—Esto no está nada bien, ni loco creas que bajaré por ahí —cuestioné, señalando las escaleras.
Había un túnel con escaleras que daban a un pasillo oscuro. Aterraba. De verdad que no quería meterme ahí, mi mente aclamaba a gritos que me devolviera y saliera corriendo.
—Luci, necesitamos encender ese tren, ahora. Necesitamos abandonar la ciudad, ya! —aclaró —Si no vienes conmigo pues iré yo solo— Dijo con determinación en sus palabras.
Tragué en seco.
No quería quedarme sola, no después de que encontré a alguien quien me hiciera compañía en esta situación de crisis.
Repire hondo. Demonios.
—Esta bien, Bruno, vamos.
Fue delante de mi con su arma en las manos, llevaba con el una M13.
Gracias a Dios tenía un basto conocimiento en armas. Mi padre era policía y me enseñó a defenderme muy bien.
Miré a Bruno quien bajaba sigilosamente mientras yo le seguía detrás.
Cada pisada que dábamos hacia eco en ese lugar tan desolado. Cuando pisamos el último escalón, Bruno se apresuró a encender el foco que tenía sujeto de sus jeans. Se quedó quieto mirando algo extrañado...
—Corre... — Susurró.
Espera, ¿Qué?
—¡Luci, corre!—Gritó.
No supe más nada porque sentí que algo golpeó fuerte mi cabeza haciendo que mi vista se tornase negra.
¡Oh, mierda!
Antes de que mis ojos se cerraran por completo lo vi, vi como trataban de matar a...
Editado: 11.04.2020