Boss || 1#

Chapter 8


~ S A N T I N O ~
 

Esa interrupción de mi hermana a mi oficina solo hizo que mi cabeza doliera más. Obviamente había notado el cambio de Sofía, el chofer me había comentando sobre la pregunta que le hizo Sofía esa noche que la llevó a su casa.
 

No podía estar enojado porqué haya respondido su pregunta pero me habría gustado haberle contando lo que estaba pasando en mi vida. Lucianna me había engañado muchas veces y hasta pensaba que Bruno no era mío. Luego de que rompimos, solo estuvimos juntos una vez más, como una despedida y ella regreso un par de meses después diciendo que estaba embarazada de un hijo mío.
 

La amaba tanto que le creí que era mío. Pero ahora que el niño crecía tenía mis dudas, pero ahora mi razón de vivir era ese niño de ojos azules que me llamaba papá.
 

—Buenas tardes señor Rinaldi —Kirkman era un inglés que había sido socio de mi padre desde siempre, pero ahora estábamos apuntó de perderlo, por un error mío.
 

—Señor Kirkman, que bueno verlo otra vez, por favor, siéntese. —Sofia estaba a mi lado con una sonrisa, tenía los papales en sus manos y mientras yo daba mi presentación del nuevo negocio con autos de lujo hechos en México, el inglés me interrumpió para hacerle una pregunta a Sofía.
 

—Usted es mexicana, ¿No es así? —El hombre era coqueto. Rozaba los 50 años pero seguía siendo coqueto pero me hervía la sangre que lo fuera con MI Sofía.
 

—En efecto señor Kirkman—Respondió ella a media sonrisa, estaba nerviosa.
 

—Tu eres quien debe venderme este negocio. Estoy cansando de los italianos, mejor convénceme tú y yo aceptaré... —Apreté los puños pero si quería ese dinero, debía aceptarlo.
 

Sofía comenzó a hablar, básicamente lo que yo dije antes pero con ese lindo acento que ella tenía. Delicado y sensual.
 

—Eres una lindura —Las mejillas de la mujer se enrojecieron con los cumplidos del mayor—, Rinaldi envíame el contrato, yo mismo iré a México, quiero una como ella a mí lado.
 

Sofía estaba feliz pero a le vez nerviosa, habíamos cerrado ese trato y no perderíamos a un socio.
 

—Muchas gracias señor Kirkman —Le dijo ella con una gran sonrisa.
 

—Llámame Henry querida... —Tomó sus mano y besó su torso. ¿Quién se creía?—, espero asistas a la reunión de inversionistas en Londres, te quiero ver a ahí y si Rinaldi no te lleva, te enviaré un jet privado.
 

Sabía que Sofía no era de esa clase de mujeres, era más sencilla, pero sus ojos brillaron cuando le dijo eso. ¿Quería ir a Londres? Yo la llevaré.
 

—Gracias... —Volvió a decir antes de que el hombre se acercara a mi para estrechar mi mano con fuerza.
 

—No la dejes ir, sino vendré a robártela, con toda seguridad —El viejo me guiñó un ojo y mantenía esa sonrisa que deseaba tumbar de un golpe.
 

La sala de juntas terminó vacía y ahora estaba en completa soledad junto a Sofía, nuevamente. Elettra tenía razón, se veía diferente. Parecía enferma, pero no quería ser un descarado y acercarme demasiado a ella. La mire recoger algunos papeles, yo tenía mis ojos sobre ella fijamente, recordaba cuando la había besado en la puerta de su departamento, esa noche la quería hacer mía, pero gracias a Lucianna no lo pude hacer.
 

—Dime que tienes Sofía —Atine a preguntar, tenía los brazos cruzados y de mi no se escaparía.
 

—No tengo nada, ya le dije... —No me miró y eso dolía.
 

—Te conozco desde hace meses Sofía, sé que algo te pasa y si no me dices, no irás conmigo a Londres.
 

Que poco hombre era amenazándola con algo que ella quería, se notaba que deseaba ir a Londres.
 

—Entonces le pediré a señor Kirkman que me lleve... Si me disculpa.
 

Una vez qué pasó por mi lado, la tomé del brazo y la empuje sobre mi cuerpo ahora me importaba poco o nada que nos vieran. Escuchar esas palabras me hicieron arder en cólera. ¿Íbamos a jugar este juego?
 

—No juegues con fuego... —Susurré muy cerca de sus labios, la deseaba.
 

—Para su información, hace rato que me queme... —¿Ah si?—. Ahora, ¿Podría soltarme? No quiero seguir siendo la otra...
 

—¿La otra? ¿Qué otra Sofía?
 

—¡La otra Santino! Tú estás casado y tienes un hijo, ¿Cuánto tiempo creías que me lo ocultarías? ¿Te funciona siempre? —Una fiera. Tal y como me gustan.
 

—Sofi, no eres la otra... —Explicarme era complicado, nunca tuve que darle explicaciones a nadie—. Lo mío con Lucianna...
 

—¿Vas a decirme que ya no hay nada? ¿Qué ya no duermen juntos? ¿Qué edad creer que tengo? ¿Pensaste que me iba a creer eso?
 

Era una mujer lista y esa era una de las cosas que me gustaba de ella. Sabía que intimidarla era un logro.
 

—No iba a decirte eso, sería una mentira... —La solté un poco de mi agarre, no quería que fuera a huir de mi—. Pero nuestra relación solo existe por nuestro hijo.
 




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