Blinding Love

Capítulo 6: Sangre

Gangster Vol.1

Fuimos eso que no se cuenta, ni se admite, pero que nunca se olvida.
—Tumblr

Capítulo 6: Sangre

Me sentía tan putamente incómoda.

Yo, creyendo que ahora mismo estaría en los brazos de Alexander, bailando justo donde todos lo hacían… pero no. Estoy en el área VIP, con Connor y Héctor, tomando wiskey. Qué triste es mi vida en este momento. Ni siquiera puedo decir en qué estado estoy, porque no tuve tiempo ni de intentar algún tipo de señal de conquista.

—Jazmín, necesito que conquistes a Alexander. Eso de que esté “comprometido” es un problema para nosotros —dijo Héctor, visiblemente furioso.

—¿Cómo es que no lo sabías? – cuestioné sin entender cómo es que Hector planeo que me involucrara con Alexander pero el viejo no sabía que Alexander está compremetido.

—Ay, de verdad que ustedes se ahogan en un vaso de agua —bufó Connor, poniendo los ojos en blanco—. Amor, ¿cómo fue que te conquisté?

—Me coqueteabas y luego te hacías el difícil —respondió Héctor sonriendo. Hasta yo solté una risa, recordando cuando Héctor llegaba a la casa con rosas y joyas para mi mejor amigo.
—¿Y eso qué tiene que ver?

—Fácil: hay que encontrar una manera de que Alexander deje de bailar con su amorcito —dijo Connor, señalando a la pareja feliz—. Así, mi queridísima dama que tengo al lado podrá ir al ataque.

—Pero Alexander odia a las mujeres que se le insinúan —replicó Héctor, frunciendo el ceño.
—Ese es el punto. Ella solo le va a coquetear discretamente. Conseguirá algún chico guapo que la saque a bailar, y ahí comenzará el juego —explicó Connor, dejándome sorprendida—. Hay que lograr que Alexander la vea… y la desee.

—Pero qué inteligente me salió mi mejor amigo —dije sonriendo—. Adiós.

Me levanté y fui a buscar a un chico lindo. Llegué rápidamente a la barra, pedí un martini y me quedé observando el ambiente a mi alrededor… hasta que alguien me habló.

—Hola —saludó un chico de rasgos asiáticos, bastante hermoso.

Vaya, eso fue rápido.

—Hola —respondí, sintiendo cómo mis mejillas se sonrojaban.

—Mucho gusto. Me me presento, mi nombre es Akihiro.

—Es un placer, Akihiro. Yo soy Jazmín.

—Hermoso nombre para una hermosa dama —dijo, besándome la mano—. Jazmín, ¿qué tal si bailamos? —preguntó, sonriendo de manera coqueta.

Vaya que el chico era hermoso… pero no se comparaba con la maldad que habitaba en Alexander. Esa maldad que me atraía de forma inhumana.

—Por supuesto —respondí sonriendo.

Tomé su mano y dejamos que la canción nos guiara. Al llegar a la pista, justo al lado de Alexander, comencé a mover mis caderas lentamente. Di una vuelta y le di la espalda a Akihiro, quien tomó mis caderas, siguiendo el ritmo. Noté cómo Alexander posó su mirada en mí por primera vez, pero la evité y me giré de nuevo hacia Akihiro, continuando el baile.

Y entonces... los balazos estallaron.

Todo se convirtió en un caos. Una balacera estalló por todo el lugar. Los disparos iban dirigidos hacia Alexander y Héctor. Akihiro me tomó de la mano, intentando sacarme, pero solté su agarre y corrí hacia Connor. Vi cómo uno de los hombres de Alexander era asesinado justo frente a mí. Corrí y me escondí detrás de la barra. Escuchaba los disparos impactar cerca. Vi un arma caer al suelo y, sin pensarlo dos veces, la tomé. Comencé a disparar. Necesitaba llegar hasta Connor. Tenía que sacarlo de ahí. Me moriría si le pasaba algo.

Jamás había matado a alguien… pero hoy estaba dispuesta, si eso significaba salvarle la vida a mi única familia.

No había rastro de Alexander ni de su novia. Ambos huyeron en cuanto comenzó todo.

Estaba por alcanzar a Connor cuando un tipo me apuntó. Cerré los ojos, esperando el disparo...

—¡NO! —gritó Connor, lanzándose en medio y recibiendo el disparo por mí.

—¡Connor! —grité, sintiendo las lágrimas llenarme los ojos al verlo caer.
Disparé al agresor sin remordimientos, directo al pecho, con tanto odio que me odié a mí misma por quedarme sin balas. Lo único que deseaba era haberlo llenado de plomo en ese instante. Héctor le disparó en la cabeza y corrió hacia donde yacía Connor, aún con vida.

—Amor, vas a estar bien. El disparo fue en el brazo —dijo Héctor. Sonreí aliviada al escuchar eso. Me acerqué y besé a mi amigo en la frente.

—Maldito loco… me salvaste la vida.

—Sé que tú harías lo mismo por mí —respondió con una sonrisa.

—Siempre estaremos juntos —murmuré.

—Y el uno cuidará del otro —añadió.

—Por siempre —terminamos ambos, llorando.

—Anda, vámonos de aquí —ordenó Héctor.

Todos nos dirigimos a las camionetas… y fue entonces cuando presenciamos una escena aterradora.

—¡Aquí vas a sentir lo que yo sentí cuando mataste a mi mujer, Alexander Al Capone! ¡Vas a conocer el verdadero dolor! —gritó un hombre, apuntando a Alexandra en la cabeza.




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