Broken Scars

CAPÍTULO 2

CAPÍTULO 2

Nero

El apellido Sinclair.
Solo escucharlo me hierve la sangre.

No importa cuánto se esconda detrás de sus negocios “respetables”, todos saben quién es en realidad: un traidor. Y yo no perdono traiciones. Cree que puede robarme y salir ileso. Está equivocado.

La primera regla en este juego es simple: no jodas a la familia equivocada. Él lo hizo. Y ahora la cuenta debe cobrarse.

—Llama a Pietro —dispuse mientras observaba las pilas de papeles en mi escritorio—. Necesito que prepare el ataque a Sinclair para la próxima semana. Tengo que deshacerme de él. Es una piedra en el zapato, insignificante.

Aclaré mi voz mirando a Luca. Él estaba conmigo desde el día en que Benedetto Vitale murió y yo tomé el control de la organización.

Dejé escapar una risa amarga mientras acariciaba las cicatrices que trazaban mi rostro, recordatorio constante del monstruo en que me convertí. Mi apodo no se lo debía solo a la venganza implacable que llevé a cabo por la muerte de Benedetto, sino también a este aspecto que me condena a ser lo que soy.

Solo pensar en Benedetto Vitale me carcome por dentro. Su muerte fue rápida, demasiado rápida. No sufrió lo que merecía. Mis manos tendrían que haber sido las que le arrancaran el último aliento, mi rostro lo último que viera antes de morir, para que el monstruo que él mismo creó se encargara de sellar su destino.

—Acabo de conseguir más detalles de Sinclair —expuso Luca, extendiéndome un sobre lleno de información.

Al parecer, Sinclair quiere mantener su vida oculta. Lo que no sabe es que para la Cosa Nostra no hay secretos. Tenemos a los mejores hackers.

Crucé los brazos y me recosté en la silla. —¿Y qué averiguaste?

Llevo semanas preparando cada detalle. Conozco a sus guardias, los horarios, los pasillos. Sé cómo entrar sin que nadie lo note. No olvido. No perdono. Y aun así, algo dentro de mí se removió cuando Luca continuó hablando.

—Tiene una hija —explicó, sacando una fotografía del sobre—. Su esposa lo abandonó, y la gemela de su hija murió atropellada cuando tenía cinco años. No hay más información. La madre desapareció y él mantiene oculta a la muchacha. Nadie la ha visto ni conoce nada de ella. Esto es lo único que conseguí: una fotografía de cuando la familia todavía estaba completa. Sinclair protegía a los suyos del ojo público.

Me tendió la foto. Al principio quise evitar mirarla, pero mis ojos se clavaron en aquella niña.

La mujer era hermosa, de cabello rubio platino y ojos celestes. Sus dos hijas, idénticas a ella, sonreían inocentes. No había nada que las diferenciara a simple vista, salvo por un detalle: la niña de la izquierda fue la que me paralizó: un celeste gélido, penetrante, demasiado serio para alguien de su edad.

Asentí sin poder apartar la mirada de la fotografía.

—Necesito que organices el envío de los cargamentos de armas y que mantengan vigilado a Petrov. Nunca se sabe si volverá a atacar —intenté concentrarme en los números que aparecían en la pantalla de mi portátil.

—¿No crees que, con la yakuza declarándonos la guerra, deberías considerar una alianza con Petrov? —preguntó.

Lo miré fijamente. La única razón por la que le permitía cuestionar mis órdenes era su lealtad inquebrantable. Él me sacó de entre los restos del coche el día de la muerte de Benedetto, cuando mi tío Tommaso mató a mi padre y trató de deshacerse de mí para quedarse con el puesto de capo. Luca fue uno de los pocos soldados leales que permanecieron a mi lado cuando recuperé mi lugar y ejecuté a mi tío por traición.

—Solo estoy esperando el momento adecuado —expuse—. Necesito estar informado de cada movimiento de Petrov. Al parecer, tiene un conflicto interno con la tríada.

Luca asintió y salió del despacho, dejándome solo con mis pensamientos. Sabía que Petrov era calculador; no arriesgaría continuar con nuestra disputa teniendo otra guerra encima. Pero también sé que le gusta ver arder el mundo, por algo lo llaman “el Destripador”.

Eso tendría que dejarlo para más adelante.
Ahora lo importante era Sinclair.



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En el texto hay: mafia, obsesion, matrimonio

Editado: 22.09.2025

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