Blinding Love

Capítulo 3: Dulce sueños pequeña Jazmín

Gangsters Vol. 1

Las tentaciones como tú, merecen pecados como yo.

                                                                                                     Anónimo.

Capítulo 3: Dulce sueños pequeña Jazmín

 

  • Uno, dos tres...Uno, dos tres... Vamos cariño levanta la cabeza eres una reina y tienes que cuidar tu corona – repetía una y otra vez el chico que estaba enseñándome a caminar con elegancia.

 

Increíble, pero si, aquí me encontraba, preparándome para mi encuentro con uno de los mafiosos que partencia a un legado de uno de los gánster’s, más aterradores que pudieron haber existido.

 

Alexander Al Capone.

 

Nadie había podido mostrarme una foto de él, pero según este chico llamado Kendal, Alexander Al Capone era un hombre joven al menos me llevaba algunos años. Pero que no me podía dar más detalles porque lo tenía prohibido por Héctor. Y yo lo sabía, Héctor me quería preparar lo suficiente para el primer encuentro, según él quiere que sea natural. Así que, aquí me encontraba modelando de un lado a otro en unos tacones Louboutin que Connor estaba observando con toda emoción. Y lo entendía jamás nos imaginamos estar usando zapatos de tal marca, pero aquí nos encontramos llenos de ellos. Y la verdad que le daba gracias a Connor por haberme enseñado a usar estas armas mortales si no ahora mismo estaría muerta.

 

  • Cariño en cuestión de caminar estás lista para matar, ahora vamos a cambiar tu estilo para sacar esa belleza que está oculta en esos pares de anteojos que le pertenecían a mi abuela muerta – gritó Kendal llevándome hacia un haciendo donde se encontraba varios artículos de belleza. Note como Connor corrió hacia donde mí y quito mis anteojos tirándolos hacia donde el perro quien los destruyó enseguida.

 

  • Eres un maldito Connor, ¿no podías simplemente guardarlos?

 

  • No, aprende a usar lentes de contacto, te veías tan hermosa sin ellos cuando salimos aquella noche – reprocho Connor haciendo un puchero.

 

  • Ajá, ¿y cuando quiera leer en la noche? – cuestione, ignorando totalmente lo que menciono dure tres días esperando alguna aparición de Kurt como lo prometió, pero eso no sucedió así que no quería hablar del tema.

 

  • Hablamos dentro de dos horas – respondió para así mismo salir a sabrá Dios donde. En cambio, Kendal comenzó a colocar tinte de mí mismo color. Así que suponía a que me le daría brillo a mi cabellera castaña rojiza. Comencé a pensar en una frase de Mario Benedetti que llamo mi atención y cada que no tengo en nada que pensar siempre pienso en ello.

 

“Es curioso como a veces se puede llegar a ser inocentemente cruel" ¿A caso tendrá razón? ¿Se puede ser cruel, de manera inocente, sin tener el deseo de ser cruel?

 

  • Kendal, ¿tú crees que alguien puede ser cruel con alguien inocentemente ósea sin tener la maldad de querer ser cruel con una persona? – pregunte dejando dislocado con mi pregunta al rubio que estaba arreglando mi pelo con tanta concentración.

 

  • Chica, eso no existe, siempre que somos crueles con alguien es por algo. Es decir, siempre que tratamos a una persona ya sea de buena o de mala forma es por una razón. Mira, yo, por ejemplo, siempre trato mal a mi esposo porque no quiso hacerme un masaje en los pies cuando se lo pedí a pesar de que hace unas horas me dio el mejor sexo de mi puta existencia, ¿entiendes? – dijo Kendal haciéndome reír. Pero tenía razón, nosotros los seres humanos somos un caso sin resolver, siempre tenemos un por qué.

 

Mientras esperaba a que pasaran los 15 minutos del tinte, deje que Kendall me hiciera las uñas de las manos mientras una chica llamada Noe me hiciera una pedicura. Y así paso el tiempo donde deje que hiciera conmigo lo que quisiera porqué si quería volver loco a Alexander tengo que lucir esplendida. Y el tener la curiosidad de saber cómo era su físico su porte y elegancia me mataba de la intriga y me encantaba ponerle rostros diferentes tratando de adivinar como sería el gran Alexander Al Capone. Pero por mas que intentaba enfocarme en mi juego de saber cómo seria Alexander, siempre terminaba pensando en Kurt.




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