Brandwell

5. COSAS EXTRAÑAS EMPIEZAN A SUCEDER

Aún recuerdo aquellos días en qué, muy dramática e innecesariamente, decía que mi vida era un enredo y completo misterio lleno de problemas. ¡Qué ingenua era en ese entonces!

Sí, eso solo fue hace unos meses como mucho, pero las cosas cambian hasta de un segundo a otro. Ojalá mis problemas actuales fuesen como los de ese entonces, sería completamente feliz, especialmente por el hecho de ignorar la existencia de Brad Benson.

Prefiero vivir en la completa ignorancia que en este infierno.

Lo único bueno de todo esto es que mi relación con Joel ha mejorado demasiado, no hemos vuelto a discutir como niñitos chiquitos ni a ocurrir otro de esos extraños accidentes míos. ¿Será que maduramos? Tal vez, pero sea lo que sea me encanta esta nueva faceta.

—¿Hoy tienes clase? —indagó Ben, sin dejar de dar suaves besos en mi cuello.

—Lastimosamente sí —contesté haciendo un puchero de esos que le encantan— pero mañana es festivo, y será solo para nosotros dos. ¿Qué te parece?

—Me encanta esa idea —susurró sobre mis labios, con esa sonrisa coqueta que me derretía por completo.

Cada día me encantaba más el sabor de sus besos, me transportaban a otro mundo lleno de colores y amor, alejándome de todos esos malos momentos que había estado pasando. Era mi escape de la realidad, mi burbuja de paz.

—Sí, sí, que lindos los novios —se quejó Joel burlón— pero se me separan, ya pasó la hora de la melosería y alguien debe ir a enfrentar un debate.

—¿Por qué? —lloriqueé— alguien allá arriba debe odiarme de verdad.

—¿Segura que no quieres que haga algo, amor? —insistió preocupado.

—No te preocupes, dulzura —le besé suave y lento— ese idiota no va poder conmigo, asi tenga que…

—Irte a los putazos… —interrumpió Joel, poniéndose en pose de pelea.

—Cállese, oiga —le riñó Ben.

Me abrazaba por la cintura, acariciando la piel descubierta de mi espalda. Sus caricias eran otro nivel, me producía mil sensaciones electrizantes que recorrían todo mi cuerpo. No podía estar más feliz de estar con él, ¿Qué más podía desear?

Cierto, que los Benson se fuesen a otro planeta sería maravilloso.

—Nos vemos luego, amor —me despedí de Ben con un beso en los labios.

—Nos vemos luego, preciosa.

—Si no regresa con ganas de suicidarse, claro —añadió Joel— o de asesinar a alguien.

Suspiré con resignación, sus comentarios no me hacían ninguna gracia, especialmente estando a pocas horas de verle la cara a ese idiota de Benson.

—¿Te hace falta discutir conmigo? —recriminé, mientras salíamos de casa esperando la ruta de autobús— pues fíjate que no te daré gusto.

—Qué mala eres primis, y yo solo quiero acercarme más a ti —se burlaba— y pellizcar esos cachetes.

Habiendo llegado a la academia, Juli me esperaba en la entrada para ir juntas a nuestras clases. La primera era una de nuestras favoritas, fisiología de la magia. Suena extraño, pero es muy interesante de escuchar. Las brujas y hechiceros tenemos puntos clave de energía ubicados en el cuerpo, zonas completamente sensibles donde se acumula energía y que ayuda a transportarla equitativamente por el resto del cuerpo. Dominar estos puntos, significaba tener control sobre nuestras habilidades.

Acompañada de sus explicaciones, se nos daban algunos tips de yoga. Créanlo o no, tener paz mental y calma con el entorno ayuda a regular todas nuestras energías, y no solo la mágica. Teoría confirmada, mis accidentes se debían a mis alteraciones emocionales.

Sin embargo, aquel momento de relajación se esfumaba en un dos por tres al verle la cara al ogro de mi profesor. La segunda clase por desgracia era historia de la magia, una eterna hora escuchando las estupideces de un Benson resentido.

—Lin… —susurró Juli— ¿No has notado algo raro?

—¿Cómo qué o qué? —susurre de vuelta.

—No necesitan mover la boca para leer —advirtió Brad levantando su mirada del libro.

Nos había asignado una lectura que debíamos entender y complementar con nuestros conocimientos, asi que estábamos próximos a uno de esos debate-discusión que tanto le encantaba hacer.

—Explícate —murmuré aún más bajito.

—Llámame loca, pero… —dijo sofocando una risita— alguien empieza a hacerte ojitos.

Extrañada por sus palabras, desvié mi mirada por todo el salón buscando la razón de sus palabras. Todos y cada uno de mis compañeros estaban enfrascados en sus lecturas, además, todos eran menores que yo. ¿Qué cree, que soy sugar mommy?

—Tienes razón, estás loca —me burlé— ¿Recuerdas que soy una anciana en una guardería?

—No me refería a nuestros compañeros —dijo para luego sonreír ampliamente ocultando su rostro en el libro.

—No entendí.

¿Quién más podría ser? Por simple descarte se me dio por desviar mi atención al frente donde, cruzado de brazos, Brad me observaba fijamente como analizándome. No era raro en él, siempre hacia eso para hacerme sentir incomoda. Solo que esta vez, muy extrañamente, no tenía el ceño fruncido ni me miraba como si quisiera lanzarme una maldición. Era más mero análisis, como si fuese la primera vez que me mirara de verdad. Miré a Juli por un segundo, aún sonreía ampliamente tratando de no reírse fuerte, luego nuevamente a Brad, quien seguía sin despegar sus ojos de mí.




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