Blasphemy

CAPÍTULO 1: UN MUNDO DISTÓPICO

Corre el año 1902…

El mundo se encuentra sumido bajo un orden brutal y fanático por la religión cristiana. La Santa Iglesia Católica gobierna con puño de hierro y hace su voluntad en todo el mundo, ninguna nación o reino puede contra su poder que va más allá de lo que la ciencia podría siquiera cuestionar. Incluso aquel concepto de ciencia se encuentra prohibido con penas mínimas de mutilación y la muerte como la máxima.

Pero esto no es algo reciente sino más bien cuando los romanos fueron testigos de su ruina y ya no había imperio sino barbarie por doquier, sangre, muerte y toda clase de horribles crímenes que la iglesia aborrecía.

Entonces cuando el fuego, acero y blasfemia se concentró frente a la primera iglesia, ubicada específicamente en el centro del imperio romano, los hombres de fe que vivían allí y eran respetados por las personas que habitaban en la zona, se vieron superados por la desesperación.

Ante este sentimiento surgió lo que ahora se conoce como “la santa noche”, un hecho que iniciaría el dominio del Vaticano en todo el mundo conocido, desde la santa sede hasta los rincones menos cristianos como Japón, Madagascar, medio oriente y América.

La santa noche no hizo más que otorgarle las herramientas a la iglesia para destruir a los enemigos de lo que ellos consideran el reino de dios en la tierra y así, bajo la promesa de cometer asesinato en nombre de la fe, el papa y los arzobispos, así como curas y toda la jerarquía obtuvo poderes otorgados por los mismos ángeles, dios y los apóstoles.

Sin embargo y con la brutalidad de la institución religiosa vinieron las guerras que por cientos de años sumió al mundo en un caos y donde las naciones que se odiaban entre sí no tuvieron otra opción más que aliarse y luego compartir la desgracia de su destrucción.

Ya con la llegada del siglo XIX y sus avances tecnológicos como globos dirigibles, así como teléfonos de pared y la evolución más grande de todas, los vehículos, y todo gracias al empuje otorgado por estos poderes que la misma iglesia católica decidió prestar generosamente…al menos en lo que en público dice porque el precio a pagar es muy alto para cualquier mortal. Y en un mundo sumido en el caos de la religión, la muerte y violencia rondando sin parar desde hace muchos cientos de años, también la naturaleza de lo desconocido y los temores del hombre salen a la superficie…

 

 

 

***PARTE 2***

Entre las callejuelas oscuras de la noche de Birmingham, importante ciudad inglesa, corre un hombre en harapos, pantalón marrón gastado, zapatos sin agujetas, camiseta y chaqueta con parches y con la misma condición de su pantalón y lleno de manchas de carbón por su trabajo entre las minas de la misma. Su cabeza está cubierta por la capucha de su chaqueta para no ser reconocido.

El laberinto de estas calles angostas y hechas de ladrillos de baja calidad, el olor a humo por las chimeneas humeantes que no paran de expulsar y la presencia de hombres cuya dudosa procedencia los hace sospechosos y prostitutas invitando a cuanto caballero opulento u obrero pasen por donde están ellas hacen difícil perseguirlo a pie por lo que sus perseguidos no acechan en tierra sino por aire y eso hace que de un vistazo cada tanto hacia arriba. Cuando levanta su mirada ve que a exactamente 30 metros de altura se encuentra alguien de túnica tan blanca que la oscuridad no puede opacar su iluminación. Además, esta persona también está encapuchada y tiene la característica de tener cuatro alas en su espalda lo cual hace enloquecer de temor al pobre hombre y no le queda más alternativa que intentar meterse dentro de una casa o locales.

Después de correr sin parar y esconderse durante más de treinta minutos, se topa con el final del camino y una pared imposible de sortear corta su camino. La batida de las alas de aquel encapuchado de túnica blanca se escucha detrás del fugitivo:

 

—Ya no tienes escapatoria críptido. —habla con voz aguda

—¿Escapatoria? —pregunta el hombre y se da media vuelta para mirar fijamente a aquella persona quien pensaba era un hombre, pero la complexión es de una fina mujer de cabello largo. La confianza perdida se revitaliza al creer que su ventaja es por ser un hombre contra una mujer. —Que irónico, una mujer dando órdenes creyendo que puede hacerlo. ¿Tanto te crees por ser de la iglesia?

—Blasfemas en mi presencia e insultar a la santa iglesia con esas palabras salidas de tu asquerosa boca. —a su lado se forma una estela de luz que en un instante convierta en una espada brillante— Te incineraré con las llamas santas de mi fe.

—¡Ja! Que mal para ti toparte con un goblin. —su piel cambia a un color verde claro, la nariz se alarga y sus orejas se vuelven puntiagudas. Su complexión se torna delgada y acompañada por un aura hostil que ni inmuta a la mujer de fe— No parece que se intimide con mi apariencia real, maldita perra. No puedo enfrentarla con la creencia que sea vencida fácilmente además puedo ver que no es una mujer común. Que fastidio. —piensa y maldice a la situación en la que se enfrenta.

 

La mujer saca de su túnica un papel cuyo título es de “orden de captura de críptido 285900” y se lo muestra al goblin. En un principio no entiende que pasa, entonces toma un pedazo de ladrillo y con su mano desnuda lo avienta contra ella en dirección al rostro para poder aprovechar y escapar de ese lugar que podría convertirse en su tumba.




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