18 fin

Han pasado nueve años y, hace dos meses, nacieron los gemelos Ethan y Alex. Con su llegada, nuestra familia ha quedado completa con ocho hijos.

Después de un año del nacimiento de Soleil, llegaron las mellizas Lili y Camila. Sus nombres los elegimos en honor a nuestras madres: Lili por Liliana, la madre de Paulina, y Camila por mi madre. Dos años después, nacieron los gemelos Kira y Lucas. Luego, pasaron otros dos años y nació nuestro pequeño Matt. Finalmente, después de cuatro años, llegaron los gemelos Ethan y Alex, quienes cerraron con broche de oro nuestra numerosa familia.

En estos últimos años, muchas cosas han cambiado. Mis hermanas y cuñados se jubilaron y ahora dedican su tiempo a viajar cuando los niños no están en clases. Sofía ya está en la secundaria, mientras que Amanda ingresó a la Universidad de Oxford para estudiar Administración de Empresas. Por otro lado, Danny debutó en el fútbol americano en su segundo año de universidad, aunque no dejó sus estudios y sigue cursando Gastronomía. Según él, sería lo más fácil, pero ha descubierto que estaba muy equivocado, ya que apenas lo vemos de lo ocupado que está con sus clases.

Alejandra terminó la universidad en Oxford y regresó para realizar su internado en el hospital, junto con Luna, quien, fiel a su promesa, se esforzó y logró su transferencia a Oxford.

En cuanto a Valentina, se casó hace dos años con una mujer maravillosa, y este cambio en su vida le ha sentado muy bien. Sin embargo, nuestra relación sigue siendo distante, y cuando nos vemos, suele ser únicamente por asuntos de trabajo.

Luna y Alejandra han estado trabajando con mi esposa, facilitándole mucho las cosas. Nuestro solecito ya tiene nueve años y es la hermana mayor de siete niños más. Según ella, ya la tienen agotada, pero aun así los adora con todo su corazón.

Lili y Camila, nuestras pequeñas diablillas de siete años, disfrutan metiéndose en problemas a cada momento. Nada comparado con Kira y Lucas, quienes son los más tranquilos y distraídos de todos. Suelen estar tan absortos en su propio mundo que no se dan cuenta de lo que dicen, y a veces la gente malinterpreta sus palabras. En cambio, Matt, nuestro pequeño de cinco años, siempre parece estar enojado, pero en realidad solo es su expresión. Es un niño travieso y adorable, y creo que esa travesura la heredó de mí. Finalmente, están nuestros bebés, Ethan y Alex, de quienes aún no conocemos bien sus personalidades.

Pero hay algo que sí es seguro sobre todos mis hijos: cuando hacen alguna travesura, siempre intentan involucrarme a mí para que sea yo quien reciba el regaño de Paulina en su lugar. Todos son unos sinvergüenzas y desconsiderados conmigo, porque no les importa venderme con tal de evitar el regaño de su mamá.

A pesar de sus travesuras, los amo a todos. Aunque, en ocasiones, nos hacen pasar vergüenzas, como aquella vez en que los gemelos Kira y Lucas le dijeron a las gemelas Murray que, cuando crecieran, harían lo mismo que su mamá Paulina hizo conmigo: atropellarlas. Cuando las niñas escucharon eso, rompieron en llanto y se lo contaron a su maestra, quien nos citó para hablar con la directora.

Cuando Paulina me contó que debíamos ir a la primaria, asumí que se trataba de otra travesura de Lili y Camila. Pero cuando dijo que era por Kira y Lucas, me quedé sorprendida. ¡Ellos ni siquiera saben hacer travesuras en el colegio!

Esa mañana, mientras nos dirigíamos a la escuela, solo podía preguntarme en qué momento mis hijos habían decidido complicarnos la vida de esa manera. Paulina, por su parte, tenía una expresión de resignación y preocupación. —Espero que esta vez no nos expulsen a nadie —suspiró.

Solo nos quedaba enfrentar la situación con la mejor actitud posible y esperar que la directora entendiera que, con una familia numerosa como la nuestra, las anécdotas y los problemas nunca faltan.

—Buenos días, Sras. Scott. Les agradezco que hayan venido a mi llamado —saludó cordialmente la directora.

—Buenos días, señorita —respondí con cortesía, ganándome una mirada de confusión por parte de Paulina.

—Me halaga, Sra. Paulina Scott —dijo la directora, sonrojándose.

—No, yo soy Shanti Scott —la corregí.

—Oh, disculpe, Sra. Shanti, pero yo también soy señora —me corrigió a su vez.

—¿En serio? No lo parece, directora —comenté con una sonrisa, logrando que ella también sonriera.

—¿Y a todo esto, por qué nos llamó? —intervino Paulina, algo molesta.

—Oh, sí —dijo la directora, dejando de mirarme—. Las llamé por los pequeños Kira y Lucas.

—¿Qué hicieron? —preguntó Paulina, disgustada.

—Bueno, durante la hora de descanso, Lucas y Kira estaban con las gemelas Sun y Molly y les dijeron que cuando sean grandes harían lo mismo que su madre, Paulina, hizo con su madre, Shanti... es decir, atropellarlas —relató la directora.

Paulina y yo nos miramos con susto.

—Por supuesto, les preguntamos a Kira y Lucas sobre esto, y volvieron a repetir lo mismo que les dijeron a las gemelas. Así que, Sras. Scott, si están teniendo problemas, deberían buscar ayuda por el bien de los ni...

—Espere, espere, directora —la interrumpió Paulina—. En nuestra casa no hay violencia doméstica, si es eso lo que intenta insinuar. Lo que los gemelos quisieron decir es que quieren cortejar a las gemelas cuando sean grandes —explicó Paulina.

—¿Atropellándolas? —preguntó la directora, incrédula.

—Cuando conocí a mi esposa —hizo énfasis en "esposa" antes de continuar— fue cuando la atropellé por accidente. Y bueno, ahí fue cuando nos conocimos, porque se fue a vivir conmigo. Me hice responsable y me encargué de ella —relató Paulina.

—¡Ahora entiendo! Por eso nos preguntaron cómo nos conocimos aquella vez en la cena —recordé en voz alta.

—¿Y aun así se casó con ella? —preguntó la directora, perturbada.

—¡Disculpe! —exclamó Paulina, mirándola furiosa.

—Lo siento —se disculpó la directora—. Por favor, hablen con los gemelos y explíquenles bien la situación. No es la forma correcta de expresarse.