BrÍo

CAPÍTULO 6: LA IMAGEN QUE DAR.

Tras escribir todo lo que sentía Fran, se pudo calmar. Cerró los ojos y trató de razonar y meditar en todo. En su interior sentía una energía recorrer su cuerpo, pero intentó calmarse. Para finalizar, escribió:

-Espero algún día saber por qué tengo estos poderes. ¿Magia? ¿El destino? ¿Nací con ellos? Pero esa no es mi prioridad. Lo será cuando tenga el poder, la fama y sea alguien diferente al resto. Yo marcaré un antes y un después en la humanidad. Cueste lo que me cueste, lo lograré.

Su mente se centraba en esas metas, y tenía la gran impotencia de salir al mundo y lucir su identidad y que todos lo conocieran. Pero, sabía que tenía que esperar a la oportunidad perfecta para ser el héroe de todos.

Cerró su diario y lo guardó. Se levantó y se tumbó en la cama. No estaba cansado y agotado, solo aburrido. Su miedo ya pasó rápidamente, fue fugaz al darse cuenta que la gente conocía al hombre del destello azul, y esa era su llave para el éxito que anhelaba. Sentía lástima por el chico del parque, pero estaba convencido en no volver a actuar con imprudencia.

Fran cerró los ojos para obligar a su cuerpo a dormir, pero la vitalidad y necesidad de moverse le impedía descansar. Tras varios minutos seguía igual, lo único que podía hacer era pensar, y cuanto más pensaba, más le daba vueltas a lo que había hecho y lo que podría hacer para compensar el daño. Se dijo en su mente:

-Podría visitarlo en el hospital. Supongo que me recordará, pero, ¿sería buena idea? -Se preguntó a sí mismo-. Verle puede ser un acto de reconciliación. La gente debe amar al héroe, pero si no saben que soy el que le hizo eso, ¿cómo podrán entenderlo? 

Permanecía razonando en ese tema, hasta que volvió a otro frente abierto, pensó:

-Y el otro chico, ¿será una amenaza? Obviamente no voy a hacerle daño, pero debo asegurarme que no revele mi identidad antes de que yo mismo lo haga.

Sin tener sueño, siguió con los ojos cerrados pensando en todo. Así durante bastante rato.

Sin embargo, en todo el tiempo en el que él estuvo así, en un lugar lejano de la galaxia, en la Nave Eventide se preparaba el mejor soldado para su misión.

En su habitación, Tyreth escogía la ropa para usar en la Tierra. Determinado, fue agarrando y dejando cada una en su cama. Hasta que alguien llamó a su puerta y él la abrió enviando una orden con su voz. Vio a la persona y era Vayl. La puerta se cerró tras su paso, y al entrar estrecharon la mano con fuerza.

-¿Y los demás? -Preguntó Tyreth.

-En el comedor. Dorian no se encuentra bien, Zane lo está intentando tranquilizar. -Contestó Vayl preocupado.

Asqueado, Tyreth comenzó a guardar la ropa en la mochila metálica situada en la cama, que la puede integrar al traje.

-¿Estás enfadado con nosotros? -Cuestionó Vayl.

Pero él no contestó, y volvió a preguntar:

-¿Te molesta que no hayamos logrado convencer a los dos hermanos?

-No, es la misión.

-¿Te cabrea que tengas que ir tú?

-¿Por qué preguntas si es obvio? -Cuestionó mirándole a los ojos-. No es algo que haya podido procesar aún. Pero, estoy obligado a ir por la seguridad de la galaxia.

Tras eso, Tyreth terminó con la ropa y seguidamente se sentó en la cama para integrar la mochila en el traje.

-Si tan peligroso es, te acompañaré activando la invisibilidad del traje. Nadie me verá. -Propuso Vayl convencido.

-La cápsula solo tiene espacio para uno.

-¡Mierda! ¿Por qué te envían a tí si no quieres hacerlo? ¡Quéjate!

Al oírlo, Tyreth se levantó y respondió:

-Los hermanos Eventide son nuestros superiores. Ellos no velan por nuestra estima o gustos personales, si no por la seguridad de la galaxia. Si me ordenan ir solo a la Tierra en contra de mi voluntad, lo haré.

-¿Y por qué tanta decisión para lo que no quieres hacer?

-Vayl, soy el capitán del Escuadrón Eclix, y el mayor ejemplo para todos los soldados de esta nave. Si no acepto la misión, ¿qué imagen dejaré al resto? ¿La de un cobarde? 

-No, la de alguien que piensa en su vida.

-Y eso es todo lo contrario a nuestro cometido, a lo que somos.

-Pero, no puedes ir directo a la boca del lobo por intentar salvar la vida de la galaxia. No sabes ni lo que encontrarás allí.

-Estaré al mismo nivel de lo que me encuentre allí.

Preparado, fue a la puerta, pero Vayl lo detuvo con una pregunta más:

-¿Y si te ocurre lo que te ha estado pasando desde la Operación Eclipse?

-¿Qué?

-Ir a la Tierra, puede que estés al nivel físico, pero, ¿estarás a la altura mentalmente para ir? Tu…

-¡No lo digas! No sigas por ahí. -Exclamó Tyreth enfurecido.

Vayl se sorprendió y retrocedió un par de pasos al reconocer en los ojos la furia que vio en el pasado. Una furia teñida de tristeza, de remordimientos y dolor. Él dijo para calmarlo:

-Vale, perdón, no quería enfadarte.

-Lo que ocurrió no me afectará en la misión. Y nunca más saques ese tema. -Y tras pensar en su ataque de ira, añadió-. Perdón por gritarte.

-No pasa nada, hablé de más.

Vayl se acercó a su buen amigo, y agarrando su hombro le expresó con motivación:

-No dudo de ti. Eres el indicado para esto, pero contrólate, que tus emociones no te la jueguen.

-No lo harán. -Contestó con una risa.

Vayl sonrió confiando en que su amigo lo iba a tener bajo control.

Después de este momento, Tyreth dijo:

-Vamos al comedor, quiero despedirme de los demás.

-De acuerdo, vamos.

Y sin pensarlo más, Tyreth abandonó su habitación junto con su compañero. Para él pensaba que probablemente sería la última vez en ver su habitación, pero como no tenía apenas cosas personales no le importaba demasiado.

Fueron por el mismo camino de antes para ir al Salón de Caden, pero, al llegar a las escaleras, subieron un par de plantas. Llegaron a otro pasillo, todo del mismo tono oscurecido que caracterizaba a la Nave Eventide.




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