Black Ghost

Capítulo 65: Discusión.

—¡A ver, Yolanda! ¿Qué rayos pasaba por esa cabecita loca cuando decidiste traer a Maicol aquí?

Desde que cruzó esa puerta, lo único que he querido es darle un puñetazo en la cara... pero, claro, no quiero acabar con una demanda.
—Relájate, rey del drama. Maicol es solo mi amigo, como Devora lo es contigo. Y, por cierto, no te convendría pelearte con él... es el segundo más fuerte de Herel después de tu hermana.
—Amigo mi abuela. Amigo es el ratón del queso antes de tragárselo, que es exactamente lo que Maicol quiere hacer contigo Yolanda. Comerte enterita.

Aunque, sinceramente, no lo culpo... Yolanda está buenísima.
—¡Ay, por favor! Deja de decir tonterías. Sabes perfectamente que Maicol no está enamorado de mí. En cambio, Devora por ti... bueno, Devora por ti no se siente como si solo fueran amigos.

—Pues mira, Yolanda, no me importaría irme a golpes con Maicol por ti, aunque termine en el hospital. ¡Prefiero eso a verte con él!

Yolanda pone cara de "¿en serio este es mi drama del día?" y responde con un tono de telenovela:
—¿Y tan enamorado estás de mí?
—¡Si tú supieras! Haría cualquier cosa por ti... hasta ver un maratón de películas románticas sin quejarme. ¡Por Dios santo! Yolanda, sabes que te adoro. Pero esto de traer a Maicol es jugar sucio.

Ella, con la actitud de alguien que sabe perfectamente lo que está haciendo:
—Dime que me amas.

Y ahí me tienes, atrapado. Maicol, ese galán musculoso y bien peinado, está aquí; No me queda otra que asumir mi rol de esclavo emocional.
—Te amo.

—¿Por qué tardaste tanto en decirlo?

¿Por qué tardé? ¡Porque esto es un campo minado emocional! Ni el que inventó a las mujeres sabe cómo funcionan.

—¡Te amo, te amo, te amo! ¿Contenta? ¿Quieres que lo grite para que todos en este maldito lugar lo escuchen?

Y como si el universo conspirara para maximizar mi vergüenza, justo en ese momento la música termina y los dos entrometidos de Maicol y Devora se acercan, listos para meter su cuchara.

—¡Bailas como si tuvieras resorts en los pies, Devora! —dice Maicol, pasando su mano por el cabello con un movimiento digno de comercial de modelos. En serio, el tipo tiene toda la pinta de protagonista de telenovela.

—Pues tú no lo haces nada mal, Maicol —responde Devora, mientras mi mente trabaja más rápido que una licuadora en máxima velocidad, buscando una excusa para arrancar a Yolanda de su órbita gravitacional antes de que el galán se la lleve a bailar también.

—¡Ay, Maicol! Acabo de recordar algo terrible —dice Yolanda, poniéndose seria de arrepentimiento—. Mi abuelo, el señor Berek, ya sabe que estoy aquí. Me han avisado que está en camino y créeme, no querrás estar cerca cuando llegue. Es... complicado.

— ¿Complicado? —pregunta Maicol, con los ojos abiertos como platos.

—Algo así, sí. Te sugiero que salgas antes de que... bueno, ya sabes, antes de que él... llegue —dice Yolanda, echándole una mirada a Devora.

Sin pensarlo dos veces, Maicol pega un salto digno de un concurso de parkour. —¡No quiero problemas con el señor Berek! —grita mientras sale disparado como si lo persiguiera un toro en San Fermín.

En cuestión de segundos, la pista de baile queda libre de su presencia, en tanto Devora y Yolanda se miran.

—¡Y tú, reina del drama y con cerebro en modo avión, podrías dejarme un ratito a solas con MI NOVIO! ¿Escuchaste bien? ¡MI NOVIO! —Lo dice con tanta fuerza que hasta el eco debe haber tapado los oídos. Yo, por mi parte, estoy en pánico: la forma en que Yolanda mira a Devora podría derretir un iceberg. ¿O tal vez darle una clase de boxeo improvisada?

—¡Ay, Yolanda, tú no sabes nada! ¡Pero nada de lo que te espera! —dice Devora, con un tono digno de villana de telenovela—. Tengo un plan maestro, y te advierto, funcionará a paso de tortuga, pero llegará el día en que llorarás a yeguas y te arrepentirás de haberte cruzado mi camino. ¡Nos veremos en la próxima, cariño!

Se voltea con dramatismo digno de alfombra roja y me lanza una sonrisa de despedida. —Adiós, Alberto, un gusto como siempre. Seguiremos platicando en otra ocasión, pero sin público no deseado, ¿sí?

Y así, Devora se marcha como si acabara de ganar un premio Oscar, sin más ruido ni alboroto. No sé qué clase de amenaza le soltó a Yolanda, pero lo que sí sé es que se ve tan inofensiva como un gatito. Aunque claro, para Yolanda, parece que es más sospechosa que una dieta que promete bajar diez kilos en tres días.

— ¿Cuánto tiempo te queda antes de que Berek arme un escándalo por tu desaparición?
—Uf, este día está subiendo en el ranking de rarezas.

—Creo que menos de una hora… ¿Por qué preguntas? —Contesta Yolanda.

Sin medir más palabras, la tomo de la mano como si fuera a llevarla a bailar, pero en lugar de eso ¡puf! Nos desaparecemos mágicamente y aparecemos justo frente a la puerta de uno de los hoteles más lujosos de la Capital 12. Y cuando digo lujoso, hablo de cinco estrellas.

Obviamente, las cámaras y los sensores mágicos captaron nuestra entrada triunfal. ¿Que si me preocupa? Para nada. Resulta que mi familia tiene un trozo del pastel de este hotel (y no el del buffet, sino acciones). Así que, técnicamente, soy uno de los dueños. ¿Qué van a hacer? ¿Llamar a seguridad?

Estoy besando a Yolanda y abro la puerta de la habitación del hotel mientras la sigo besando.

Al entrar es una de las habitaciones más hermosas del hotel, también tiene una ventana de vidrio muy grande que se ve la hermosa Capital 12.

Le beso de a poco y despacio le estoy quitando la blusa, todo es lento porque sé que estoy con la chica que quiero.

Quitándole ya la blusa a Yolanda y la vuelvo a besar, para caer juntos en la cama.

Después de besar sus labios, ahora beso su cuello hasta bajar mi vista a sus senos.

Le quito el brasier que llevaba puesto desabrochándoselo yo mismo, luego con pasión besos sus senos y empiezo a chupar sus pezones mientras mis manos libres masajean sus senos.



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Editado: 18.07.2025

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