Brandwell

9. UN AÑO MENOS DE VIDA

El sábado me vi obligada por mi madre a asistir a clases en la academia, no me sentía con los ánimos ni mucho menos estaba preparada para verle la cara. Pero por alguna extraña y muy beneficiosa razón para mí, el idiota de Brad no fue dejándome la hora libre para seguir llorando en silencio. Desde ese mismo día intenté hablar nuevamente con Ben, tal vez al estar más calmados podría explicarle mejor las cosas y entendería mejor la situación. Pero por más que lo buscaba, que esperaba verlo asomado o que Joel hiciera el intento de halarle, nada funcionaba.

Y fue cuando el lunes, al llegar de clases a casa, me enteré que Ben se había ido de viaje a estados unidos, donde decidió seguir estudiando su carrera universitaria. Eso solo hizo que mi vida fuese más horrible, el dolor me embargo por completo encerrándome en una nube espesa y oscura. Toda la semana me encerré por completo, yendo a clases y regresando a casa por inercia.

Estando encerrada todo me era insoportable, lo recordaba con cada cosa que veía. Lo único que me hizo sobrellevar un poco la situación, fue la presencia de Joel. ¿Quién lo diría? Después de tantas peleas, accidentes y demás, él es el único que nunca me ha abandonado y mentido. Me contó que logró interceptar a Ben antes de irse y que terminaron discutiendo, reclamándole su forma de actuar con ambos solo por enterarse de nuestra naturaleza.

Estando acostados en mi cama, apoyando mi cabeza en su pecho ahogando sollozos débiles, me dijo.

—Creo que es mejor que se haya ido —susurró— con esto demostró ser quien de verdad es por dentro, y créeme que lo que vi en él no vale la pena. No merece tus lágrimas, mereces algo mucho mejor que eso y yo un mejor amigo con más pelotas que ese.

—Qué guache eres —le reñí entre risas.

Si no fuese mi primo, créanme que lo besaría. Pero no, ya es demasiado con tener ADN mágico, para que salgan más mutaciones por enredarme con mi primo. No gracias, el incesto no es lo mío.

Habían pasado dos semanas desde ese incidente, durante ese primer fin de semana no vi a Brad por ningún lado. Sin embargo, este fin de semana dudaba que corriera con la misma suerte. Durante ese tiempo y en ausencia de Joel, en la universidad trataba de concentrarme todo lo que podía en mis proyectos y tareas. Adelante las exposiciones que tenía desde ese día hasta finalizar el semestre, y si hubiese sido posible saber cuáles serían los temas del próximo, tengan por seguro que también las hubiese adelantado.

Sin embargo, hubo momentos en lo que mi cabeza no daba para concentrarme, momentos en que decidía solo ir a la sala de música y desahogarme con la batería. En estos días más que todo, era cuando más lo necesitaba y lo hacía. Aun así, había cierto tiempo que me quedaba libre especialmente durante la noche antes de quedarme dormida.

Y fue entonces que se me ocurrió, nada de lo que había sucedido se iba a quedar asi de impune. Brad iba a pagar por lo que hizo, cueste lo que cueste. Empecé a investigar sobre los Benson, donde viven, quienes son, sus gustos, trabajos y demás. Si tenía que convertirme en agente del FBI para eso, lo haría. Encontré información valiosa, como el cumpleaños de Brad y un par de datos curiosos sobre él.

¿Sabían que hay dos cosas que odia con todo su corazón? Y no, no soy yo. Detesta celebrar su cumpleaños, al parecer no la pasaba muy bien esos días en su infancia; y, algo totalmente absurdo, los perros y peluches. No le causan alergia ni ningún contratiempo médico, ¿Por qué odiarlos? Cierto, es un completo amargado.

Tuve un estallido de buena suerte esa semana, si quería fastidiarlo así sea un poco, usaría eso a mi favor. ¿Cómo? Cumple el 30 de junio y cae preciso este sábado. ¿Qué haría? Como toda alumna que aprecia a su maestro, le organizaría una fiesta sorpresa con globos y un delicioso pastel que esperaba embárraselo en la cara. Me dolería desperdiciarlo en él, pero me divertiría más así. Además, compraría un hermoso perrito de peluche que ladra incansablemente para dárselo de cumpleaños.

Ya parezco una niña con estos planes, pero por algo ha de odiar su cumpleaños ¿No? ¿Y si celebrárselo se lo recuerde? No me perdería ver su cara al hacerlo. Hablé con Juli y Esteban para que me ayudaran a hacerlo, ensayé algunos hechizos para decorar de forma rápida y llevé con mucho cuidado el pastel y regalo.

—¿Segura que no nos meteremos en problemas por esto? —indagó por décima vez Esteban.

—Ya eso lo dijo, la pregunta es —intervino Juli— ¿De verdad crees que funcionará?

—Yo tomaré la responsabilidad de esto, no se preocupen —contesté confiada— además, puedo confiar en mis fuentes.

—Es que no sé… —dudaba Juli.

—Suena ridículo, lo sé —sopesé las opciones— cualquier cosa si no funciona, podremos comer pastel y no dar clases. Que sirva de algo, ¿No?

Pasamos la primera clase, terminándola justo a tiempo por lo que tenía los minutos contados. Hice mi hechizo, un «Feliz cumpleaños, inmundo animal» quedó marcado en la pared con colores azules neón, colgué algunas tiras de colores del techo y listo. Sencillo, bonito y parecido a un cumpleaños improvisado.

—Necesito que se ordenen en… —anunció entrando al salón, quedando totalmente paralizado en el umbral— ¿Qué rayos es esto?

Todos y cada uno de mis compañeros me señalaron, y yo muy inocentemente le sonreía desde mi puesto en la parte frontal del salón, sosteniendo el pastel en mis manos. Con satisfacción pude apreciar su rostro totalmente consternado, tensaba la mandíbula y me miraba con enojo.




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