Bodas de Odio [eunhae]

Capítulo Seis

Para Dongha, la presencia de Siwon fue desagradable; en cambio, para Hyuk, fue algo extraordinariamente agradable. Cuando lo vio, lo abrazó efusivo, y como Siwon se mostraba asombrado por el movimiento que había en la casa, Hyuk explicó con orgullo y alegría que el mayorazgo de la casa Byun había nacido y que Hae, después de hallarse entre la vida y la muerte, estaba salvado.

Se abrazaron con mutuo impulso incontenible, húmedos los ojos de lágrimas, bajo la mirada penetrante del doctor Jung, quien parecía bucear en aquellas dos almas. Luego, rendido por tantas emociones, el Príncipe, más que sentarse, se dejó caer en una butaca.

—Creo que han sido las horas más negras de mi vida, Youngjae—explicó—; el doctor le contará. Es el héroe del momento, ya que podemos decir que Donghae vive gracias a sus esfuerzos y a su ciencia.

—Primero que nada a la piedad de Dios se debe la vida del Príncipe, señor... no olvidemos eso —replicó suavemente el sacerdote, acercándose.

—Cierto, padre; y creo que yo, desde que era niño, no había vuelto a rezar... Todos han llorado y rezado conmigo, y ahora la dicha es tan grande que casi pesa tanto como el dolor.

—En cuanto el Príncipe pueda ir a la aldea, celebraré un oficio solemne para dar gracias a Dios...

—Y acudiremos todos, yo el primero —ofreció alegre Hyuk—. Además, dentro de tres días será el bautizo de mi hijo. Declaro desde ahora ocho días de fiesta para celebrar el nacimiento del mayorazgo. Daré carta de libertad a todos los niños que nazcan en el día de hoy en mis dominios y el Príncipe y yo nos haremos cargo de su porvenir apadrinándolos. Le haré una donación especial a su iglesia, padre, y a usted, doctor Jung, tierra suficiente para que desde hoy sea un propietario independiente y ejerza su profesión sólo como un favor a la humanidad.

—Me abruma su generosidad, Príncipe —Dongha se inclinó ligeramente sonriendo—; pero no quiero tanto. Mi profesión tiene compensaciones tan hermosas como ésta, pero si algo puedo pedir en este día, será el perdón del siervo cuya torpeza provocó el accidente.

Hyuk se volvió hacia él, con viveza.

—Cuando ayer curé sus heridas —siguió diciendo el médico—, el espanto y la pena de ese desdichado me conmovieron. Me hice el propósito de pedirle a usted piedad para él. Se que es pedir demasiado...

—Fue Kibum, ¿verdad? —cortó Hyuk—. Es la segunda vez que una torpeza suya pone en peligro la vida del Príncipe. No debería haber en realidad piedad para él. El hecho de que estuviera ebrio aumenta su falta, en lugar de disminuirla, pero haré algo que probablemente le complazca, doctor: dejo el asunto en manos del Príncipe. Cuando Donghae pueda disponer por cuenta propia... que haga lo que quiera con él.

—¿Puedo saludar al Príncipe? —preguntó Siwon.

—Imposible—se apresuró a responder Jung—, lo siento, señor Yoo, pero no puedo permitirlo. Como el Príncipe podrá levantarse, probablemente dentro de un par de semanas, entonces podrá usted presentarle sus respetos, como todos los que anhelan hacerlo.

Una mirada dura, severa, subrayó las palabras del médico. Siwon se mordió los labios, dándose cuenta de su torpeza; ambos miraron al Príncipe que no pareció haberlos escuchado, plácida y feliz la expresión de su semblante.

—Amigo Jae, dispénseme —dijo amable—, ni siquiera le he preguntado porqué milagro está usted aquí de nuevo. De cualquier modo, celebro muchísimo su llegada, pero quisiera saber...

—He alquilado por cinco años las tierras de Cho... El anillo que usted me confió, está ahora por derecho en mi dedo, Príncipe.

—¿Cómo? —murmuró disgustado Jung.

—¿Las tierras de Cho? —repitió encantado Hyuk—, ¡pero es magnifico! ¡Entonces será usted nuestro vecino por tiempo indefinido! Podemos extender nuestra forma moderna de cultivos... decididamente, tenía que ser en este día glorioso en el que me diera usted esta buena noticia, amigo Jae...

—Sus palabras son muy amables, Príncipe.

Cuando poco después quedaron solos Siwon y el doctor, éste lo miró severamente, mientras decía.

—Me pregunto si los aires de Massan serán saludables para usted.

—¿Con qué derecho? —preguntó con altanería Siwon.

—Con ninguno, dispénseme. Pero acabo de salvar una vida preciosa, con la ayuda de Dios. Cualquier corazón, el más duro, se habría conmovido ante el dolor del Príncipe, ante su devoción y amor de esposo. Y hace un momento, ha podido apreciar por sí mismo el loco desbordarse de una generosidad que no es más que la forma de darle gracias al Cielo por lo que para el Príncipe parece ser la vida entera: su esposo, Donghae.

—No lo entiendo, ni deseo entenderlo —advirtió secamente Siwon—. Parece que teme algo, y está bueno que sepa que nadie desea tanto la felicidad del Príncipe como yo... por verlo feliz doy la vida...

—¡Calle! —pidió autoritario y un poco asustado Jung, al ver llegar a Minhyun, para quien también la llegada de Siwon parecía haber sido un acontecimiento dichoso.

Los dos hombres hablaron con él un momento y luego se alejaron. Minhyun los vio irse sin que cambiara la expresión de su rostro, pero después se irguió como si se dispusiera al combate, como si se decidiera a jugarse una vez más el todo por el todo.



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En el texto hay: bodas forzadas

Editado: 25.04.2023

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