Brandwell

3. FURIA INEXPLICABLE

El correo de la dichosa salida de campo de ese año me llegó como una revelación, sería una oportunidad de acercarme a ella con la excusa de solo supervisar sus actividades. Estaba claro que, tanto en clases como en la universidad, no paraba de observarla desde donde esté. No podía negar que ver su rostro sonriente era como una droga, no quería detenerme. Y, sin embargo, debía hacerlo si no quería alertarla o asustarla con ello.

—Antes de poner un pie dentro de ese portal quiero que me dejen en el escritorio los ensayos que les pedí —exigí— ni piensen que lo olvidé, mañana lo socializamos.

—Que emoción, salir de paseo con nuestro profesor favorito —susurró Lindsay a su amiga Juli.

—¿Algún comentario que quiera hacer, señorita Brandwell? —indagué con fingida molestia.

—A usted nada —dejó el ensayo en mi escritorio y atravesó el portal

De uno en uno fueron pasando todos, esperándome del otro lado en el claro para iniciar ese largo día de actividades. Después de las explicaciones, empezamos a recorrer la espesura del bosque, todo previamente analizado para evitar accidentes. Está más que claro que en esas zonas viven muchas de las especies mágicas, reubicadas o simplemente vivían allí desde siempre.

Trataba de vigilarlos a todos por igual, manteniendo distancia con ellos para poder observarlos detenidamente. Sin embargo, esa sonrisa y brillo juguetón en el rostro de Lindsay me atrajo demasiado. Empezaba a conocerla tan bien, que sabía que estaba planeando algo no tan prudente.

—Ni lo pienses —le advertí acercándome silenciosamente a ella— por obligación debo regresar con todos los estudiantes completos, asi que ni te atrevas a pensar que harás algo.

—¿Yo? —exclamó con fingida indignación— ¿Hacer algo que te molesté? Jamás, como crees.

—Te voy a vigilar —amenacé.

—¿Ya no lo hacías? —replicó con sarcasmo.

Su expresión de disgusto no hizo más que hacerme sonreír, ella no lo sabía, pero se me hacía tan dulce que no podía evitar reaccionar. Le seguí los pasos muy de cerca, sin dejar de observar a los demás. Estaba totalmente atento a todo, cualquier sonido, cualquier energía desconocida acercándose, no quería tener problemas, pero tampoco perder mi oportunidad.

—Brad, ¿Sabes algo? —dijo con tono natural— somos 40 estudiantes en medio de todo un espeso e inexplorado bosque, ¿No crees que centrar tu atención en una sola sería de muy mal gusto para los demás? Deberías tener cuidado con eso, van a pensar que te preocupas por mí.

—¿A dónde quieres llegar con eso? —me crucé de brazos, solo detallando cada parte de su lindo rostro.

—No es que me desagrade tener tu… compañía —continuó con sarcasmo— es solo que las demás pueden sentirse celosas de que su atractivo y nada gruñón profesor favorito, las deje olvidadas por estar como garrapata pegado a una sola de sus estudiantes. ¿No te parece?

—¿Te parezco atractivo? —me burlé sin poder evitarlo.

—Ay ya lárgate que me estresas —vociferó nerviosa— por favor.

—Ni creas…

—¡Profesor! —gritó una de mis estudiantes— Encontramos algo raro.

—Anda que te llaman… —me riñó— no vaya ser que se haga daño o algo así.

—Procura no morirte —dije antes de marcharme y lanzarle mi famosa mirada de advertencia.

Me dirigí al grupo del conflicto, dos chicas y tres chicos se aglomeraban alrededor de algo. Al verme, solo se abrieron paso para dejarme contemplar aquello extraño que había encontrado. Una huella de animal estaba en perfectas condiciones, al parecer no era del todo grande ni pesado, tal vez un bebé extraviado de su madre. He aquí el problema, de estar el solo rondando por aquí, la madre también debía estar buscándolo desesperadamente.

—¿Ya tienen lo que necesitan? —indagué seriamente.

—Solo nos falta una especie —contestó la chica.

—Búsquenla lo más pronto posible y reúnanse en un solo grupo —exigí— buscaré a los demás.

Debíamos volver al claro lo más pronto posible, esperar que tanto la madre y el bebé se reunieran o simplemente cambiar la dirección de nuestro camino. Aún faltaba visitar el lago, reconocer algunas especies de esos lugares y sería todo.

—¡Madre santa!

Aquel quejido solo me alertó, reconociendo su voz inmediatamente. Desvié a todos los estudiantes para que se reunieran en un solo punto, mientras me dirigí a buscar a Lindsay, a quien no veía por ninguna parte.

—¡Lindsay! —grité un poco asustado— ¿Dónde estás?

—Por acá —contestó.

No estaba muy lejos, por lo que me encaminé rápidamente a buscarla. Esta vez si la regañaría de verdad, alejarse de esa manera en un lugar como este era lo más imprudente que podía hacer. La escuché murmurar, por lo que solo anuncié que estaba cerca, pero algunas de sus palabras solo me confundieron. ¿Estaba con alguien más?

—Eso es… ven cosita linda —susurraba.

—Te dije que… —exclamé callándome al instante— mierda, no te muevas.

Era lo que me temía, aquella criatura estaba más cerca de lo que había imaginado y Lindsay se había topado con ella. El miedo me atenazó, no podía permitir que algo le pasara. Y, sin embargo, el verla de esa manera solo me impresionó aún más.




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