Brandwell

4. BORRON Y CUENTA NUEVA

Después de ese día, empecé a planear la forma de ganarme su corazón. No me cansaba de observarla desde la lejanía estando en la universidad y la academia, la cuidaba desde lejos hasta que decidí acercarme. Ese día en la cafetería, decidí transmitirle con una sola pregunta que de verdad me preocupaba por ella. Un solo ¿Cómo estás? Fue el inicio de todo lo que he deseado los últimos meses, mi felicidad.

Verla sonrojarse con cada uno de mis acercamientos me fascinaba, y el saber que no le ocurría con más nadie me lleno de esperanzas. Incluso yo mismo llegue a sonrojarme, dándome cuenta del poder que esa mujer tenía sobre mí. Así que me arme de valor y, con una semana de anticipación, planifique su cumpleaños sorpresa fingiendo una reunión en la academia. Funcionó, y lo disfrutó. «Mi corazón es tuyo» había escrito en el collar que le di de regalo, siendo verdad cada una de esas palabras.

El día de la fiesta de Halloween estaba totalmente decidido a confesarme, aunque con tantos acercamientos estaba seguro que sabría que siento algo por ella. Pero de igual forma, tenía que confesarle mi amor. Esa noche, sin contar el pequeño suceso con aquel sujeto y las dos veces que nos interrumpieron, fue la mejor de mi existencia. Jamás me había sentido tan vivo, había encontrado por fin una razón para ser feliz.

Tanto tiempo fantaseando con probar sus labios, sentir la suavidad y dulzura de sus besos por fin rindieron frutos, y fue mil veces mejor que eso. Sabía que jamás tendría ganas de probar otros que no fuesen los suyos, porque sé que no existen en la tierra una boca más deliciosa y hermosa con la de ella, mi preciosa Lindsay, mi novia.

Sin embargo, aún había problemas que afrontar. Sus temores eran más que aceptables, yo también pensaba en ello noche tras noche y casi no podía dormir por la ansiedad. Pese a ello, no podía permitir que mi relación con ella se viera afectada por esto. Debía ganarme la confianza de sus padres, a como dé lugar lo haría. De mi padre, el gran Rodolfo Benson, podría encargarme más tarde.

El primer paso para lograrlo era hablar con su primo, Joel. De convencerlo a él, podría tener un aliado de mi parte y así una mejor idea de cómo acercarme a sus padres. Es su mejor amigo, solo él podría ayudarme con esto.

—¿Qué quieres? —indagó con fastidio— espero sea rápido, tengo cosas más importantes que hacer.

Estábamos en la universidad, había saltado una clase solo para poder hablar a solas con él en un lugar que sabía ella no frecuentaba. Si, esto era a escondidas de ella porque necesitaba que él entendiera que de verdad quiero ir en serio con Lindsay.

—Esto es mucho más importante —dije con calma— es sobre Lin.

—Lindsay, para ti —objetó— ¿Qué te traes con ella? Déjala en paz de una buena vez o me vas a conocer.

—Tranquilo, no es nada malo —aseguré— ya he dejado atrás todo eso de molestarla.

—¿Seguro? —insistió— porque te juro que te rompo la cara si vuelves a fastidiarla.

—No tengo nada en contra de ustedes ni de Lin —dije con toda la sinceridad que podía— es todo lo contrario y puedo jurártelo.

—¿A qué te refieres exactamente?

Suspiré, haciendo una pausa solo para detallar sus expresiones y prepararme para su reacción.

—Me enamoré de Lindsay —contesté— aunque suene absurdo o difícil de creer, puedo jurarte que mis sentimientos por ella son sinceros. No quiero lastimarla, solo quiero hacerla feliz, pero necesito tu ayuda.

Estaba más que perplejo, en su expresión se podía ver que dudaba de mis palabras y podía entenderlo.

—¿Lin sabe algo de esta conversación? —indagó curioso.

—No, ahora mismo debe estar en clases —argumenté— quería hablar contigo porque sé que eres el único a quien ella le confiaría esto, y que puede ayudarme.

Su mirada se tornó seria, se cruzó de brazos y fruncia el ceño. Aquella actitud me hizo sentir pequeño, por primera vez en mi vida me sentía vulnerable y nervioso. Sin embargo, algo en mi cara le debió causar mucha gracia porque estalló en risas.

—En serio lo siento, es que… —se reía— es tan cliché.

—¿Qué? —exclamé confundido.

—¿Creías que no sabía? —se burló— déjame decirte que antes que cualquiera, yo estoy en su corazoncito y me cuenta todo. Puede que ella te crea incondicionalmente, pero no yo, asi que quería comprobarlo y pasaste.

—¿Era algún tipo de prueba? —ahora era yo quien fruncia el ceño.

—Claro, pero no te preocupes —aseguró— te ayudaré a convencer a mis tíos, ¿Es lo que quieres?

—Por supuesto —exclamé entusiasmado— en serio te lo agradezco.

—Solo una advertencia —añadió— hazla llorar y te mato.

—Jamás lo haría, lo juro.

Y así empezaron los planes, según él el señor Gregorio es más comprensivo de lo que aparenta, más bien, de lo que me dio a entender ese día en su casa. Debía aceptar que era admirable que defendiera de esa manera a su hija, asi comprendí de dónde sacó el carácter para enfrentarme todas esas ocasiones en la academia. Sin embargo, seguía siendo un terreno delicado al ser un Benson tratando de cortejar a una Brandwell. Todos esos años de enemistad no podían negarse, mucho menos ocultarse bajo la alfombra.




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