Brandwell

12. ¿TODO ES REAL?

La emoción de todos en la academia se podía respirar con solo poner un pie dentro de ella, y todo por el Halloween. En esas fechas, todos los años se realiza una fiesta de disfraces donde todos los estudiantes y los egresados eran bienvenidos, disfrutaban de una gran reunión y podían concursar en la competencia de magia y disfraces. Era lo más normal que podía hacer, además de ser la única festividad o actividad fuera de lo académico en todo el año, por lo que aprovechaban al máximo aquella temporada.

La mala noticia, alguien debía arreglar todos aquellos preparativos y quien mejor que los novatos.

Desde el primer día, los de primer año —es decir nosotros— nos repartimos las respectivas tareas junto a nuestra tutora, cada grupo se encargaría de organizar algo. Me agruparon con Juli y Esteban junto a un compañero más, Antonio, encargándonos de todo lo que tenga que ver con el sonido y música. A partir de ese día y todos los sábados antes de la fiesta, nos reuníamos durante los recesos para organizar donde conseguiríamos el equipo necesario, que tanto podríamos gastarnos, que tan especializado debía ser y una playlist con los géneros, cantantes y canciones que a todos les gustara.

—Bien, creo que ya hablamos con todos los estudiantes habidos y por haber, solo faltan los maestros, ellos también cuentan —sugirió Antonio.

—Buen punto, Lin cariño —dijo Juli melosamente mirándome con picardía.

—Oh no —exclamé intuyendo el desastre— sea lo que sea no lo haré.

—¿Por qué? No he dicho nada —se quejó entre risas.

—Tu mirada te delata —señale su rostro sonriente— desquiciada.

—Pero si no es nada malo —hizo un puchero con gesto inocente— solo debes preguntarle a nuestro querido profesor Benson lo mismo que has hecho con los demás.

—Estás loca —repliqué negándome.

—A nosotros nos ignoraría por completo, tú eres la única que ha logrado hablar con él por más de 2 minutos seguidos —explico Juli diplomáticamente.

—Y otras cosas más —sugirió Esteban riéndose.

—¿Qué me estás queriendo decir, mi querido Esteban? —indagué con falsa molestia, no estábamos solos— te recuerdo que aún me llevo mal con él.

—Claro que no, es más por ahí dicen que le estas agradando más de lo usual —rompimos en carcajadas, porque a decir verdad no quería aceptarlo frente a otros.

Pasaban los días, me divertía cada sábado con mis nuevos amigos, y durante las clases nos lanzábamos una que otra mirada coqueta. Trataba de controlar eso, pero me era difícil teniéndolo en frente moviendo esos labios cada vez que hablaba. En la última semana nos concentramos en lo único que hacía falta, agregábamos canciones y demás al borrador de la lista para la fiesta. En resumen, mi estado de ánimo estaba mejorando cada vez más, y eso se notaba en mis constantes carcajadas. Y al igual que en la universidad, me observaban desde la lejanía sin acercarse demasiado. Aún había cierto Joel que no sabía de la situación, y podría asesinarme si se entera.

Solo unos días antes de la fiesta, ya teníamos planeada toda una playlist con más de 200 canciones de diferentes géneros, un mix para la hora loca, una banda sonora en vivo para tocar durante la apertura mientras llega los invitados, y obviamente una banda de rock para el gran cierre de la noche. Pero, aun así, seguían insistiendo.

—En serio —decía Juli en tono suplicante— lo que menos queremos es que don cascarrabias nos recrimine por no agregarlo a la lista de consultoría musical.

—¿La lista de qué? —pregunté entre risas.

—Hay que sonar sofisticadas, querida —se burlaba.

—Hay que aprovechar que hemos tenido una buena racha en los últimos meses —comentó Esteban— sobre todo desde que quedó flechado contigo. No más mal humor, no más groserías ni altanería. Gracias por eso.

—Te detesto —repliqué.

Por media hora más insistió hasta que, por obra y gracia de mi poca paciencia, terminé accediendo. Me dirigí con paso lento al salón de los castigos donde, por alguna razón, pasaba bastante tiempo.

—Lin, ¿Qué te trae por aquí? —saludó desde su asiento de forma jocosa— extrañas los castigos, ¿Verdad?

—No te ilusiones, me obligaron a venir —me senté tranquilamente en la silla frente a él, sin siquiera esperar a que me invitara a hacerlo.

—¿En qué puedo ayudarte? —preguntó seductoramente, con una sonrisa ladeada en su rostro.

—Estoy encargada de la música para la fiesta de la semana que viene, por lo que me obligaron a preguntar a TODOS por sus gustos musicales —explique tratando de omitir su forma de hablarme para no ponerme nerviosa— aunque si no quieres me puedo ir, nadie está obligado a decir nada.

—No hay problema —contestó con amplia sonrisa.

Empezó por nombrar algunos cantantes de los 80, por lo que solo me limité a escribir, pero después nombro algunos grupos y bandas que conocía perfectamente porque a mí también me encantaban. Mencionó artistas y grupos como Bruno Mars, Ed Sheeran, Bon Jovi, Panic at the disco, Twenty one pilots, Adele. Simplemente y sin querer, me quede embelesada mirándolo hablar.

Era la primera vez que lo detallaba tanto, porque, a decir verdad, era la primera vez que lo veía emocionado hablando de algo, o que por lo menos mostrara interés por alguna cosa. El brillo en sus ojos reflejó su alma joven, porque seguía siendo aun con lo amargado que es, un chico de tan solo 22 años, solo 4 años mayor que yo.




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