Brandwell

7. EL INICIO DEL FIN

Llegué a casa totalmente consternada y molesta, las burlas de Brad ante mi ignorancia fueron exasperantes.

—¿Más secretos familiares? —había dicho con sarcasmo.

El solo recordarlo me llenaba de más rabia. No terminaba de entender, ya estoy en la dichosa academia recibiendo las clases y soportando las miradas de todos, ¿Por qué me ocultaban cosas aún?

—¿Cómo te fue cariño? —indagó mamá al verme llegar.

—A las patadas —contesté— ¿Dónde está papá? Hay un par de preguntas que debo hacerle.

Lo busqué en su lugar favorito, la cocina. Estaba horneando un pastel, intentando por primera vez cocinar algo con sus propias manos. Iniciando con lo más sencillo, los postres.

—Si, ya te escuché —dijo al verme— ¿Qué quieres preguntar?

—¿Qué es eso del don Brandwell? —pregunté sin titubear.

—Malditos Benson —se quejó con un suspiro.

No sentamos en la sala aprovechando que mi hermano no estaba, él más que nadie no debía saber nada de todo esto de la magia. Seguía siendo un humano y nunca demostró tener habilidades, asi que era mejor para el ser totalmente ignorante a esto. ¡Suertudo!

—Desde que se formaron las grandes familias de la magia, y aparecieron los más grande magos y hechiceros —explicaba papá— algunos perfeccionaban técnicas que eran demasiado difíciles para alguien de poder normal, por lo que se convertía en un don. Con ello fueron bendecidos, lo que quiere decir que solo los más dignos de sus generaciones podrán heredar ese don. Muchos de ellos se han perdido con el paso de las generaciones, actualmente muy pocos son los que tienen uno. Los Brandwell tenían el más singular de todos, la habilidad de controlar toda clase de animal o criatura mágica.

—¿Qué? —exclamé sorprendida.

Aquella criatura en el bosque, Bobby, y después en el lago con Flofy, ninguno me había atacado y solo se acercaron a mí como si me hubiesen visto de antes. ¿Eso era tener el don Brandwell?

—Si, el control sobre las criaturas mágicas es propio de los Brandwell —añadió— y por lo visto lo heredaste después de 3 generaciones sin presentarse.

—¿Por qué debo enterarme de estas cosas por alguien más? —reclamé— por parte de un Benson, que es lo peor.

—Porque se supone que los mestizos no lo heredan —contestó— jamás se había visto que pasara, además de ser algo que no se veía hace mucho tiempo. Solo se ha reportado un hechicero más en todo el mundo con un don heredado de su familia, son casos especiales.

Mis ansias de información me llevaron a desvelarme un poco, buscando y encontrando algo de información sobre los dichosos dones. Era muy escasa, pero justo lo que necesitaba. Tan solo habían existido 6 de ellos, de los cuales 4 era control elemental, el quinto era telequinesis y por supuesto, el don Brandwell. Era realmente interesante, pero no demostraban como se podía controlar dicho don.

Al día siguiente, la pesadez y flojera me arrollaron aplastándome en mi cama. Me levante solo para ir a clases, perderla sería darle gusto a Brad, especialmente teniendo la socialización de los ensayos pendientes. Como siempre, fisiología mágica fue una liberación para mí, pero el rostro amargado de Brad me quitó esas esperanzas.

—Para serles sincero, no esperaba nada de ustedes —empezó con regaños— pero igual lograron decepcionarme, ¿Saben?

Con un fuerte golpe, dejó caer la carpeta donde traía todos nuestros ensayos sobre el escritorio. Paseó su ceñuda mirada por todo el salón, como dando un regaño personalizado a cada quien. Sin embargo, sus ojos se quedaron clavados en los míos.

—Me decepcionan completamente —continuó— no puedo creer que nadie, absolutamente nadie sepa hacer un buen ensayo. Redacción, ortografía e incluso la caligrafía es pésima.

—Se atrevió a…

—Lindsay no —susurró Juli a mi lado, tomando fuertemente mi mano— respira.

Todas y cada una de sus palabras eran generales, pero lo decía solo y únicamente mirándome a mí. ¿Era posible que regañara a 40 estudiantes por la forma en la que escriben? Eso era algo inaudito, por lo que mi estado de humor estaba sobresaliendo, pero debía controlarme y Juli se estaba encargando de eso.

—Ni hablar de la información —añadió mientras los sacaba y esparcía por todo el escritorio— datos incongruentes, mitos, leyendas y variantes de un mismo argumento que para colmo es falso. ¿No saben hacer una buena investigación acaso? No usaron más que fantasías rebuscadas en internet, de seguro ni leyeron o buscaron en fuentes confiables.

—¿Qué? —murmuré perpleja.

—No, Lindsay —suplicaba Juli e incluso Esteban le hacía señas desde su puesto— ignóralo.

—Si quieren les hago el favor de facilitarles información verídica y confiable —y seguía con su palabrería— así les evito la vergüenza de presentar cosas como esta. Para su información a quienes escribieron lo contrario, los mestizos son considerados uno de los más grandes peligros para nuestro gremio. Además, son una gran vergüenza para la raza, representan la desobediencia a las leyes, y el mal gusto por igual.

Totalmente perpleja por la desfachatez de sus palabras, el tono altanero que empleo para usarlo y la forma tan descarada en que me miró al decirlo, fijé mi mirada acusadora sobre mi amiga Juli, quien era el único impedimento que tenía para no decirle sus verdades a Brad. Al igual que yo, estaba boquiabierta por la retahíla que acabábamos de escuchar.




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