Brandwell

1. DESDE EL INICIO

¿Alguna vez te ha pasado que, vives tu vida tratando de ser una persona normal y llega alguien a tumbar todo eso con solo tres palabras? ¿No? ¿Solo a mí? ¡Ah cierto, no recordaba que la de malas soy yo!

Desde que nací la suerte nunca ha estado de mi lado, así que mi querida Effie1, me has engañado. Sé que no entienden nada, así que mejor empecemos donde todo inició…

Soy Lindsay Brandwell, nací el 3 de octubre del 2002, en una pequeña pero acogedora familia llena de amor. Y si, les dije desde el inicio y ese es… Nah mentiras, ya en serio empecemos.

De niña siempre me he sentido un tanto extraña, diferente. En ese tiempo llegue a pensar, y también a escuchar de otros, que solo era una faceta de la infancia que pasaría tan rápido como canta un gallo, citando textualmente. Y lo creí por un tiempo, pero ese gallo nunca cantó.

Veía a las demás niñas jugar con sus muñecas, inventar fantasías con príncipes azules, adorar la navidad y otras fiestas, todo lo relacionado con pastelitos y arcoíris de colores. Siempre traté de hacer que me gustara, pero nunca pude ser ese tipo de niña dulce vestida de rosa. A las muñecas las mutilaba y transformaba en pequeñas monstruosidades, inventaba historias con dragones y todo tipo de ser paranormal, adoraba el Halloween, la única celebración que me permitía ser yo misma. En cambio, la navidad y demás festividades me eran indiferentes.

Recuerdo que en ese tiempo anhelaba ser escritora, me encantaba crear mis propias historias siguiendo los pasos de mis autores favoritos y me gustaba contárselas a las demás niñas, pero siempre salían llorando y corriendo. Y no entendía por qué.

Había dado varias «señales», pero yo misma me decía todo era parte de mi imaginación. Por ejemplo; cuando tenía 6 años discutí con mi primo Joel, quién es un año mayor que yo, porque me robo mis dulces de Halloween. Me enoje tanto que le grite que le iba a crecer la nariz como a Pinocho por mentiroso —lo sé, no es un insulto mordaz, pero no podía hacer más nada, era una niña—, cuando mi tía Zoe intervino, le preguntó si era verdad lo que había dicho. Problema #1, lo negó y ¡pum! Le creció la nariz. Pero antes que me fijara bien, ya no tenía nada, había desaparecido de la misma manera en que apareció. Mi tía dijo que solo eran imaginaciones mías por comer tanta azúcar en un día. ¡Si claro, Pinochoel2 no pensaba igual!

Siguiente ejemplo; el día del cumpleaños número 8 de Joel, el cual es justo el día de Halloween —que suerte tiene algunos— se burló de mi disfraz de dragón volador escupe fuego. Según él, parecía una lagartija con patas de pollo. Así que, nuevamente me enoje y ¡pum! Delicioso pastel en la cara de todos. Si, explotó regándose por toda la sala. Fue tan lindo, maravillosos recuerdos. Mi tía Zoe sabía que había sido yo, pero aun así dijo que «habían metido un petardo en el pastel como broma». Lo dijo con tanta convicción que hasta yo le creí, temporalmente.

Y así hubo varios «incidentes extraños», de los que sospechaba que yo era culpable. Cada vez que me enojaba mucho, me sentía muy triste o estaba muy emocionada pasaba algo extraordinario. Muchos de esos en presencia de humanos, por lo que no solo la tía Zoe intervenía, mi padre también se veía obligado a hacerlo.

¿Lo peor de todo? Siempre lo negaban, buscando una explicación científica y realista a todo lo que sucedía. Hasta que por fin cumplí 13 años.

Ese día, papá y la tía Zoe —su hermana— me entregaron un collar con un dije bastante peculiar; una estrella en medio de una luna creciente, una reliquia de la familia Brandwell. Además, me dieron una mínima parte de las explicaciones a todo lo sucedido a lo largo de mi corta y muy extraña vida. ¡Soy una bruja!

Puede que estén pensando cosas como: «¿La escoba funciona con magia o tiene combustible? ¿Tendrá donde estacionarla? ¿Le pondrán multa por mal parqueo? ¿Convertirá a Pinochoel en un niño de verdad?»

Nah mentiras, pero acepten que esa última fue divertida. Pero no, lo convertiría en rata voladora con cola de perro, solo para que se vea más bonito.

Creían que me afectaría aquella noticia, que me sentiría aún más rezagada del resto del mundo por ver verificadas mis teorías sobre ser diferente. Sin embargo, no fue así, todo lo contrario. Muchas cosas estaban cobrando sentido, nada de lo que había sucedido fue parte de mi imaginación y eso me hacía sentir más tranquila porque no estaba loca. Pero, ¿Por qué contármelo hasta ahora?

Tuvieron que esperar hasta cumplir esa edad porque debían asegurarse no solo de tener el don, sino de mantenerlo activo hasta el inicio de la adolescencia, cuando se dan los cambios y todo eso. De ahí en adelante me entrenarían, la historia y el arte de poder controlarlos no era algo fácil de hacer. Según ellos, el ser bruja o pertenecer al gremio de la magia para un Brandwell no era nada sencillo, y bla, bla, bla… En realidad, no escuché todo, estaba tan emocionada que mentalmente me fui, solo asentía a lo que me decían como si entendiera perfectamente. Algo así como los términos y condiciones, los aceptas sin saber siquiera que dice porque te da mucha flojera leerlos.

Y he allí un fallo, debí prestar más atención a ello, especialmente a lo referente a ser un miembro de la familia Brandwell con el don de la magia.

No será fácil, y más adelante me enteraría el por qué.

 

 




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