El lunes por la mañana después del mal fin de semana que paso Stef por la frustración que le causo la estúpida escena que Robert le montó el viernes en la noche; Esperaba que su ánimo mejorara antes de llegar a la oficina, aunque lo dudaba mucho, iba con una hora de retraso y todo por no haber escuchado su alarma y por el bendito tráfico de la ciudad de New York.
Para compensar su retrasó decidió pasar por un café para su compañero, de todas maneras, ya era tarde, era mejor llevar consigo un pequeño presente para disculparse por su atrasó. Tomo el ascensor el cual por primera vez desde que trabaja en esa empresa estaba vacío por lo que tardo tan solo un par de minutos en llegar al piso cuarenta donde se encontraba su oficina.
Con paso decidido se acercó al escritorio de Borja, el cual estaba muy distraído que no escucho cuando ella ingreso a la oficina:
- Buenos días- saludo Stef.
- Buenos días- respondió él.
- Perdón por el retraso-dijo ella.
- No te preocupes.
- En serio no volverá a suceder, Pero para compensar te traje un café, no sé cómo lo tomas así que me decidí por lo básico; un café negro- sorprendido por el detalle sonrió.
- No era necesario, pero gracias- dijo mientras tomaba el vaso que Stef le tendía.
- Te aseguro que no volverá a pasar.
- No te preocupes, a cualquiera le puede pasar.
- Eres muy comprensivo Borja.
- Creo- él sabía que la comprensión era algo que muy pocas personas poseían y por lo mismo muchos eran juzgados sin ser escuchados.
- Lo eres- Stef estaba agradecida por tener a un compañero como él-Sabes, ¿yo creía que eras un maniático de la puntualidad?
- No me gusta llegar tarde a ningún lugar y si tal vez soy un poco obsesivo con eso, pero asimismo comprendo cuando surge un imprevisto y no puedes llegar a tiempo- respondió él mientras le daba un sorbo a su bebida- por cierto, muy buen café.
- ¿Entonces si lo tomas negro?
- Si, no soy muy fan del azúcar- era cierto, Borja no disfrutaba de las cosas dulces y todo se lo debía a su fantástica adolescencia.
- Yo amo casi todo lo que tiene azúcar así que no comprendo cómo te gusta algo tan amargo como el café negro.
- A veces las cosas amargas son las que mejor saben en la vida y de las cuales aprendes a disfrutar- a Stef le pareció que se refería a otra cosa y no a la bebida caliente que tenía entre las manos.
- Bueno, me alegra que lo disfrutes Loson.
- Borja, no Loson- corrigió él.
- Cierto, me alegra que lo disfrutes Borja- respondió ella mientras se acercaba a su escritorio, (el cual se encontraba frente al de él), dejaba su bolso encima de este, encendía su computadora y tomaba asiento.
- ¿Y qué tal tu fin de semana?- pregunto Borja intentando no sonar muy interesado mientras revisaba unos papeles.
- Ni me lo recuerdes.
- ¿Tan malo fue?
- Algo así, y ¿El tuyo qué tal? - pregunto ella tratando de evitar recordar al capullo de Robert y lo mucho que lo quería estrangularla próxima vez que se lo encontrara.
- Normal, ya sabes- Borja se dio cuenta que estaba evadiendo el tema por lo que dedujo que no había tenido un buen fin de semana.
- ¿Y qué es lo normal para ti?, porque lo que puede ser normal para una persona para cualquier otra puede ser toda una locura.
- Interesante forma de ver las cosas- estaba impresionado con la forma en que Stef percibía la vida.
- Creo que todo es cuestión de perspectiva, un ejemplo, lo que para mí es bueno a ti te puede parecer malo.
- Muy cierto.
- Entonces, Señor Loson,¿qué es un fin de semana normal para usted?- Borja tuvo que controlarse y no poner los ojos en blanco, se notaba que a Stef le encantaba fastidiarlo llamándolo por su apellido, pero dos podían jugar el mismo juego.
- Primero respóndame usted Señorita Livinson ¿Como es un fin de semana normal en su mundo?- Stef sonrió, el Señor Loson era ingenioso y eso le gustaba mucho.
- Sencillo, ver series, tomar grandes cantidades de café, leer, pasar tiempo con mi familia, comer chucherías y dormir.
- Fascinante.
- No sé qué tiene de fascinante pero así me gusta pasar mi tiempo libre cuando no tengo algún compromiso, su turno Loson.
- Bueno- dudo un poco antes de continuar- simplemente leer, ver películas y salir a dar un paseo con mi perro- patético pensó él.
- ¿Tiene un perro?
- Si y deje de tratarme de usted, no me gusta me hace sentir viejo y tan solo tengo veintidós años- y me gusta cómo suena mi nombre de sus labios pensó Borja, ni loco decía eso en voz alta, se moriría de vergüenza si Stef se enterara de eso.
- Cuando usted lo haga, Señor Loson- dijo ella remarcando la última palabra.
- Está bien, Stef- se rindió.
- Muy bien Borja, ¿Cómo es su perro?
- Es un Dóberman, se llama Chama y es muy cariñoso- él sonrió al recordar a su precioso amigo.
- Espero algún día conocerlo, a Sofia le encantan los perros y seguro se la pasaría muy bien con Chama.
- ¿Sofia? - pregunto Borja, era la primera vez que escuchaba ese nombre. Eso no era lo único nuevo, sino que también ella indirectamente le estaba diciendo que en algún momento se verían fuera de la oficina, eso sin duda alguna era nuevo para él.
- Si- Stef no estaba segura de hablar de ella con su compañero.
- ¿Y ella quién es?- por la forma en que la mirada de Stef se dulcifico supo de inmediato que era alguien muy importante ella.
- Ella es... - el sonido de una llamada entrante los interrumpió, ella al ver de quien se trataba respondió de inmediato- lo siento, pero debo contestar.
- No hay problema.
De un momento a otro Stef se puso pálida y rígida como una tabla, eso le dio a Borja un claro indicio de que nada bueno estaba pasando. Y no le gustó como la voz de su compañera se quebró un poco. Como sospecho no eran buenas noticias. Pensó mucho si era buena idea acercarse a ella, pero por su claro comportamiento, lo mejor era dejar que terminara la llamada y luego preguntar qué pasaba.