Bodas de Odio [eunhae]

Capítulo Tres

Lo que Hae había solicitado de él, llenaba a Hyuk de alegría. Contaba con que no lo obligaría a vivir mucho tiempo en su palacio de Busan; podría seguir en sus experimentos agrícolas. Había llegado a sentir por el Coronel verdadero afecto, y hasta por el mismo Sehun, a quien veía con la tolerancia cariñosa del hermano mayor que disculpa las locuras del menor. Pero había algo que lo molestaba, y que subió a sus labios cuando estuvo al lado de Sooyoung.

—Todo el mundo me estorba alrededor de Hae...

—Ya llegará el día en que lo tengas para ti solo, señor —lo confortó Sooyoung.

—Sí, llegará. Y son tan grandes mi ilusión y mi esperanza, que casi me parece mentira que mi sueño vaya a realizarse.

—Así pasa con las cosas que uno desea mucho, señor... y tú no naciste para esperar... un Príncipe no tiene porqué hacerlo.

—¡Un Príncipe! —repitió con algo de ironía—, ¡si vieras qué poco Príncipe me siento junto a él... ¡Él sí tiene mucho de Príncipe!

—Pero tú serás el rey en tu casa...

—Nunca es rey el que ama tanto como yo amo, Sooyoung...

La vieja sierva no respondió ya... se contentó con levantar los ojos al cielo y juntar sus manos para elevar una plegaria muda. ¡Deseaba tan ardientemente que su amo fuera feliz!

Lo mismo que sucedía a Sooyoung, sentía el corazón del Coronel Lee. Él veía a su hijo siempre triste, como consumido por una pena secreta, y no podían engañarlo totalmente las constantes afirmaciones del joven respecto a que se casaba porque quería, a que estaba seguro de amar muy pronto al Príncipe y jurar que había olvidado ya a Siwon. Tampoco podían engañarlo del todo las risas falsas y los proyectos que frente a él hacía Hae con su madre, quien era en realidad la entusiasmada con aquella boda.

Haneul también trataba de desvanecer las dudas de su esposo, temerosa de que echara a perder todo con su estúpido afán de ser mejor y más leal que los demás.

—Han precipitado ustedes los esponsales, Haneul, pero no llegará la boda sin que yo hablé con él con toda franqueza, es lo que me impone mi honor.

—Pero Sungmin... ¿volvemos a empezar? Hae ya no quiere a nadie... y él lo quiere tanto que está seguro de llegar a conquistar su corazón.

—¿Ni él ni tú le han dicho nada sobre Siwon?

—¡Estás loco! ¿Por qué tiene que saber una tontería así?

—Estoy viendo muy claro en el corazón de nuestro hijo.

—Lo que estás es lleno de manías. Ahora mismo voy a prepararte un cordial para que duermas tranquilamente. Eunhyuk es el hombre más dichoso de la tierra, y Donghae también será feliz. Soy su madre y sé perfectamente que estoy buscando su dicha por encima de él y de ti, que nunca supieron buscar nada. ¿Qué te propones? ¿Hundirlo en la miseria? ¿Dejarnos para pedir limosna? ¿Deshonrar a tu hijo mayor haciendo que Eunhyuk deje de respaldarlo? Todo eso lograrás si se rompe esta boda.

Sungmin apretó los labios, aquellos labios amoratados a los que cada instante parecía faltar más el aire, y quedó silencioso, vencido una vez más. Haneul tenía razón: había sido toda su vida un iluso, un soñador, y ahora era el culpable de la ruina. Como colofón de sus argumentos, Haneul concluyó.

—Nunca supiste defender a tus hijos ni a tu casa. Déjame al menos que sea yo quien lo haga.

Cuando una hora después oyó entrar a Sehun, fue a su encuentro, bastante disgustada todavía. El joven llegaba de jugar y tuvo que reconvenirlo.

—Mamá, fue sólo una partidita de confianza. Los peligros están conjurados.

—Basta, Sehun. Los peligros todavía no están conjurados. No gano para sin sabores ni disgustos. Esta misma noche he tenido una discusión con tu padre, quien es capaz de estropearlo todo al primer descuido de nuestra parte. Además, tengo miedo de que Seohyun le escriba al primo y que éste vuelva de improviso.

—Y, ¿para qué crees que voy a jugar a las cartas con el capitán Yonghwa, si no es para estar sobre aviso? —Sehun sonrió, con suficiencia—. Estuve con él esta noche, y las maniobras van a prolongarse dos semanas más por causa del gran número de reclutas. Hablé también con Seohyun y está de acuerdo en que es mejor no decir nada a Siwon. Se imagina que muy pronto lo sabrá, pues no se habla de otra cosa, pero por su parte, no dirá nada. Y si llegara a venir Siwon, no lo dejaré que se acerque a mi hermano... estoy dispuesto a todo para lograrlo. Mi hermano será Príncipe Byun en la fecha que hemos señalado y se acabarán los apuros para ti y para mí.

Haneul escuchó a su hijo sin interrumpirlo. Estaba tan seguro de sí mismo, que acabó por sonreír, confiada.

—Tú ocúpate de Donghae, procura que hable lo menos posible con Hyuk hasta que sea su esposo y lo demás déjalo a mi cargo. El tiempo vuela, mamá...

Y en efecto, el tiempo pareció volar. Ni aun para el propio Hae contaban horas ni días en aquella actividad vertiginosa a que lo arrastró su madre ayudada por las circunstancias. Tiendas, modistas, continuos viajes, breves estancias junto al lecho de su padre que cada vez parecía más enfermo y más triste. Horas de insomnio a solas en su lecho, inútiles esperas por una noticia de Siwon, por una carta... esperanza desesperada a la que se aferraba para caer en el ansia de que todo terminara de una vez, como si aquella boda a la que tan locamente se lanzaba, fuese el final de su propia vida... Y al fin, una mañana, como entre sueños, vio sobre su lecho de soltero el traje blanco y la corona de azahares, el velo de desposado, las gentes que entraban y salían, enterándose apenas de lo que decían.



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En el texto hay: bodas forzadas

Editado: 25.04.2023

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