Entré a la habitación de mi padre y vi cómo sostenía su celular, con los ojos tan rojos que me preocupé de inmediato. Me acerqué rápidamente a su cama.
—Papá, ¿Estás bien? ¿Te duele algo? —pregunté, sintiendo cómo me tomaba de la mano. Volteé rápidamente a mirarlo.
Él dejó su celular sobre la cama, lo que me permitió ver la pantalla. En ella, había un collage de fotos mías, desde que era bebé, luego como niña, adolescente, y una foto más reciente, donde estábamos los tres, mi madre, él y yo.
—Hija, no te vayas, necesito hablar contigo —me pidió, con voz seria.—¿En serio la amas? ¿No es solo una faceta? —preguntó incrédulo, buscando respuestas en mis ojos.
—La amo, papá, no es una faceta. Es la primera vez en mi vida que me siento tan completa —respondí, despejando su duda.
—¿Cómo sabes que la amas? —insistió, aún con incredulidad.No sabía si debería responderle. Sentí un calor incómodo recorrer mi cuerpo.
—No sé si debería responderte eso —dije, avergonzada, bajando la mirada.
—Solo dilo —dijo, un poco molesto, sin dejar de insistir.Me quedé callada, mirando a mis manos, hasta que él, con voz firme, ordenó que le hablara.
—Está bien, papá —accedí, suspirando antes de hablar. —Quiero tirarme sobre ella y cualquiera pensaría que solo es sexo... pero no, no es solo eso. Me encanta hasta cómo respira. ¿Cómo es posible que alguien pueda amar hasta cómo respira una persona? Su manera de actuar, cómo me mima, cómo me reconforta, cómo me anima, cómo me tranquiliza... ella sabe cómo devolverme a mis cinco sentidos. Pero también me muero de celos cuando la veo hablando con alguien más. Y a pesar de todo eso, lo único que quiero es verla, estar cerca de ella, cuando no la tengo, solo pensar en ella me da fuerzas. Podría pasarme todo el día diciéndote por qué la amo, pero... creo que mamá nos interrumpiría —terminé, respirando hondo y dejando que mis palabras se asentaran en el aire.
—¿Quién se fija en cómo respira una persona? —preguntó, desconcertado.
—De todo lo que te dije, ¿Solo recuerdas eso? —dije, un poco ofendida. Mi padre se echó a reír, un sonido profundo que me sorprendió al principio. Pero después me di cuenta de que se estaba burlando de mí, y comencé a reír también, aliviada por la atmósfera más ligera.
—Ya no eres una niña, cariño, pero para mí, siempre lo serás. Quiero que seas feliz... aunque esa mocosa no me caiga bien. Me molesta aún más que no voy a ser el único que te pueda llamar cariño, pero podría hacerte una petición antes de aceptar totalmente su relación.—¿Hacerme una petición? —pregunté, extrañada.
—Sí —afirmó. —Por favor, hija, no me digas que quieres tener...eso con ella todo el tiempo. Me perturba. No quiero conocerla, así que no nos obligues a convivir. Y si te casas con ella, por favor, hazlo con bienes separados. Y también, por favor, dame un nieto, uno que lleve nuestra sangre.
Terminó de decirme sus peticiones, todas las cuales me molestaron, aunque traté de mantener la calma.
—Papá, me pediste más de una cosa —me quejé.
—Lo primero lo acepto, no volveré a hablar del tema —hablé avergonzada, mirando al suelo.
—Lo segundo, podrías intentar conocerla primero. Si no se soportan, aceptaré lo que me pides. Lo tercero y cuarto no puedo aceptarlo, porque ella no está conmigo por interés. Y sobre tener hijos, debo hablarlo con ella.
—Por favor, hija, al menos pídeselo. Y si no está de acuerdo, prométeme que, por más enamorada que estés, siempre la vigilarás, para que no se pase de lista contigo —me pidió, tomando mis manos con firmeza.
—Ella no es así, papá. Pero seguiré tu consejo y aceptaré tu petición —respondí, dándole un fuerte y largo abrazo.
En ese momento, mi madre entró en la habitación, alegre, con unas bolsas en las manos.
—¿A qué debemos tanta felicidad? —preguntó, con una sonrisa radiante. Me separé del abrazo de mi padre y me gire hacia mi madre rápidamente.
—Acabo de aceptar la relación de nuestra hija con esa chica —informó mi padre, y la sonrisa de mi madre se desvaneció.
—Se llama Shanti —aclaré, tratando de mantener la calma.
—¿Cómo se te ocurre apoyar esa locura? —preguntó mi madre, histérica.
—Porque eso quiere mi niña —me defendió papá. —Y si eso la hace feliz, yo la apoyaré, porque es mi hija.
—¿Te has puesto a pensar que esa sinvergüenza podría ser una cazafortunas? —le recordó mi madre, no disimulando su enojo.
—No lo es —la defendí rápidamente.
—Has de saber que no acepto esto, Omar —le gritó a mi padre, furiosa, antes de irse de la habitación.
Mi padre y yo nos miramos en silencio, con un suspiro, porque sabíamos que mi madre era terca y difícil de convencer. Ahora solo quedaba esperar, con el tiempo, que ella conociera y aceptara a mi novia.
—¿Se llama Shanti? —rompió el silencio mi padre, sacándome de mis pensamientos.
—Sí —afirmé.
—Qué nombre más extraño —comentó, confundido.
—Es poco común —respondí, y él asintió.
Cuando dieron de alta a mi padre, Shanti y yo fuimos a recogerlo para llevarlo a su casa.
Mi madre siempre estaba a la defensiva o hacía comentarios pasivo-agresivos hacia mi novia, aunque mi papá intentaba hacer que todo fuera más tranquilo.
Pero mi madre no dejaba de mostrarse tensa.
Shanti iba manejando, mientras yo me aseguraba de que mi padre estuviera cómodo, mirando de vez en cuando por el retrovisor.
Minutos después, llegamos a la casa, y mi novia se apresuró a abrirme la puerta, repitiendo la misma acción con la puerta de mis padres.
—Vaya, al menos sirves para ser chofer —dijo mi madre, con la única intención de ofenderla.
—¡Liliana! —reprendió papá, molesto. —He dicho que es suficiente.—Gracias, Shanti —le agradeció mi padre con una sonrisa.
—No se preocupe, Sr. Scott —respondió Shanti, educadamente.
Mi novia ignoró el comentario de mi madre y siguió ayudando a mi padre, ayudándolo a pasar del auto a la silla de ruedas. Después de dejarlo en la silla, Shanti volvió a sacar las bolsas que quedaban en el auto. Al entrar, tuvo que estirarse para sacar las bolsas atascadas entre los asientos. Al hacerlo, dejó una pierna afuera y, al verme distraída, fue entonces cuando mi madre, de manera intencionada, cerró la puerta del auto, aplastando la pierna de mi novia.
#3558 en Otros
dolor amor humor amistad, masoquismo obsesiones amor enfermizo, venganza arrepentimiento
Editado: 11.03.2025