Brilthor

3

Brilthor parecía ser siempre un foco reluciente para atraer fuertes lluvias, siempre hubo problemas en la ciudad por lo mismo, los ríos y lagos se desbordaban y causaban destrozos.

Eran los días con más accidentes en la ciudad.

Mi madre estaba en una casa con segundo piso, así que no me preocupaba demasiado el hecho de una inundación, ella podía subir hasta el ático y resguardarse hasta que llegase la ayuda; mi hermano estaba en un departamento en un piso alto, por él no me preocupo.

Así qué no tenía a nadie con razones para llamarme a media noche con la tormenta azotando, pero eso fue justo lo que sucedió.

Tardé unos minutos en reconocer el sonido de la llamada entrante en mi teléfono, me moví en la cama con cuidado de no tropezar a Prada, que dormía en algún lado de la cama debajo de las sábanas; alcancé el teléfono y la luz molestó mis ojos, pero pude ver, cuando se me aclaró la vista, que era un número desconocido el que llamaba.

Pensé en no responder, pero un presentimiento me dijo que lo hiciera.

—¿Diga?

—Hasta que respondes, sinceramente creí que tú no dormías por las noches.

—¿Señora Carvajal? — Cuestioné, la confusión y la sorpresa hicieron que me sentará en mi cama y encendiera la luz de la lámpara.

— Creí que no tendría que hacer una llamada así, — Jadeó — pero la muy perra... situación me obliga.

A través del teléfono se escuchaba como la señora Carvajal parecía estar escondiéndose de alguien.

—Señora Carvajal, ¿está bien?

—Mi hijo no mató a nadie — Jadeó, ignorando mi pregunta anterior. — lo culparon a él, pero no hizo nada.

—¿De qué está hablando?

— Óyeme muy bien, reportera, si vas a hacer algo con toda esa investigación que estás haciendo; más te vale que sea para sacar a mi muchacho de ese loquero.

—Señora...

—¡Mierda! — gruñó, los vidrios parecieron romperse. — todo fue por el puto dinero, siempre fue el dinero.

—¿Qué dinero?

—¡Todo fue orquestado, todo!

—¡De qué habla!

—¡Fue su culpa, lo encubrieron todo durante años!, pero mi muchacho; metiche como siempre, descubrió todo. — gritó, parecía estar corriendo. — no fue su culpa, bueno en parte sí, por metiche.

—Señora Carvajal, por favor dígame en dónde se encuentra, llamaré a la policía.

—No te preocupes por mí, niña, tú solo saca a mi muchacho.

La llamada se cortó después de un fuerte sonido, grité asustada y lancé mi teléfono a la cama lo más lejos de mí, mi corazón latía como loco y la ansiedad se apoderó de mi cuerpo; temblaba y no tenía muy en claro qué hacer, Prada salió de entre las sábanas y se sentó en mi regazo. La acaricié rítmicamente hasta sentir que mi cuerpo volvía a responderme.

La habitación se iluminó con las luces y se llenó del sonido de las sirenas policíacas, salí de la cama acercándome a la ventana, viendo a las patrullas pasar rápidamente frente a mi casa.

Consternada, regresé a la cama y tomé el teléfono llamando a Oliver, respondió al tercer tono.

—¿Qué pasó? — dijo apenas respondió, su voz amortiguada por el sonido de las sirenas. Él estaba trabajando. — ¿Hermana?

—Creo...— dije en voz baja, tosiendo aclaré mi garganta. — Creo que escuché un asesinato.

—¿Qué? — gritó alarmado —. ¿Estás bien?

—La señora Carvajal me llamó — Expliqué — se escuchó un disparo y luego dejó de hablarme, el teléfono se cortó — con cada palabra, mi voz se agitaba al igual que mi cuerpo.

—Lexi, ¿Buscaste a la madre de Manuel Sánchez? ¡Te dije que no lo hicieras!

—Manito, creo que escuché como la mataron — dije, mi voz rompiéndose al retener el llanto.

—Mierda, mierda y más mierda — Dijo — Todo va a estar bien, chiquita, yo me encargo.

—Manito...

—Tranquila, tú hermano mayor se hará cargo.

—Okay. — Colgué la llamada y dejé que las lágrimas salieran, el miedo aferrado a mi corazón.

¿Estará muerta?

¿Llegarán a tiempo?

¿Podría seguir viva?

¿Por qué no hice nada?

¿Pude haber hecho algo?

Mientras me auto-recriminaba por no haber ayudado, mi teléfono vibró con la llegada de un mensaje. Con temor, revisé la pantalla esperando ver...no lo sabía, algo.

El mensaje era claro.

Sr G.

Tenemos que vernos, primera hora de la mañana.

En el café.

Volví a dejar el teléfono y abracé a Prada hasta que pude dejar de llorar por el miedo y la consternación.

┊ ˚➶ 。˚

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.