Brilthor

5

— El café está bien — dije, miré a Oliver que de manera amable declinó la oferta, Naileen desapareció en dirección a la cocina y regresó con dos tazas de café, me entregó una y la otra se lo quedó ella, se sentó en el otro sillón individual, cruzó sus piernas y esperó.

Saqué de mi bolso mi celular y lo activé para empezar a grabar, después transcribiré todo, también saqué una libreta vieja y un lápiz.

—Muy bien, empezaremos, ¿Puede decirme su nombre completo?

—¿Qué los periodistas no vienen junto a un enorme equipo?

—Soy una periodista independiente, señora Barton

—¿Eso se puede hacer?

— Con los permisos adecuados, claro que sí.

—¿En qué periódico trabajas?

— Soy la creadora de contenido de un periódico digital, puede buscarlo si lo desea.

—Lo haré, quiero ver tú trabajo.

Mostré una sonrisa suave, ella no quería ver mi trabajo porque le interesará, quería ver qué escribía y cómo, después de todo, es una mujer desconfiada que quiere verificar mi historia.

— Genial, puede encontrarlo al nombre de: El rastreador —dije, — ahora, ¿Podría decirme su nombre completo?

—Naileen Barton gallego

—¿Sin segundo nombre?

Mi respuesta fue un frío silencio. Asentí y empecé a garabatear en la libreta, yo no escribía, grababa y memorizar todo, y este método me funciona.

—¿Hace cuánto que vive junto a la casa Barton?

— Unos... Dieciocho años

—¿Conocía a Barton de trato o solo era su vecino?

— Él no era un hombre al que se pudiese tratar, no quería amigos, siempre estaba solo

—Así que solo lo conocía de vista — no me sorprendía, lo que ella estaba diciendo después de todo, todos ya sabían ese dato sobre Barton, una persona amargada, de poco amigos o personas a las que fuera cercano y no tratara mal. —¿algo notable que decir de él?

—Le gustaba beber, mucho — dijo murmurando, sus ojos por un momento se vieron perdidos, quizás perdidos en algún recuerdo no muy lejano, pronto volvieron a la normalidad. — recuerdo que las personas de la basura decían que la mayor cantidad de botellas de licor que sacaban a diario provenían de la casa Barton.

—¿Usted como sabia eso?

—A diferencia de Barton, a mí me gustan las personas, me gusta conversar y he hecho amistades de todas partes y de muchas profesiones.

—¿Nunca logró entablar una conversación con Barton?

—Ni una sola palabra, los demás vecinos pueden corroborar eso

Continúe garabateando en la libreta al tiempo que memorizaba cada palabra, de reojo observé como Oliver me devolvía la mirada, ambos estamos de acuerdo en algo, se puso a la defensiva, de manera que golpeé "sin querer" el suelo, deteniendo el instinto de mi hermano de presionar sobre el tema. Es policía después de todo así que entiendo esa necesidad, pero yo soy periodista, sabemos cuándo hay que presionar y cuando hay que rodear un tema para poder conseguir la respuesta sin mayores inconvenientes.

—Nada que ver con el tema Barton, pero vi que tiene unas fotos preciosas colgadas, ¿es su hijo? — dije, — ¿qué edad tiene?

La mirada de la sr Barton se oscureció, su ceño se frunció al igual que sus labios, Oliver golpeó mi pierna disimuladamente en reproche, lo que hice fue cruel, es cierto, y más sabiendo que dicho niño, ya no estaba vivo.

O por lo menos ya no estaba entre los cuerpos corpóreos, porque las fotografías colgadas casi parecieran mantener vivo al niño, eran fotos viejas pero los colores permanecían, madre e hijo, juntaban sus rostros y sonreían ante la cámara, inmortalizando un recuerdo, y un alma a su vez. Los ojos grises del pequeño niño, en su rostro regordete de bebé, parecían vibrar de emoción infantil y felicidad, y una sr Barton bastante joven, sonreía de una manera que viendo a la mujer ahora mismo, nadie podría relacionar que es la misma persona, su cabello en aquella fotografía estaba lleno de rizos rojizos, la imagen solo mostraba lo que era evidente, el amor, no tengo ni idea de qué día había sido tomada esa foto o qué estaban haciendo ese día, pero sin duda, la foto que inmortalizó ese momento, mantiene vivo al niño.

Al igual que todas las demás fotos.

—En este momento, mi hijo tendría dieciocho años — dijo, sus manos apretándose en su regazo. — pero está muerto, su vida se quedó atrás a sus seis años, y siempre tendrá seis años.

—Una situación terrible sin duda — dijo Oliver con intenciones de ser empático ante la situación.

La sra Barton giró sus ojos con hastío, no la culpo, seguramente desde la tragedia escuchó lo mismo tantas veces, palabras vacías de consuelo a un dolor que nadie podría comprender a menos de qué hubiese pasado por lo mismo.

—¿Cuál era su nombre?

—Nathan

La casa se sumió en un silencio tenso, hablar de su hijo muerto no es algo que alguien quisiera hacer.  Un movimiento en la casa de junto desvío mi atención, había alguien en la casa Barton.




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