Sonrío mirando a la cámara, el corazón se me quiere salir del pecho por la emoción, que no es más que una gran mezcla de sentimiento los cuales son producidos por el rubio de ojos azules como el mar, me dedica una sonrisa desde su posición y cambio de pose, dejando que capte cada ángulo.
- Definitivamente, la cámara te adora, mi pequeño sol - murmura, acercándose.
- ¿Ah, si? - me hago a un lado para que se siente junto a mi, en el verde prado, el sol brilla con intensidad, la brisa fresca me recorre, el campo es tan distinto a la ciudad, se puede sentir una vibra tan pura, es como si estuviéramos en un mundo completamente diferente, tan lleno de vida.
- Compruébalo tu misma - me pasa la cámara donde observo mis fotos, tiene razón, salgo muy bien.
-Es que tu cámara me adora - me río.
- Puede, pero no tanto como yo - comenta, abrazándome, le doy un beso en la mejilla y el me da muchos más.
-No, creo que ella me adora más - lo molesto y termina haciéndome cosquillas.
-¡Para, por favor! - le pido, muerta de risa.
-Por favor mi amor, el más bello, hermoso, inteligente, educado...
-¡No diré eso! - me retuerzo.
-¿Ah, no? - me hace más cosquillas y siento que no aguanto más.
-¡Esta bien! Por favor mi amor, el más bello, hermoso, inteligente, educado - me suelta y le sacó la lengua, cruzándome de brazos, para que note lo indignada que estoy.
Se acuesta en la manta que tenemos sobre el pasto y me hala hacía él.
-Te extrañare cuando me vaya - dice, de pronto.
- ¿A dónde? - le pregunto y niega.
- Aún falta mucho, disfrutemos el tiempo, antes de que llegue esa noche - me pide, intento preguntar más, pero vuelve a besarme, ocasionando que se me acelere el corazón, porque así es esto, intenso, agradable y muy bonito.
Mi primer amor.