Blanco y todos los colores

15

La boda estaba en su punto álgido cuando escuché una voz familiar detrás de mí.

—¡Felicidades, Shanti! —exclamó Madelyn con una amplia sonrisa.

Giré sobre mis talones y la abracé con fuerza.

—¡Madelyn! —dije emocionada—. Gracias por venir.

—¡Felicidades, amiga! —se unió Gisell, abrazándome también.

—Gracias por estar aquí —respondí con gratitud—. Me alegra tanto que pudieran venir.

Madelyn soltó una risa burlona y cruzó los brazos sobre su pecho.

—¿Cómo crees que me iba a perder la boda de la más grande casanova de nuestra generación? —dijo con tono teatral y una ceja enarcada—. Además, tenía demasiada curiosidad por saber quién fue la persona que al fin logró que sentaras cabeza.

Puse los ojos en blanco y fingí estar ofendida.

—¡No entiendo por qué todos piensan que soy una rompecorazones!

—Porque lo eres —respondieron ambas al unísono, sin dudarlo ni un segundo.

—¡Te recuerdo que en la secundaria te llamaban "roba novias"! — espetó Madelyn con una sonrisita traviesa.

—¿Qué? ¡Estás bromeando! —exclamó Gisell, intrigada—. No sabía eso, cuéntame más.

—¡Como que no sabías! Verás, —empezó Madelyn con aire conspirador—, ella se robó la novia de un amigo en primer año de secundaria. Se metió en medio de la relación como si nada...

—¡Eso no fue así! —protesté indignada.

—¡Claro que sí! —continuó Madelyn, ignorando mi interrupción—. Desde entonces, todos comenzaron a llamarla "roba novias".

Gisell negó con la cabeza, riendo incrédula.

—¡No puedo creer que nunca me enteré de eso!

—¿Sabías que también se metió con la hermana de nuestro jefe? —soltó Gisell de pronto.

Madelyn abrió los ojos como platos.

—¡Me estás jodiendo! ¿Cómo pasó eso?

—Te cuento —empezó Gisell, disfrutando del momento—. La hermana de nuestro jefe llegó a trabajar con nosotras, y Shanti era quien le enseñaba. Ahí se conocieron. Pero creo que le enseñaba algo más que solo el trabajo, porque una vez la vi en el cine con Alexa... y puedo jurar que casi se la estaba comiendo a besos.

Me cubrí el rostro con las manos, suspirando.

—¡Eso no fue así!

—¡Claro que sí! —insistió Gisell—. Niégame que Alexa no tenía su mano debajo de tu blusa o que no iba a tu puesto a dormir encima de tu pecho.

Madelyn jadeó, incrédula.

—¡Guao, espera, ¡qué!

—Tal como lo escuchas. Alexa iba a dormir con ella, y Shanti ni se inmutaba, la dejaba ahí como si fuera lo más normal del mundo —contó Gisell, sacudiendo la cabeza.

—¿Y el hermano nunca se dio cuenta? —preguntó Madelyn, intrigada.

—No tengo idea, pero creo que no —admitió Gisell—. No había cámaras en el puesto de trabajo y nuestro jefe nunca bajaba a revisar.

Madelyn me miró con incredulidad y luego negó con la cabeza.

—Siempre dije que esa carita de "yo no hago nada" escondía algo...

Soltamos una carcajada, hasta que el tono de Gisell cambió de repente.

—Amiga, antes de que me olvide, tengo que decirte algo...

Me tensé al notar su seriedad.

—¿Qué pasa? —pregunté con desconcierto.

—¡Eres una idiota, imbécil y desconsiderada! —me gritó, de golpe—. ¡Cómo se te ocurrió no decirnos que casi mueres! ¿Pensabas invitarnos a tu funeral para enterarnos así?

Mi corazón se encogió en el acto.

—¡Tienes razón, Gisell! —se unió Madelyn, visiblemente afectada—. ¿Sabes lo que sentí cuando me enteré? ¡Eres una hija de...! —Se detuvo, respiró hondo y bajó la voz—. No puedo insultarte, porque tu madre es una santa y siempre fue como una madre para mí... Pero de verdad, ¡eres una idiota!

—Yo soy tu mejor amiga desde que tengo memoria —continuó Madelyn con la voz temblorosa—. ¿Por qué no me dijiste nada? ¡Un maldito mensaje y hubiera llegado en ese mismo instante!

—¡Exacto! —coincidió Gisell, sus ojos brillaban con lágrimas contenidas—. ¿Por qué no acudiste a nosotras? ¿Acaso no nos consideras tus amigas?

Me sentía pequeña, culpable.

—Lo lamento... —susurré, bajando la mirada—. Hice mal y les pido disculpas. Por supuesto que son mis amigas... las mejores.

Madelyn resopló y me señaló con el dedo.

—A la próxima, te juro que te mato yo misma.

—Y yo te revivo solo para volver a matarte —sentenció Gisell.

Ambas me miraron con una mezcla de enojo y alivio, y yo, por primera vez en mucho tiempo, entendí lo afortunada que era de tenerlas a mi lado.

Paulina apareció en el momento justo, rescatándome de la mirada inquisitiva de mis amigas.

—¡Hola, chicas! —saludó con una sonrisa radiante.

—Hola, Paulina —respondieron Gisell y Madelyn con una expresión tan relajada que nadie podría sospechar que hace menos de un minuto me estaban regañando.

—Voy a robarme a mi esposa para nuestro primer baile —anunció Paulina, extendiendo su mano hacia mí.

—Por supuesto, Paulina. Solo la estábamos felicitando por encontrar a una persona maravillosa como tú —dijo Gisell con una sonrisa cálida.

—Gracias —respondió apenada.

Pero Madelyn, fiel a su estilo, no podía dejar pasar la oportunidad de burlarse.

—De hecho, las gracias te damos a ti, Paulina, por casarte con ella. Ahora eres tú quien tendrá que lidiar con su torpeza y su eterna lentitud. Estoy segura de que ya lo habrás notado.

—Gracias por esas hermosas palabras —dije con sarcasmo.

Paulina rió y respondió con complicidad:

—No me tienen que agradecer. Después de la boda podríamos salir a tomar algo. Así podrán contarme con más detalles por qué mi esposa tiene ese curioso sobrenombre y por qué permitía que otra chica durmiera sobre ella.

Apenas terminó de hablar, sentí cómo la presión me bajaba de golpe. Mis amigas se quedaron con la boca abierta, mientras yo, con una expresión de absoluta súplica y terror, me alejaba de la mano de Paulina.

—Y ahora, con ustedes, el primer baile de la pareja —anunció el presentador.

Nos posicionamos en el centro de la pista. La música comenzó a sonar y reconocí al instante la melancólica melodía de "A Thousand Years". Paulina posó sus manos en mi cintura y yo coloqué las mías sobre sus hombros. Bailamos al compás de la canción mientras la gente nos miraba con ternura.




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