Boys Around The Moon [bl]

Capítulo 6. Choque Astral

—Porque —susurró haciendo una pausa—. Porque es tu culpa que lo haya adoptado —respondió con el ceño fruncido y con las mejillas rojas de la vergüenza—. De no haberte ayudado, no lo habría adoptado, así que es tú culpa —recalcó dándole un golpe en la nariz con el dedo índice.

—¡Oye!, ¡no deberías decirlo de esa forma, no te obligue a ayudarme! —dijo yendo tras de Jiwon.

—Igualmente, fue tu culpa y no cambiaré de opinión respecto a eso.

—¡Qué malo eres!

Aunque adoptar a un gatito no estaba en sus planes, no podía decir que se arrepentía de haberlo hecho, al menos no por el momento, después de todo. Un poco de compañía no está nunca de más.

—Supongo que ahora tengo que encargarme de mi nuevo compañero. —Suspiró con algo de decepción.

—En ese caso. ¡Déjame ayudarte! —sugirió el rubio emocionado.

—¿Uh?, ¿ayudarme? —preguntó algo confundido.

—Claro, tú me hiciste un favor, así que, como buen amigo, es mi turno para devolverlo —respondió—. Sé que tal vez no es algo tan complicado, pero quiero hacerlo de todos modos, además, ¡quiero pasar tiempo con el yo gatuno!, ¡es tan tierno!

—¿El “yo gatuno”?, ¿por qué no lo llamas por su nombre? Sería mucho mejor.

—Sería más fácil si hubieras elegido otro nombre, por ejemplo, llamarlo “pelusa” habría sido una buena opción —señaló tomando al gatito con cuidado entre sus manos.

—¿Pelusa? Suena a que es una bola de pelos y no un gato —respondió metiendo sus manos en las bolsas del pantalón, mientras se dirigía a una de las tiendas para mascotas—. Además, ya te dije si se llama así es por culpa tuya.

—¡Oye!, ¡pelusa es un buen nombre! —protesto mientras iba detrás de él.

—Bueno, ya que es un buen nombre, podría empezar a llamarte pelusa —comentó Jiwon para molestarlo.

—¡No te atrevas! —reclamó Soono, quien empezaba a colorarse.

—Está bien, está bien, pelusa —dijo soltando unas cuantas carcajadas, haciendo que Soono le diera un golpe en el hombro.

Jiwon no podía evitar reírse, le causaba gracia como el de ojos celeste reaccionaba cuando se molestaba, su pequeño ceño fruncido y mejillas a medio inflar lo hacían ver tan tierno y adorable. Lo único que quería era tomar sus mejillas entre sus manos y jalar de ellas para que siguiera haciendo muecas. «Ay, Soono. ¿Cómo puedes ser tan adorable?», pensó dibujando una sonrisa en sus labios.

 

 

 

 

—Bueno, supongo que deberíamos empezar por conseguirle una cama, no puedo dejar que se suba a la mía por las noches y no quiero que se malacostumbre.

—Suena bien, ¡ah!, ¡también podemos ver ropa para mascotas!, ¡un suéter que le quedaría muy lindo!

—¿Para qué necesitaría un suéter? —preguntó arqueando la ceja.

—Para cuando haga frío, por supuesto —respondió como si fuera obvio.

—Pero si tiene pelaje que lo abrigue cada que haga frío, no tiene sentido.

—Aún es un bebé, Jiwon debes cuidarlo como uno —replicó poniendo el gatito frente a él—. Solo míralo. ¿Quieres que me muera del frío, Jeong Jiwon? —dijo fingiendo una voz infantil poniendo al pequeño cerca del rostro del más grande.

—¿Desde cuándo hablas por mi gato? —pregunto tomando al felino.

—Desde hoy, no pienso dejar que mates de frío al pobre —respondió con su pequeño ceño fruncido.

—Está bien, te voy a hacer caso, pelusa.

—¡Que no me llamo pelusa!

Una vez dentro de la tienda, mientras Jiwon buscaba lo básico, Soono se encargaba de explorar el área de juguetes, ropa y accesorios para mascotas. En menos de un minuto a ese suéter se le habían sumado varios conjuntos más, tanto así que creía que ahora tendría que sumarle un closet a su lista de compras. Pasaron un largo rato en esa y varias tiendas más en las que estuvo vigilando al más joven para que no llevara más de lo necesario. Parecía tener la manía de querer probar todo aquello que se viera bonito.

El sol ya se estaba ocultando, pensaba en invitar al rubio a cenar. Pero debía encargarse de acomodar todo lo que había comprado, así que lo llevó a su residencia.

—Gracias por traerme a casa, siento mucho si te causo molestias por hacerme estos favores —dijo algo apenado. Con este eran tres favores que el mayor le iba haciendo.

—No es ninguna molestia, así que no tienes por qué disculparte —respondió—. Fue agradable pasar tiempo contigo, además me ayudaste con las compras para mi pequeño compañero, era lo mínimo que podía hacer por ti.

—Bueno, cualquier cosa sabes que cuentas conmigo.

—Lo sé, por cierto…  Me preguntaba si mañana te gustaría almorzar en el café al que fuimos ayer. ¿Qué dices?

—Me gustaría, pero no creó poder —respondió—. Mañana empiezo con mi contrato, pudieron acordar los términos y al parecer trabajaré en conjunto con un tutor.

—Ya veo, entonces supongo que será en otra ocasión, pero cuando tengas tiempo o estés en tu descanso avísame. ¿Sí?

—Por supuesto, que tengas un buen día mañana —dijo despidiéndose.

— Igualmente Soono —murmuró.

Aunque no lo admitiera, aquellas últimas palabras le habían dado una pequeña esperanza de que quizás podrían verse mañana. Lo que no imaginaba era que esta fuera lo suficientemente fuerte no solo para cumplir su deseo, sino que también podría hacer que pasara de una manera inesperada.

Mientras tanto en otro lado alguien se encontraba llegando a casa, su cabello estaba a duras penas peinado, su ropa desaliñada con manchas de labial en piel que ocultaba con el cuello de la camisa y su fragancia mezclada con el perfume perteneciente a una dama.

—Vaya tarde—murmuró estirándose, en ese momento su mayordomo llego para atenderlo—. Buenas noches, señor Kang.

—Buenas noches, señor Monteiro —lo saludo haciendo una reverencia—. Permítame su abrigo.

El Sr. Kang era el mayordomo de Enzo desde que se había mudado a Corea, era un señor de unos cincuenta a sesenta y cinco años aproximadamente, que siempre vestía y hablaba de forma elegante, que solía ser amable y gentil la mayoría del tiempo, tanto así que a veces lo consideraba como su abuelo.




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