Blanco, negro y bello gris

Introducción.

Soy Liam Volkov, hijo de Dios, hijo del rey Sirio y de la princesa Adela, heredé los ojos de mi padre y la sonrisa de mi madre, pero el carácter y la mentalidad es mía.

Desde que tengo cuatro años, tengo claro que es lo que me espera en mi futuro.

Aquel 2 de septiembre, como regalo de cumpleaños mi padre me otorgó un matrimonio arreglado, con una niña que acababa de nacer, no sé sú nombre, ni como es, pero si la escogió el rey, algo en ella debió ver.

El amor no ha estado en mi vida jamás, pues he tenido claro que de nada servirá, ya que aunque a alguien llegué a amar, tarde o temprano la tendré que dejar, porque con aquella princesa el trato debemos cerrar.

Varias noches me las he pasado en cama, imaginando como será mi futura esposa.

¿Será amable? ¿Será educada? ¿Será bonita? ¿Sera la indicada?

Preguntas como esas me las he hecho una y otra vez, pero hasta el sol de hoy, no se que responder, estoy por cumplir veintidós, lo que significa que ella debe estar por cumplir los dieciocho, así que pronto podré dar respuesta a mis preguntas.

En el reino nadie lo sabe, fué un trato a puertas cerradas, la única que lo sabe es Meh, mi mejor amiga desde niño, es como mi hermana menor, es bonita, amable, educada, inteligente, pero sobre todo obediente, lo que todo rey necesita a su lado.

Pero a pesar de tener cualidades tan perfectas, jamás podré verla como algo más, porque ella tiene claro que con cierta persona me voy a casar.

He estado en más de una ocasión en distintos reinos, pero aún así, no he podido conocer a la princesa que será mi prometida, cuando el reloj del tiempo llegue a su fin.

- Príncipe, ¿Qué o mejor dicho quién lo tiene en las nubes? - Meh entra en mi habitación, cosa que está prohibido, pero ella tiene excepciones, al ser parte de la familia.

Le hago una señal con la cabeza para que entre y me acompañe esta noche, el cabello rojizo le cae corto sobre los hombros.

- ¡Dios! ¿Qué te hiciste? - le pregunto, mirando su nuevo look, bastante... Pintoresco.

- ¿Tan mal se ve? - indaga, sentándose en el sofá.

Asiento, observándola, es menuda, de ojos grandes y nariz pequeña.

- Bueno, no importa, a mi me gusta - asegura.

- Si tú lo dices - hablo en tono burlón y me mira mal.

- ¿A qué viniste?

- A verte, ¿me invitas a dar un paseo por los alrededores? - pide, abrazandome por detrás, para dejar un pequeño beso en mi cuello.

- ¿A está hora? - mi entrecejo se frunce, al mismo tiempo que sus preciosos ojos marrones ruedan.

- Ajá, estas a meses de casarte, por lo menos quiero aprovecharte - le sigue a los besos en el cuello y terminó tirando de ella, para darle uno casto en la boca.

- Ok, vamos - me pongo de pie, tomando su mano para dirigirnos a los establos.

- ¿Me ofreceras un romántico paseo en caballo? - murmura, encantada.

- ¿No quieres? - la molesto y se ríe, pasando por delante mío, para subir al caballo que siempre utiliza.

- Li - murmura, en medio de la oscuridad de las caballerizas.

- Dime - hablo sin mirarla, ya que estoy preparando a mi caballo.

- ¿Alguna vez has considerado casarte con alguien que no sea la princesa? - me pregunta, en un susurro que es casi imperceptible.

Asiento - Claro, con alguien con tus cualidades, por ejemplo - soy sincero, ella sonríe de lado, mirándome, la miro de reojo y me planta un beso en la mejilla.

- ¡Liam! - la voz del rey resuena por el establo, cuando Meh me abraza dejando un beso en mis labios. - ¿Qué crees que haces? - se enfada al verla aquí, pese a que mamá la aprecia, a papá nunca le ha caído bien Meh, dice que no le da buena espina.

- Majestad - ella se separa con la cara del mismo color de su cabello, osea, roja de vergüenza, abre la boca para explicarse pero no se lo permite.

El rey levanta la mano, indicándole que no tiene permitido hablar, haciendo que esta baje la cabeza, disculpándose. - No quiero escucharte, vete a tu casa, estas no son horas de visita - la hecha y no me molesto en pedir que la deje quedarse, ya que no lograré nada y ella lo sabe.

- Hasta pronto, Li - me da un pequeño abrazo que correspondo al instante - Te quiero - susurra y le doy un beso en la cabeza como respuesta. - Buena noche y mil disculpas alteza.

Él no le dice nada, observo como se marcha, antes de mirar a mi progenitor.

- ¿Cuál era la necesidad de echarla así? ¡No estábamos haciendo nada malo! - me enfado, por la manera en que la echo, no tenía ningún derecho.

- Mira Liam - suspira sonoramente, esta vez ya no se he como un rey que manda a todos los de su alrededor, luce como un padre preocupado por su único hijo. - Por si no lo recuerdas, tu estás a pocas semanas de casarte.

- Aún falta mucho - le aclaro - Esa princesa aún no cumple los dieciocho y tu me dijiste que me casaría cuando ella tuviera esa edad.

Niega, con una sonrisa. - Ay, hijo mío, no te preocupes, la princesa cumple dieciocho en exactamente tres semanas.

- Entonces prepararé mi mejor traje para conocerla - le digo lo que quiere escuchar, sonriendo.

- No Liam, prepararás tu mejor traje para casarte con ella - lo que dice me deja sin palabras.

- ¿Casarme? - lo miro, incrédulo. - Pensé que primero la conocería y...

- Oh, hijo, tendrás todo el tiempo del mundo para conocerla después de la boda - me palmea la espalda. - ahora hazme el favor y déjate de tonterías, aleja a Meh, porque te juro, que si la princesa no se siente cómoda contigo... - deja la amenaza al aire. - No te imaginas lo que soy capaz de hacer.

- ¿Pretendes que me casé con alguien y que luego la conozca?

- Por Dios Liam, ¿quién crees que soy? La he mantenido vigilada desde que nació, se que és una buena chica y es justo lo que tú necesitarás en tu vida.

- ¿Y qué sabes tú, de lo que yo necesito? - imdago, frustrado.

- Sé lo que tengo que saber, así que basta Liam, no te voy a tolerar una pataleta, por que ya estás lo bastante grandecito para hacerlas.




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