¿Cuantos años había estado hundido en la decadencia?
¿Cuanto tiempo había estado atrapado en la ruina de lo que podría ser una vida gloriosa?
¿Cuanto más tengo que estar encerrado en este profundo amor?
Porque sí, estoy enamorado, enamorado en una forma descomunal, enamorado en una forma inigualable.
Los pensamientos cayeron como cemento sobre mi cabeza para demostrar su realidad en un densa penumbra.
Porque sabía lo mucho que mi corazón sentía y con la fuerza con la que latía no era normal de ser. No podía entender su aceleración en mi ritmo cardíaco cada que sus bellísimos ojos estaban posados sobre mi.
Como justo ahora, que acababa de sacar uno de los libros en el estante y me había encontrado con su mirada. Sus bellos ojos cafés mirándome de esa manera que hacía sordos mis oídos.
─ Jimin, estoy hablandote.
Me giré sobre mis talones al ver a mi mejor amiga parada junto a mi, tenía dos libros en sus manos, uno sobre mitología griega y otro sobre filosofía.
─ ¿Cuál crees que te ayude a terminar tu libro?
─ Aunque me es interesante el poder asemejar los sentimientos con las bellas criaturas mitológicas, siempre me voy a dejar llevar por la filosofía. Y eso, ya deberías saberlo, Paulina.
─ ¿Y cómo quieres que yo sepa eso? ─ Atacó ella con voz aguda y aleteando las manos en modo de reclamo, los libros agitaban sus hojas estruendosamente para demostrar su furia. ─ Me das tus escritos, los leo, los medio entiendo y ya está. Si me los leyeras...
─ Si te los leyera, no serviría lo que intento hacer. Mi objetivo es provocar un sentimiento que abarque todo tu pecho y deje anonadado tu pensamiento.
Paulina rodó los ojos y se giró sobre sus talones, llevando consigo los libros. Sabía que estaba hecha furia, lograba adquirir esa característica en ella cuando no le cumplía el deseo de contarle mis historias con mis propios labios.
Y aunque anhelaba contarle a alguien mis ideas de las más claras hasta las más descabelladas y complejas, tenía miedo de no transmitir suficiente.
Ser escritor es glorioso, ese limbo en el que te atrapas cuando la historia fluye como un río entre las rocas y parece escribirse sola. Sin embargo, cuando la cuentas, cuando hablas de ella, muchas veces parece no tener el mismo efecto que cuando es leída por un individuo.
Uno aporta la idea, la magia y el otro la recibe, la transforma.
Yo tengo amor que dar.
Amor es dar todo de ti con pasión, incondicionalmente.
He ahí mi miedo de no poder ser suficiente.
Oí un carraspeo proveniente a mis espaldas, dejé de mirar el pasillo por el que la pelinegra de lentes cuadrados se había ido y me giré.
Cabellos castaños, ojos claros, labios finos y rosados besables siendo uno más grueso que el otro, un lunar debajo del mismo, una cicatriz sobre la piel pálida de su mejilla. Precioso, precioso hombre, dueño de mi corazón.
─ Buenas noches, Park. ─ Habló él con una voz que para mis oídos era como celestial música del Olimpo. ─ ¿Un libro más que se escurre de sus manos para ser oro puro?
Eso me lo decía cada que yo estaba por aquí intentando encontrar inspiración y referencias para conseguir una narración cautivadora en mis libros. Y santo cielo, a pesar de oírlo decir lo mismo como saludo, era como si fuera la primera vez que lo oía y me retumbaba el corazón en los oídos.
─ Vamos, Jungkook. Dime Jimin, hemos hablado suficiente y has leído todos mis libros como para que me llames por mi apellido. ─ Respondí inmediatamente, haciendo ademán de dejar el libro que había tomado para acomodarlo en el mismo sitio. ─ Y sí, otro más. Espero que este te guste más que el anterior y no defraudarte.
─ Eso sin duda es imposible, Pa... ─ Levanté una ceja. ─ Jimin. ─ Terminó. ─ Desde que leí tu primer libro y me diste más, fue como si todos los existentes no fueran nada. Solo los leo por ocio, pero si no tiene el "Atentamente y con eterna dedicación, Park Jimin", entonces no es lo que necesito.
Sonreí sintiendo las emociones hacer su bigbang en mi pecho.
─ Jimin, es hora. ─ Escuché a Paulina hablar a mi espalda, me giré a medio cuerpo para demostrarle mi atención sin ser descortés con Jungkook. ─ Debemos llegar a casa antes de que la lluvia comience a hacer presente.
Acomodó el libro dentro de su mochila y levantó la vista, encontró a Jungkook detrás de mi y formó una "o" con su boca, luego apareció esa mirada maliciosa en la que yo sabía, tramaba algo.
Lo bueno de vivir durante tanto tiempo junto a ella, era que la conocía como la palma de mi mano, siendo casi como mi hermana menor, incluso una hija y la culpable de que mis nervios crecieran a velocidad de la luz.
─ ¡Hola,Jungkook! ─ Saludó alegre, caminando hasta estar frente a él. ─ Es lindo verte, siempre aquí, leyendo tanto.
Mis ojos estaban en su interacción y en como la postura relajada del castaño desaparecía en una fracción de segundo.
Paulina sabía algo que yo no.
─ ¿Sabes? ─ Me miró. ─ recordé que debo pasar con Jin por ropa que deje en su casa ayer y también a planear nuestro aniversario. Así que me adelanto. Gusto en verte, Jungkook. ─ Paso a mi lado y se detuvo. ─ Espero que ya no estés soltero para el día de mañana, appa.
Y se fue corriendo como alma que lleva el diablo.
Esa mujer...
Y como si fuera bruja, la lluvia azotó en las ventanas de la biblioteca.
Pero eso no fue lo que causó el escalofrío en mi cuerpo, no, claro que no fue el trueno que se disparo a la tierra con gran estruendo. Más bien, fue la corriente eléctrica que deslizó en mi anatomía cuando la cercanía de Jungkook fue inmediata ante la mía.
Su cuerpo estaba pegado al mío y su mano tomaba con fuerza mi brazo, sus ojos estaban cerrados y su mejilla se restregaba con la tela de mi sudadera.
─ ¿Qué sucede, Jungkook? ─ Pregunté preocupado, pero no recibí respuesta. ─ ¿Jungkookie?