesitas.

—¿Mi qué legendario? ¿Mi suscripción premium? ¿Y tienes nombre o te llamo "el misterioso charlatán"?



#1907 en Fantasía
#343 en Magia
#284 en Ciencia ficción

En el texto hay: fatasia, cienciaficion, amordehermanos

Editado: 18.07.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.