Blinding Love

Capítulo 5: Imposible

Gangster Vol.1

Salud por las malas ideas, las falsas amistades y ese amor imposible.
Tumblr.

—¡Connor, no seas tan tramposo! —grité mientras apretaba todos los botones del control del Xbox como una loca. Estaba "jugando" Fortnite con mi mejor amigo, y vaya que lo hacía mal. Jamás fui buena para los videojuegos, en cambio, él era buenísimo.

—Si dejaras de apretar todos los botones, jugarías mejor —respondió burlándose al ver cómo me mataban.

Genial.

Ahora tenía que esperar a que mi amigo también perdiera para volver a jugar. Resoplé y tomé un poco de la limonada que una de las chicas del servicio me trajo.

—Señorita, el señor Héctor la solicita —dijo con un tono sumiso. Se notaba que la chica era muy tímida. Demasiado, diría yo. Asentí y me puse de pie para dirigirme hacia Héctor. Al llegar a la cocina, lo vi leyendo el periódico.

—Vaya que has hecho un buen trabajo, Jazmín —dijo, dejándome confundida—. Alexander está en la puerta de mi casa, esperando a que dé la orden para que lo dejen entrar —añadió, dejándome en estado de shock. ¿Ahora? Este hombre está loco… ¿cómo no avisó para que pudiera arreglarme?

—¡Pero no me he arreglado! —exclamé, aún sorprendida.

—Por eso estás aquí. Necesito que vayas por Connor y suban de inmediato a tu habitación. Dile que te deje hermosa, lista para matar. Además, infórmale que iremos a un cóctel, él sabrá qué ponerte —informó sonriente. Ni siquiera respondí. Me di la vuelta y salí corriendo hacia la sala de juegos, donde encontré a mi mejor amigo sumido en el videojuego.

—¡Connor! ¡Connor!¡¡CONNOR!! —grité, haciendo que saltara del susto.

—¿Mujer, qué sucede?

—Alexander está aquí.

—¿¡Qué?! ¿Alexander "Al Capone"? ¿Ese Alexander que también es el Kurt? —preguntó, recalcando ese “ese”.

—¡No seas idiota! Anda, Connor, ayúdame. Héctor dijo que me ayudaras. Iremos a un cóctel – dije. Connor se levantó de inmediato, me tomó de la mano y me sacó rápidamente de la habitación, llevándome a la mía. Tan pronto entramos, puso seguro a la puerta, lo cual me dejó intrigada.

¿Qué demonios?

—Es necesario, créeme. ¿Estás depilada?

—Mmm… en parte.

—¿Cómo que en parte? Sabes qué, mejor no pregunto. Vete, date un baño y depílate por completo. Mientras tanto, buscaré lo que te pondrás —dijo. Asentí mientras me reía con su respuesta. Cuando dije que me había depilado, me refería a las piernas y las axilas, ya que esa mañana fui a la piscina y también me depilé el área del bikini. La verdad, soy bastante vaga con eso. Si no tengo alguna actividad o encuentro con alguien, no me molesto en hacerlo. Mientras depilaba mi pequeña flor, pensaba por qué Alexander estaba aquí. Y aunque sabía la respuesta, quería confirmarlo. ¿Acaso le habré llamado la atención tanto como él me la llamó a mí? Traté de alejar esos pensamientos mientras el agua fría relajaba mis músculos, pero era inútil.

No dejaba de repetirme su nombre.

Alexander.

—Ay, Alexander ¿qué estás haciéndome?—murmuré.

Salí del baño y me encontré con mi querido amigo junto a un hermoso vestido color morado. Me coloqué el vestido de cóctel que abrazaba cada curva de mi cuerpo con descarada elegancia. Era de tono profundo, casi liquido, como el vino derramado bajo la luz. De un solo hombro, dejaba al descubierto la suavidad de mi clavícula y la piel desnuda de mi brazo izquierdo mientras que el derecho quedaba al descubierto, luego me coloque mi ropa interior —más bien unas bragas, ya que el vestido era sin brasier—, me quité las trenzas que tenía y dejé mi cabello ondulado al natural. Terminé de arreglarme y esperé a que Connor hiciera lo suyo.

Escuché cómo tocaban la puerta y me debatí entre si debía abrirla o no.

—Jazmín, soy yo —dijo Héctor desde el otro lado.

Abrí la puerta y enseguida me miró de arriba abajo, analizando cada detalle.

—Perfecto. Bellísima. Aunque te falta un detalle —dijo, sacando de su bolsillo una caja rectangular negra. Al abrirla, reveló un hermoso collar con corte de esmeralda y dos diamantes en oro blanco.

¡Qué preciosidad de collar!

Me di la vuelta y dejé que lo colocara en mi cuello. En ese momento, Connor salió del baño, completamente vestido de blanco y con un maquillaje que realzaba su belleza. Mi mejor amigo era hermoso, demasiado, y Héctor lo sabía. Aun así, supo manejar muy bien sus celos.

—Estás hermoso, amor de mi vida —dije, acercándome para darle un beso en la frente.

Connor sonrió, y noté cómo sus ojos brillaban de emoción. A pesar de que entre ellos había muchos años de diferencia, ambos se querían. Aunque al principio lo que atrajo a Connor fue el dinero, con el tiempo, Héctor supo ganarse su amor.

—Anda, es hora de bajar. Jazmín, tú baja de última.

—De acuerdo.

La pareja salió tomada de las manos, y yo me quedé en la habitación sintiendo cómo las piernas me temblaban de los nervios.

¿Cómo reaccionará al verme?




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