El café por las mañanas nunca suele ser algo que venga de más cuando necesitas energía, sobre todo cuando tienes demasiadas cosas que hacer como revisar propuestas de marketing, analizar las estadísticas de venta de los meses anteriores, revisar como iban las ventas y preparar las presentaciones para las siguientes reuniones. ¡Ah! Y lo más importante verificar los preparativos para la gala de esta noche, por lo que con tantas cosas que hacer Jiwon necesitaría ese café para seguir con la agenda del día de hoy. Era la hora de su descanso, así que podría ir a la cafetería cercana al edificio sin ningún problema, tomó su agenda del escritorio y salió de su oficina.
Caminó por la extensa calle hasta llegar a su destino, parecía que hoy era su día de suerte al no haber tanta gente en la cafetería que normalmente estaba casi tan concurrida como las calles de Seúl. Al entrar el ambiente cálido y sereno le dio un poco de tranquilidad y el aroma del café le pareció delicioso; ordenó un espresso doble y se sentó cerca de un ventanal a esperar, comenzó a hacer anotaciones y repasar los planes en su agenda mientras disfrutaba del ambiente. Lugares como estos eran sus favoritos porque lo ayudaban a relajarse y olvidar un poco el estrés, cuando estaba por perder un poco su mente en la música clásica que sonaba por los altavoces, una voz en la barra lo devolvió a la realidad.
—Espresso doble para Jeong Jiwon —vociferó una de las cajeras que atendía la barra con el café en mano.
—Soy yo —respondió caminando hacia la caja, mientras sacaba la cartera de su bolsillo.
—Serían cuatro mil ochocientos setenta y ocho wones. ¿Tarjeta o efectivo? —preguntó dándole una sonrisa.
—Tarjeta —respondió sacándola de su cartera.
—Entendido. —La tomó y pasó por el lector de la caja—. ¿Quiere su recibo?
—Sí, por favor.
—Aquí tiene. —Le entregó el café, su tarjeta y el recibo de compra—. Que tenga un buen día, vuelva pronto —dijo guiñándole un ojo, gesto que lo hizo sentir incómodo.
—Gracias. —Se limitó a responder de forma neutral y mientras caminaba hacia la salida revisó el recibo para asegurarse de que le habían cobrado la cantidad correcta, al hacerlo se dio cuenta de un pequeño papel de color que estaba oculto entre su tarjeta y el recibo, era un número telefónico con una pequeña nota que decía: "Me gustaría conocerte más, ¡llámame!".
«¿Qué hace esto aquí?», pensó volteando a ver a la cajera que lo había atendido quien volvió a guiñarle el ojo
—Uh. —Rodó los ojos, tiró el papel a la basura sin darle importancia y salió de ahí.
—Parece que no tuviste suerte esta vez —dijo una de las cajeras a su compañera que tenía una expresión de decepción en su rostro.
—Uh, supongo que no volverá en lo que resta de la semana —respondió con un tono triste al sentir un poco de dolor por el rechazo.
—Mejor ruega que no vuelva y levante una queja, porque te puedo asegurar que será despido inmediato, sobre todo si se enteran de que no es la primera vez que haces esto de coquetear con clientes —le replicó su compañera—. Tienes suerte de que no te hayan atrapado todavía.
—Vamos, no puedes culparme por querer acercarme —se excusó con un sonrojo en las mejillas—. Ese cabello negro y ojos marrones profundos son bastante atractivos, además sabes lo que pienso de los hombres altos de apariencia musculosa.
—¿Qué son sexis? —preguntó de forma irónica, ya que conocía la respuesta.
—¡Correcto! —respondió y siguió con su trabajo.
«¿Cómo gente tan poco profesional podía trabajar en lugares de primera?», pensó Jiwon mientras se dirigía de vuelta al trabajo, estaba molesto por lo que acababa de suceder, definitivamente no volvería a esa cafetería y la removería de su lista de favoritas por la escena tan incómoda que había pasado. Al llegar fue recibido por Kim, su secretario, un joven de cabello marrón, ojos castaños con toques grisáceos y estatura promedio; quien siempre lo seguía de cerca en su jornada laboral.
—Buenos días, señor Jeong —Lo saludó haciendo una reverencia, con la voz temblorosa—. Se ve disgustado hoy. ¿Sucedió algo?
—Buenos días, Kim. ¿Cómo van los preparativos de la gala?, ¿ya se está preparado el servicio de banquetes para esta noche? —preguntó evadiendo la pregunta mientras ambos subían al elevador—. No quiero que haya complicaciones de última hora, todo tiene que ser perfecto.
—Sí, señor, ya se calcularon las proporciones para cada platillo y el número de invitados —respondió—. También el servicio de decoración está trabajando en el salón de acuerdo con lo pedido por el señor Moon.
—¿Ya está la lista de invitados revisada y corregida? No quiero ningún error, el más mínimo costaría muy caro —recalco dándole un trago largo a su café.
—Entiendo, me encargaré de eso de inmediato —respondió evitando hacer el más mínimo contacto visual—. Señor Jeong. ¿Está bien? —preguntó con voz temblorosa.
—Eso no importa ahora —respondió un poco irritado por el cuestionamiento—. Además. ¿Por qué no estaría bien? Dirigir una gala importante donde asistirán cientos de personas y nuestros socios más importantes es una oportunidad única, no cualquiera puede alardear de ello, aunque no sé si podría alardear, ya que cualquier cosa podría costarme la carrera...
—No creo que... —fue interrumpido por Jiwon, quien lo miró con un rostro que causaba terror.
—Si vas a decir que no es la gran cosa, será mejor que no opines —le respondió antes de que terminara de hablar.
El ascensor llegó a su destino, ambos bajaron y mientras que Jiwon se dirigía a su oficina Kim lo seguía de cerca un poco nervioso y asustado.
—Oye, Kim
—¿Sí, señor Jeong? —preguntó bastante nervioso tragando saliva.
— ¿Y tú estás bien? Te veo bastante nervioso. ¿Son los preparativos? —preguntó un poco preocupado, no quería presionarlo demasiado, después de todo era en quien más confiaba a la hora de trabajar—. Lamento si te estoy presionando demasiado, ya sabes que a veces el estrés me pone un poco irritable.