No lo puedo creer. Estoy paralizado por la noticia. Las palabras resuenan en mi mente una y otra vez: "Tengo a tu padre vivo aquí en la mansión”. Es como si el mundo hubiera dejado de moverse.
Finalmente, logro reaccionar.
— Voy para allá ahora mismo —le contesto con determinación antes de colgar.
Me giro hacia Evelyn, que me observa con una mezcla de curiosidad y preocupación.
— Evelyn, debemos volver a la Capital 12. Uno de nuestros padres está vivo.
La expresión de Evelyn pasa de incredulidad a asombro. Por un instante, parece tan congelado como yo estuve. Sin embargo, rápidamente ambos comenzamos a arreglarnos la ropa, intentando recuperar la compostura. Evelyn busca un nuevo poloche para mí, ya que el anterior había terminado destrozado, y salimos apresurados, corriendo para alcanzar la próxima salida del ferrocarril.
En el tren, nos sentamos en silencio, los nervios reflejándose en cada movimiento. No decimos ni una sola palabra durante largo rato, ambos perdidos en nuestros pensamientos. Finalmente, Evelyn rompe el silencio:
—¿Es verdad lo que me dijiste?
La miro, sabiendo que mi respuesta no será del todo reconfortante.
—No estoy cien por ciento seguro —le contesto con sinceridad, sintiendo el peso de la incertidumbre.
Evelyn no dice nada más. En lugar de insistir, saca su celular y llama a Yolanda, su mejor amiga, pidiéndole que vaya también a la mansión.
Mientras el tren avanza por el paisaje que separa la Capital 13 de la Capital 12, no puedo evitar reflexionar: "¿De verdad ese hombre desconocido tuvo éxito en rescatar a nuestros padres? Yo solo le daba dinero porque no sabía qué hacer con tanta fortuna heredada”.
El arrepentimiento me golpea. "Si hubiera sabido que estaba diciendo la verdad, le habría contado a Evelyn y habríamos ido nosotros mismos a rescatarlos". Pero ahora todo es diferente. El tren avanza, y mi mente no para de cuestionar qué encontraremos al llegar.
Finalmente, tras un largo viaje, el tren llega a la Capital 12. Al bajar y llegar a la mansión aparece ante nosotros, imponente y rodeada de luces intermitentes de patrullas de policía. Los alrededores están llenos de carros policiales y un sinfín de reporteros, todos apuntando sus micrófonos y cámaras hacia nosotros, lanzando preguntas a toda velocidad.
— ¿Es cierto que sus padres están vivos?
— ¿Cómo lograron rescatarlo?
— ¿Qué nos puede decir sobre el hombre que lo hizo posible?
La avalancha de preguntas es abrumadora, pero los policías nos ayudan a pasar, abriendo paso entre la multitud y manteniendo a la prensa alejada del perímetro.
Mientras cruzamos la entrada, queda claro que nuestra presencia está siendo cubierta en todas las noticias de la capital. La sensación de irrealidad se intensifica. ¿Qué nos espera dentro de la mansión?
Al entrar en la mansión, veo a mi padre por primera vez en mucho tiempo. Es un momento que nunca pensé que llegaría. A diferencia de mi madre, él tiene la piel blanca y el cabello oscuro, igual que yo. Sin embargo, Evelyn y yo heredamos el tono moreno de nuestra madre, lo que siempre nos ha hecho destacar como una mezcla única de ambos mundos.
Sin decir una palabra, mi padre nos abraza con una emoción desbordante. Es un abrazo lleno de calidez y alivio, como si hubiera temido que nunca más volvería a vernos. Por un momento, todo lo demás desaparece, y siento que el tiempo se detiene.
— Me siento muy contento de volver a verlos, hijos —dice con una sonrisa que ilumina su rostro—. Pero debemos ir a salvar a su madre.
El peso de sus palabras nos devuelve rápidamente a la realidad. Esto aún no ha terminado. Mi madre sigue en peligro, y ahora tenemos que unirnos para traerla de vuelta.
Nos dirigimos a una mesa principal en el centro de la sala, donde el ambiente es claramente tenso. Alrededor de la mesa están el director de nuestra escuela, Orlando, y varios oficiales militares de alto rango, todos ellos analizando papeles y revisando información en una computadora portátil.
Cuando llegamos, el director Orlando levanta la vista hacia nosotros. Su tono es solemne pero cálido:
— Felicidades, Evelyn, por tu victoria. Ahora debemos ponerlos al tanto de la situación actual. Como pueden ver, su padre Ulises está vivo gracias al hombre que contrató, Alberto. Fue un movimiento muy inteligente de su parte.
Mientras Orlando habla, noto que Evelyn frunce el ceño. Puedo sentir la incomodidad en su expresión incluso antes de que sea difícil.
— ¿De qué hombre habla? —dice finalmente Evelyn, con un tono cargado de descontento—. ¿Y cuándo pensabas contarme que tenías en secreto a alguien buscando a nuestros padres?
Sus ojos me fulminan, llenos de desaprobación, y sé que esto no será fácil de explicar. Debo calmarla de alguna manera, aprovechando que estamos rodeados de oficiales y el director. Quizás eso le impida regañarme abiertamente… por ahora.
—Es una larga historia, Evelyn —respondí, intentando mantener la calma—. Luego te la contaré con detalle. Pero, por favor, no te enojes por no habértelo dicho antes.
Evelyn sigue mirándome con esa expresión de desaprobación que conozco demasiado bien. Sin embargo, parece contenerse, posiblemente porque no quiere armar un escándalo delante de tantas personas.
"Esto será una conversación interesante más tarde", pienso mientras su mirada se clava en mí. Por ahora, lo importante es escuchar el plan y averiguar cómo traer de vuelta a nuestra madre.
El director Orlando toma la palabra, su tono grave refleja la gravedad de la situación:
—Pues la situación es la siguiente, chicos. Según la información que hemos reunido hasta ahora, un Legendario que pertenece a la fracción de los monstruos planeó, hace casi tres años, la muerte de sus padres. Con su magia, hizo creer a todos que habían muerto, cuando en realidad los ocultó en una de sus fábricas químicas. Allí, según lo que nos contó Ulises, están utilizando sus mentes brillantes como científicos para fabricar un nuevo tipo de Quirio, con el fin de crear androides mágicos y criaturas poderosas.