Capítulo 5. Sueño Lúcido

—Que bien, lo que me faltaba, un gato arañando mis muebles —dijo acercando sus manos para tomar al felino—. ¡Ven aquí!

Intentó agarrarlo, pero el pequeño lo evadía metiéndose debajo del sillón. Al ver que no parecía querer cooperar ideó una pequeña estrategia, pondría un poco de comida del otro lado del sillón y cuando el felino saliera para comer, lo agarraría en ese instante. Y así lo hizo, en pocos minutos había logrado capturarlo.

—¡Aja!, ¡te tengo pequeña alimaña araña muebles!  —dijo Jiwon al capturar al pequeño felino escurridizo, fue al verlo que su curiosidad por el felino despertó.

Nunca había visto un gato como el que tenía en sus manos en este momento, sus ojos eran grandes y azulados con forma de almendra, su pelaje era largo y blanco con una textura parecida a la seda, su cabeza tenía una forma triangular con una recta y alargada nariz, y por último sus orejas eran largas con terminación en punta. Lo extraño para él eran esos ojos grandes, azulados, que por alguna razón se le hacían adorables y hasta familiares.

—Qué ojos más extraños.

«Incluso podría decir que esos son los ojos de», el solo pensarlo hizo que se ruborizara y comenzará a imaginarse el rostro del jovencito visualizado en el pequeño felino.

—Debo dejar de pensar en ello o comenzaré a alucinar —se dijo apartando la vista del minino en sus manos y lo bajo al suelo con cuidado—. Bien lo mejor será ocuparme de lo poco que puedo hacer ahora, pero antes de eso me daré una ducha.

—No creo que sea buena idea dejar a los pequeños sin supervisión —comentó Minyong desde un aparato en la estantería.

—Pues adivina, tú te encargaras de eso mientras me doy una ducha, grita si necesitas algo —respondió dirigiéndose al baño.

—Bien, supongo que solo será vigilarlos, ¿uh?, ¿a dónde vas? —preguntó la IA al minino de pelaje blanco que estaba dirigiéndose hacia el pasillo—. Bueno, si ya no se encuentra en mi radar no es mi problema.

En el baño Jiwon se encontraba disfrutando de una ducha caliente y relajante, estaba aliviado de ya no tener que cargar con el desagradable aroma de gato mojado. La calma reinaba mientras se bañaba hasta que unos maullidos al otro lado de la puerta rompieron el silencio.

«Pensé haberle dicho a Minyong que vigilara a esas alimañas», estaba dispuesto a ignorar los maullidos, pero cuando estos se hicieron más intensos no pudo evitar salir a callar al pequeño diablo que interrumpió su baño. Ni siquiera se dio el tiempo para secarse, así que salió con la toalla amarrada a la cintura y el cuerpo mojado. Al abrir la puerta para buscar al culpable de su molestia no esperaba encontrar al minino de ojos azul celeste sentado frente a la puerta, por lo que solo se puso de rodillas mirándolo fijamente.

—Así que eras tú —dijo al ver al minino sentado frente a su puerta—. ¡Minyong se te escapó uno!

—No está en mi radar, así que no es mi problema. —respondió la IA haciendo enojar a Jiwon.

—Perfecto, lo que faltaba —murmuró rascando su sien—. Me iré a secar, así que no hagas ruido —indicó y volvió al baño.

Jiwon esperaba que la pequeña alimaña a cuatro patas siguiera insistiendo con sus maullidos, pero en todo el rato en el que estuvo dentro no escuchó en ningún momento al gatito maullar, así que pensó que se había devuelto a la sala. Sin embargo, al salir el pequeño aún estaba ahí y al verlo no tardó mucho en meterse entre sus piernas mientras ronroneaba, algo que le pareció un poco adorable.

—Vaya que eres obediente, me impresionas —dijo acariciando la cabeza del pequeño—. Bien, vamos a la sala para que puedas dormir con tus…  ¿Amigos, hermanos o lo que sea que sean tuyo? —Tomó al gatito entre sus manos y se dirigió a la sala de estar, pero al entrar sintió como algo blando era embarrado en la suela de su zapato—. Carajo.

—Parece que esta noche te la pasaras limpiando —dijo Minyong como una pequeña burla.

—Recuérdalo, Jeong Jiwon, esto lo haces por ayudar a Soono, ¡lo haces por ayudar a Soono!

—¿No ayudabas a un amigo?

—¡Es lo mismo!

Media hora después, en la que no solo limpió excremento y orina, sino que también tuvo que mantener alejadas a las pequeñas alimañas de sus muebles para que no los arañaran, se recostó en su cama agotada y dispuesto a descansar, esta noche se saltaría la cena.

—Al fin, este día termino —dijo suspirando aliviado, estaba por irse a dormir hasta que vio al pequeño felino a su lado—. Quieres dormir conmigo, ¿eh? Bueno, si no haces mucho ruido y no dejas tanto pelo en mi cama, te dejaré dormir aquí, ¿entendido? —Al oírlo el pequeño maúllo y se acomodó a su lado. Era extraño el verse ahora acostado al lado del minino, se suponía que no le gustaban los animales, pero por algún motivo no le era desagradable tener al de ojos azulados cerca. Aquel pequeño lo hacía sonreír.

La noche pasaba tan serena como de costumbre hasta que algo comenzó a irrumpir en su sueño, algo aferrándose a su pecho y aplastando uno de sus brazos con su cuerpo. Estando seguro de que se trataba del pequeño animal, lo abrazó y comenzó a acariciarlo. Fue cuando se despertó por completo que pudo ver de quien se trataba, no era un felino lo que estaba abrazando y acariciando, era alguien a quien reconocería muy bien. Quien estaba a su lado era el joven rubio de tez blanca y mirada celeste, quien al verlo le sonrió de forma dulce haciendo que su rostro se colorara. Por más que quería reaccionar, no podía moverse o emitir palabra, estaba en blanco de forma total, de repente el joven en sus brazos comenzó a acercarse peligrosamente a sus labios con una sonrisa más pícara.

«¿Acaso?, ¿¡acaso va a besarme!?», antes de que pudiera procesar lo que estaba por pasar, en el instante en que sus labios estaban por rozarse, se despertó de golpe con la cara roja. Su cuerpo estaba temblando, la respiración era agitada y el ritmo cardíaco estaba acelerado. No pudo evitar llevarse una mano a la boca, preguntándose qué había sido aquello que había soñado.