Mi cuerpo dolía, y mis pulmones parecían estar respirando fuego, la lluvia enmascaraba mis lágrimas y mi ropa se manchaba por el lodo; las hojas y las hormigas subían por mis manos y piernas.
Mi mano temblaba, pero no aflojaba mi agarre en el arma. Miré mi mano y esta tenía una gran quemadura en donde agarraba el arma, yo nunca había disparado un arma; y la primera vez que lo hice fue para matar a alguien.
Mis oídos también pitaban gracias al sonido de la pistola siendo accionada, pero a pesar de eso pude escuchar unos pasos acercándose a mí, ya no tenía más fuerzas, ya no había más balas.
Yo iba a morir
Lo gracioso de eso, es que era el destino que todos dijeron que iba a tener al final del día.
Porque todo el mundo lo sabe.
Los periodistas no suelen vivir mucho.