Brandwell

11. SO CONFUSING

Las clases en la academia tomaron un nuevo rumbo desde ese día, nos tolerábamos mutuamente y sus charlas eran cada vez más informativas. Ya no discutíamos tan a menudo, pero igual seguíamos llevando la contraria al otro especialmente en los debates en clases, cosa que al parecer le encantaba hacer y no iba a perder esa costumbre. Estoy empezando a creer que lo que le encanta es hacerme enfadar, pero claro estamos hablando de un Benson vs un Brandwell, es natural para ambas familias. Pero eso sí, nada le impidió seguir con sus «observaciones» tal y como había dicho Rebeca.

Las vacaciones por desgracia no eran eternas, por lo que regresamos con toda la actitud a un nuevo semestre académico. El mes de agosto se sentía aún más fresco que antes, las brisas cobraban fuerza y las cometas empezaban a decorar los paisajes en las tardes, especialmente los fines de semana.

Estaba en medio de la clase de deporte formativo en la universidad, era miércoles por la tarde así que el sol se empezaba poner, la brisa era fresca y nos refrescaba después de sudar por el ejercicio. Normalmente voy con sudadera larga y una blusa manga corta para la clase, pero ese día se me dio por llevar una licra ajustada hasta los muslos, un poco más arriba de las rodillas, una blusa blanca de tirantes y encima de ella una blusa holgada color crema. Tenía mi cabello recogido en una coleta, pero de la cual se salían varios mechones pegándose a veces en mi rostro por el sudor.

Estábamos reposando después de haber corrido dos vueltas completas a la cancha de béisbol, respirando agitadamente bajo la sombra que formaban las altas gradas con el atardecer.

—Está más que bueno —dijo una compañera de clase a mi derecha— ¿Será que vino a ver a alguien?

—Ojalá a mí —dijo entre risas otra chica.

Las demás empezaron a murmurar a su alrededor, emocionadas y riendo nerviosas con la mirada fija en un punto cerca de las gradas. Desvié mi atención a sea lo que sea que veían, y casi se me sale una risa nerviosa igual que a ellas, por lo que me obligue a inclinarme hacia delante apoyando mis manos en las rodillas, para ocultar mi rostro.

Ahí estaba Brad, con postura despreocupada apoyado en un muro de las gradas con su cabello despeinado, un jean azul oscuro, camisilla blanca y encima una camisa de cuadros azul y negro. Cuando me tranquilicé, con mi gesto más serio que pude expresar, me acerqué a él provocando un aumento de murmullos en mis compañeras.

—¿Qué se supone que haces aquí? —indagué sin más cruzándome de brazos.

Debido a la diferencia de alturas, mido 1.65, me tocaba mirar hacia arriba para poder mirarlo a los ojos. Desventaja de ser chaparra y convivir con gente alta, dolor constante en el cuello.

—Mirando lejos —contestó con una sonrisa que iluminó sus ojos.

—¿No tienes clases, o por lo menos vienes a ver a alguien? —pregunté inesperadamente— y por favor dime que no soy yo.

—Mmm… —murmuró recorriendo toda la cancha con la mirada— no veo a nadie conocido, pero se siente el aire más fresco por esta zona de la universidad.

—¿Me estas siguiendo, debo preocuparme o algo así? —volví a preguntar esta vez ladeando la cabeza en gesto inquisitivo— porque déjame decirte que es acoso y soy menor de edad, asi que puedo denunciarte.

De alguna forma u otra capté su atención nuevamente, pero su mirada se tornó diferente, como si fuese la primera vez que lo hiciera. Vi algo distinto reflejarse en ellos, ¿ternura? No sé.

—Cierto, eres menor de edad —repitió— por ahora.

—Dios, esto es el colmo —me quejé— ¿De verdad me estas siguiendo? Porque en serio, que raro que te aparezcas en todas partes. Ya me estas preocupando.

—Claro, debo vigilar que no te enredes con cualquier mundano —explicó seriamente— podrían expulsarte y después con quien me distraigo.

Hace un buen tiempo, tal vez un par de semanas que no me enojaba tanto con Brad, pero con este comentario lo habría logrado. Me preocupe de más, el maldito Benson sigue vivo.

—¿Y desde cuando mi vida personal te importa tanto? —repliqué molesta.

—Tranquila Lin, solo es una broma —se burló.

—Si, claro, una broma —expresé irritada— todo lo que dices es una estúpida broma.

—Solo vagaba por aquí, pero ya me voy, debo preparar la próxima clase —anunció acomodando su mochila al hombro— ¿Quieres un spoiler? Habrá quiz sorpresa.

—No seas así, ¿Por qué? —Me quejé en un puchero que salió sin querer— ya tengo dos exámenes esta semana.

Se acercó a mí eliminando el espacio que nos separaba, tomó mi barbilla suavemente para que mis ojos se encontraran con los de él. Sonreía.

—Te ves tierna cuando haces pucheros, ¿lo sabias? —susurró.

Antes de que reaccionara, me plantó un beso largo en la mejilla muy cerca a la comisura de mis labios.

—Nos vemos luego —murmuró en mi oído con voz ronca, y se fue alejando— no se te olvide el ensayo, es para este sábado.

Dijo sin voltear dejándome perpleja, congelada y muy ruborizada. Lo observé alejarse lentamente rumbo a los bloques académicos, donde seguramente tendría clases.




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