Black Ghost

Capítulo 70: Excitado.

—Sabes, Alberto, soy una chica muy confiable. Guardo secretos mejor que un cofre del tesoro, ¿tú qué opinas? ¿Crees que soy linda? —me suelta Devora, como si estuviéramos en un programa de citas en vivo.

"¿Cuál secreto querrás guardar ahora?", pensé, mientras mi cerebro comenzaba a patinar.
—Eh... bastante, a decir verdad —le respondí, tratando de sonar casual, aunque por dentro estaba entrando en pánico. ¡Maldita sea, soy un hombre débil ante el encanto femenino!

—¿Te gusta mi ropa? —preguntó, con una sonrisa que podría derretir un iceberg.

Y ahí estaba yo, mirando hacia todas partes menos a ella, como si la solución estuviera en el techo del vagón.
—Considero que te queda muy bien hoy —dije, mientras mi mente gritaba: ¡Concéntrate, hombre!

Pero la cosa no paró ahí.
—¿No piensas que es un desperdicio que una chica como yo viva en el olvido, sin que nadie toque mi piel, aunque sea una sola vez?

Se me estaba haciendo imposible aguantar la situación. Era como estar en medio de un huracán emocional y hormonal.
—Devora, si quieres tener sexo conmigo, puedes pedírmelo directamente —solté, porque ya no había escapatoria.

Ella, con la confianza de quien sabe exactamente lo que quiere, se subió encima de mí, mirándome con esos ojos hipnotizantes que podrían convencer a un monje de romper su voto de castidad.
—Sí, quiero tener sexo contigo —respondió, sin titubear ni un poquito.

Y entonces... ¡PUERTA VA! Aparece Dery, como el peor giro argumental de la historia.
—¡Alberto! Ven conmigo, necesito una pareja para jugar billar. ¡Corre, rápido, que es un roto...! Espera un momento, ¿qué rayos están haciendo ustedes dos juntos así? —dijo, con los ojos más abiertos que una caricatura.

En ese momento, mis ganas de vivir cayeron en picada. Solo quería desaparecer entre los cojines del asiento.
—Espera, Dery, no es lo que parece. Es... es solo un malentendido.

—Sí, claro, cómo no. Ustedes son novios, ¿verdad? Lo han estado escondiendo todo este tiempo. Pero les digo algo: si van a hacer sus cosas, me da igual. Solo háganlo cuando lleguemos a la Capital 13 y se hospeden en un hotel.

Y así, mi "querido amigo" Dery se transformó en mi sombra personal. Desde ese momento, no nos dejó a solas ni para respirar durante todo el trayecto en el tren. ¡Qué héroe del aburrimiento!

Llegar a la Capital 13 nunca me había parecido tan lejano.

Al bajarnos del tren, la vista de la Capital 13 me dejó boquiabierto. Era como si hubieran metido la naturaleza en un concurso de belleza y esta ciudad hubiera ganado con honores. Nada de rascacielos imponentes como en la Capital 12; aquí todo eran casas acogedoras, rodeadas de flores de todos los tipos y colores. Parecía que alguien había encargado un paraíso en Amazon y lo había instalado aquí con envío exprés.

Y no eran solo las flores: había pequeños arroyos que serpenteaban por la ciudad, brillando bajo la luz del sol como si les hubieran echado purpurina. Los árboles, grandes y majestuosos, formaban caminos naturales que invitaban a caminar bajo su sombra. Sinceramente, esperaba que en cualquier momento saliera un unicornio de entre los arbustos y me diera la bienvenida.

Pero, como en toda buena historia, no podía faltar un giro. Desde lejos, vi a Yolanda acercándose con su abuelo. Y no venían caminando de cualquier forma, no. Yolanda tenía ese paso decidido que parecía decir: "Te vi, te tengo en la mira, y más te vale tener una buena explicación".

Mientras tanto, su abuelo caminaba detrás de ella, con la calma de quien ha vivido lo suficiente como para no sorprenderse de nada.

Mi mente, mientras tanto, estaba en modo de emergencia: ¿qué excusa podría inventar para explicar por qué llegaba acompañado de Devora y Dery, y no solo de mi inocencia perdida?

Pero bueno, ahí estaban ellos, acercándose como un frente de tormenta, y yo solo podía esperar que las flores de este paraíso me salvaran de lo que estaba por venir.

—Por cierto, Alberto y Devora, le conté a Yolanda por mensaje que ustedes son novios. Ya saben, porque los vi casi besándose en el tren —dijo Dery, como si estuviera anunciando los resultados del sorteo de la lotería.

En ese momento, sentí que mi mundo se desmoronaba como una torre de Jenga mal armada. ¿Por qué, destino cruel, por qué?

—¡Hermano! ¿Por qué fuiste tan estúpido como para contarle eso a Yolanda? —gritó Devora, con un tono tan cargado de furia que Dery casi retrocedió un paso.

Mientras ellos discutían, mi mente entró en modo supervivencia. "Piensa, Alberto, piensa". ¡Eres inteligente! Debe haber una forma de salir de esta… ¡claro, sobornarlo! Tengo suficiente dinero para convencer a Dery de que le diga a Yolanda que todo fue un malentendido. "Solo espero que no cobre tarifa por palabra”.

Pero, antes de que pudiera proponer mi brillante plan, Dery continuó, tan fresco como una lechuga:
—Sinceramente, Yolanda me había pedido en secreto hace tiempo que los vigilara. Me dijo que, si veía algo raro entre ustedes, se lo contara de inmediato porque estaba segura de que Alberto estaba enamorado de ti, Devora.

Devora y yo lo miramos como si acabara de confesar que él mismo había inventado los impuestos.
—¡Pero yo le dije que no era cierto en ese momento! —añadió, con un tono de justificación que no convencía ni a una piedra—. Aunque bueno, resultó ser verdad al final.

Devora y yo intercambiamos una mirada que decía: Este tipo no vive en la misma realidad que nosotros.

—Pero chicos, ¿por qué me miran con esa cara de furia? ¡Si Yolanda se puso muy contenta! Dijo que vendría ella misma a recibirlos y felicitarlos. Incluso me pidió la dirección y el día exacto en que llegarían. ¡¿No soy el mejor hermano y amigo del mundo?! —concluyó, con una sonrisa que podía provocar ataques de ansiedad en cualquiera.

Antes de que pudiéramos responder, vimos a Yolanda llegando desde lejos con una sonrisa cálida, como si estuviera a punto de entregarnos un premio por la Mejor Pareja Oculta del Año. Su abuelo, mientras tanto, permanecía a la distancia, probablemente pensando: No me meto, pero lo veo todo.



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En el texto hay: fatasia, cienciaficion, amordehermanos

Editado: 18.07.2025

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